Sindicales

27/4/2017|1455

Ex Ecotrans, un fuerte golpe al clasismo


Luego del desguace de Ecotrans y su reparto en varias líneas, gobierno y patronales violaron el convenio firmado en el Ministerio de Transportes, conducido por Guillermo Dietrich, donde las patronales que las adquirían se comprometían a no despedir, mantener todas las conquistas y a los delegados electos, así como las modalidades de trabajo impuestas por usos y costumbres. Lejos de ello desataron una persecución tenaz con sanciones despidos y aprietes, que fueron desde partes arbitrarios a repetición, sobornos para arreglar despidos, hasta amenaza de patotas armadas y militarización con mercenarios especiales en las cabeceras. Todo esto junto al trabajo en negro generalizado.


 


Esta guerra contra los activistas y delegados tuvo como objetivo desmantelar el cuerpo gremial militante que, durante más de 20 años, fue protagonista de las mejores luchas y conquistas de la oposición antiburocrática de la UTA, como el “Micrazo” que copó la Plaza de Mayo con los colectivos o la imposición del control obrero de la recaudación para garantizar los sueldos cuando fueron Transporte del Oeste.


 


La Metropol (bautizada Negropol por los trabajadores) de los esclavistas Zbikoski -los nuevos Cirigliano- llevó la batuta. Fueron muchos meses de fuerte resistencia, con paros y movilizaciones contra el desmantelamiento de cabeceras, despidos y agresiones de todo tipo. Entre ellas, el no pago del sueldo a los delegados para quebrarlos por el hambre. Nada de esto hubiera sido posible sin la complicidad desembozada del gobierno y de la burocracia de la UTA. Un prologado conflicto de varios meses, entre otros, por despidos en la 503, fue utilizado por la Metropol para estrangular al cuerpo de delegados y producir decenas de despidos por “arreglo”.


 


Quedaron numerosos caídos en el camino, incluyendo delegados que no aguantaron el sitio por hambre, que no se pudo contrarrestar con las numerosas colectas y donaciones solidarias recibidas. No se puede justificar a un delegado que abandona la lucha, pero la responsabilidad fundamental está, sin lugar a dudas, en la santa alianza, de empresas -gobierno y burocracia, que se propusieron como objetivo estratégico desmantelar al glorioso cuerpo de delgados de Ecotrans. Pero no todo está perdido. Carlos Pacheco, dirigente que fue artífice histórico de esta conducción clasista, está firme junto a sus compañeros en la 503 demostrando que no todo se puede comprar. Y lentamente se procesa un reagrupamiento de los mejores elementos de las viejas batallas. En el Oeste, sigue encendida la luz de un programa y una metodología para la organización antipatronal y antiburocrática de los trabajadores por una nueva dirección.