Sindicales

25/3/2022

MERCADO DE TRABAJO

En 2021 creció el empleo informal y la sobrecarga horaria

Imagen: edición de Prensa Obrera.

El pasado martes el Indec publicó su informe con relación a la evolución del mercado de trabajo en el cuarto trimestre de 2021. Distintos indicadores corroboraron cómo los nuevos puestos de trabajo que el gobierno presenta como un índice de recuperación del empleo se están dando bajo condiciones de precarización, informalidad y flexibilización. Los 300.000 nuevos puestos de empleo informal, el crecimiento de la sobreocupación o de los trabajadores ocupados que buscan activamente un mejor puesto pintan de lleno el panorama.

Si se atiende a los trabajadores ocupados que no gozan del descuento jubilatorio (aportes previsionales), crecieron en el número de 400.000 en los últimos tres meses, llegando a ser ya un 33,3% de los ocupados. No obstante, este número crece si se atiende al avance de la utilización del monotributo para encubrir formas de trabajo precarizado, como ocurre por ejemplo con las apps del reparto. Los “trabajadores independientes”, de hecho, crecieron en un 1,9% en el lapso.

Otro tanto ocurre con la sobreocupación, es decir, aquellos trabajadores que desempeñan tareas 45 horas o más a la semana. Este indicador creció del 27,3% al 27,7%, por lo que gran parte de la masa laboral tiene que afrontar jornadas más extensas. Otros indicadores que van en mismo sentido evidencian cómo avanza el régimen de precarización: por ejemplo, que los trabajadores que buscan activamente un mejor empleo creció del 16,5% al 17,4%.

Luego, la brecha de género se agrandó en el informe. Las trabajadoras mujeres en actividad pasaron a una situación de pérdida de puestos de trabajo, llegando ya a estar un 19,4% por debajo de la tasa de actividad de los trabajadores varones. Las más afectadas fueron las mujeres más jóvenes, registrando una caída en la tasa de actividad del 1,3%.

Todos estos números no son estadísticas testimoniales, sino la demostración de cómo ganan terreno los preceptos fundamentales de las reformas antiobreras que son parte sustancial de las implicancias del acuerdo con el Fondo y que vendrían a formalizar este régimen de superexplotación. Cabe recordar que el gobierno negó rotundamente que se fuera a proceder en ellas al presentar el acuerdo, pero finalmente vemos que avanzan a paso silencioso y por lo bajo, como ocurrió con la readecuación flexibilizadora del convenio colectivo de Toyota Zárate (un hecho festejado por el propio presidente) o como ocurrirá ahora con el intento de Mercado Libre de ir hacia esta dirección. Esta precarización, al fin de cuentas, funciona como una presión sobre todo el mercado de trabajo de la que se valen las patronales para intentar consagrarlas.

Por ello no deberían sorprender tampoco las versiones que dicen que el gobierno prepara un congreso para mediados de mayo con las cámaras patronales y la burocracia sindical para discutir una “modernización” de las condiciones de trabajo. Menos aún si se considera que de manera reconocida de la mano del acuerdo con el Fondo llegó la disposición del gobierno a avanzar contra los regímenes especiales de los jubilados, que afectaría a algunos gremios como, por ejemplo, la docencia universitaria.

Tenemos que poner en pie en todos los lugares de trabajo la lucha por el pase a planta permanente, la defensa de las condiciones laborales y del salario. Frente a ello es necesario llevar a cabo una agenda que parta por repudiar el acuerdo con el FMI y todo su plan de ajuste contra los trabajadores y las mayorías populares. Tenemos que ser quienes vivimos de nuestro trabajo los que dirijamos un programa de transformación social que se abra camino con un salario mínimo acorde a la canasta básica familiar, el reparto de las horas sin afectar el salario y el reconocimiento de cada una de las conquistas obreras que están en la mira de los capitalistas.