Sindicales
17/4/2014|1310
En Córdoba
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Apesar que oficialmente solo la UTA, Aoita (trasporte de media distancia), Luz y Fuerza y Camioneros decretaron el paro, la ciudad de Córdoba y las principales ciudades de la provincia estuvieron desiertas, las escuelas vacías, las dependencias municipales y provinciales sin funcionar. Además, la mayoría de los comercios cerraron.
La semana comenzó con un paro de 50 horas de los choferes de la empresa Ciudad de Córdoba contra el vaciamiento; los trabajadores de la metalúrgica Conmeca con piquetes impusieron la reapertura de la fábrica y la reincorporación de los despedidos; los hospitales municipales reclamaron con medidas de lucha el ingreso de personal.
En las fábricas, escuelas y dependencias el debate era el mismo: el repudio a las burocracias que no se adherían al paro y el rosario de reclamos que partían del salario y la precarización laboral.
En el cuerpo de delegados de Municipales la decisión de no parar ganó por escasos ocho votos; los integrantes de la Agrupación Clasista 29 de Mayo denunciaron que muchos de los delegados que votaron contra el paro no habían hecho asamblea ni ninguna consulta en sus dependencias.
Los trabajadores cordobeses se valieron del paro de transporte para sumar su adhesión a la huelga. Las playas de estacionamiento casi vacías, las calles sin vehículos y los taxis sin pasajeros dan testimonio.
La burocracia carnera y las patronales quisieron contraponer que “el paro no se hizo sentir en la industria”. Esta es una verdad a medias o sea una mentira. Ni la UOM ni el Smata, ni la Alimentación (para nombrar las principales industrias de la provincia) adhirieron al paro.
Sin embargo, la producción se paralizó fuertemente: Renault decidió directamente suspender a su personal ya que sabían que el paro de camioneros iba a afectar la provisión de insumos a las líneas de producción (la tercerización se les vino en contra). La burocracia de Dragún convalidó el lock-out patronal. Fiat trabajó a media máquina con secciones enteramente paralizadas. En VW, la patronal había armado un esquema de emergencia para superar el paro de Cargo (camioneros) e igualmente redujo su producción a la mitad.
Los delegados combativos de VW convocaron a asambleas los días previos; los reclamos de salario, trabajo, contra el impuesto a las ganancias y el repudio a la decisión del Smata de no parar fueron unánimes, pero el temor a represalias hizo descartar alguna forma activa de adhesión (cortes a contraturno, por ejemplo); algo similar ocurrió en varias metalúrgicas.
El Frente de Izquierda organizó un piquete cortando el céntrico puente Centenario desde las 6 de la mañana hasta el mediodía, permitiendo así denunciar a la burocracia, defender un programa de reivindicaciones y fortalecer la agitación por la huelga general.
Fue el único piquete, a excepción de los trabajadores del gremio de Barrionuevo que contradiciendo a su secretario general hicieron piquetes en la puerta de los albergues transitorios por la miseria sin precedentes de los trabajadores del sector.
A pesar de la burocracia el 10 en Córdoba hubo un parazo.