Sindicales
19/11/1998|608
En qué consiste el reparto de las horas de trabajo

Seguir
En una repartición de la administración pública provincial donde se agitó profusamente la declaración “Hay una salida”, un compañero del partido fue interrogado a boca de jarro: “¿por qué no nos explica en qué consiste el reparto de las horas de trabajo?”.
En la provincia (y en el país) todos los problemas políticos y sociales pueden resumirse en uno solo: el de los ingresos de los trabajadores y su jornada de trabajo.
En Córdoba, existen personas en condiciones de trabajar, lo que se llama la “fuerza laboral activa”. De esta masa, los que trabajan producen por valor de millones de dólares anualmente, el producto bruto de la provincia según datos de 1997. Pero en la actualidad, bajo el régimen social capitalista sólo una porción menor de esta producción beneficia a la clase trabajadora, que constituye la gran mayoría de la población. El grueso va a parar a la clase capitalista la cual, con todos sus defensores y parásitos, sólo constituye una décima parte de la población total.
En Córdoba, del total de trabajadores en condiciones de producir, un 27% revista en la condición de desocupado o subempleado, unos 324.000 personas sometidas a una condición cada vez más penosa e intolerable.
De los 900.000 que tienen trabajo, según datos del Ministerio de Trabajo para todo el país, el sueldo promedio ponderado de los trabajadores en blanco (que cobran 683 pesos promedio) y “en negro” (380 pesos) es de 565 pesos mensuales, o sea 2,80 pesos la hora (Clarín, 8/11). Los ingresos salariales de estos 900.000 trabajadores sumarían, en el año, 6.585 millones de pesos, lo que equivale al 25,8% del Producto Bruto Interno, una proporción que revela que sólo la cuarta parte de una enorme producción beneficia a quienes la crean (proporción que, de todas maneras, está inflada porque considera el promedio de ingresos salariales de todo el país y no de Córdoba, donde es más bajo).
Reparto de horas
Si se toman todas las horas trabajadas actualmente en la provincia y se las reparte entre todos los que pueden trabajar sin afectar el salario, se puede asegurar a todas las familias obreras un nivel de ingresos tolerable, digno de seres humanos racionales, con una jomada de trabajo más corta. ¿Aceptarán esta salida las patronales, a pesar de los inmensos beneficios amasados, a costa del sacrificio obrero y del subsidio del Estado, en la última década? Ni pensarlo. Exige la movilización política sobre el Estado para imponer “nuestra” salida: prohibir los despidos y suspensiones, decidir el reparto de las horas de trabajo y, entre tanto, resolver un seguro al parado de 500 pesos sobre la base de un impuesto al gran capital. “Hay una salida” que exige que las organizaciones obreras y populares rompan con las patronales, que se construya una alternativa obrera independiente, que gobiernen los trabajadores.