Sindicales

7/9/2006|962

Ex Jabón Federal: La planta de TVB sitiada por los trabajadores

Un salto en la lucha

Desde hace más de una semana la planta se encuentra totalmente paralizada. A los paros sorpresivos y las asambleas se sumó desde el lunes el bloqueo de los portones de acceso mediante un acampe sostenido por los despedidos con la colaboración de organizaciones piqueteras. El campamento se ha convertido en el centro organizativo del conflicto.


La empresa pretende simular que esta situación no la inquieta ya que tendría stock acumulado en cantidad suficiente para afrontar los requerimientos del mercado en esta época de baja demanda. Algo que, sin embargo, estaría desmentido por la tentativa frustrada de recurrir a personal contratado, primero, y, segundo, por el ‘operativo’ también frustrado para sacar una de las matrices en el baúl de un auto.


A raíz de este episodio la asamblea resolvió extender el bloqueo a los vehículos particulares y desde entonces jerárquicos y administrativos se han visto obligados a padecer los infortunios del transporte público.


Acompañados por el Polo Obrero y la CCC, los jaboneros cortaron el miércoles parcialmente la Avenida Gral. Paz a la altura de Avenida Crovara, donde se ubicaba la ex Jabón Federal, conmocionando el tránsito de la zona por varias horas; (el pintoresco edificio de estilo colonial que albergaba a la vieja fábrica fue demolido años atrás con el propósito de ‘instalar’ en su lugar un supermercado, pero el proyecto nunca se ejecutó y lo que quedó fue un gran predio abierto y semi inundado, donde proliferan ratas y mosquitos, como testimonio del vandalismo capitalista).


El jueves, la empresa sacó un comunicado interno que es una muestra de soberbia y cinismo.


Además de la consabida “denuncia” a los “grupos políticos” por “llevar a la irracionalidad actual” con el fin de obtener “repercusión mediática”, el texto amenaza despedir a todo el que no se someta a los “procedimientos internos” definidos por la dirección.


Como ocurrió con el descuento indebido de adicionales, la semana pasada, este comunicado de la dirección ahondó aún más el abismo que la separa con el conjunto del personal. La pérdida de autoridad de jefes y supervisores es ostensible.


A horas de concluir la ampliación de la conciliación obligatoria, el Tribunal del Trabajo N° 4 de La Matanza hizo lugar a la cautelar presentada contra la empresa por incumplir con la reinstalación de los 38 despedidos en sus puestos tal como disponía la resolución del Ministerio de Trabajo. Basándose en esto, la Subsecretaría a su vez resolvió que los plazos de la conciliación deben computarse desde su efectivo acatamiento. Se trata de una victoria legal que contribuye a debilitar los argumentos de la empresa y sobre todo prolonga el tiempo durante el cual los 38 compañeros deberían seguir cobrando su salario.


En resumen, el cuadro de situación es el siguiente:


La empresa perdió la iniciativa y su posición legal está comprometida. La producción está parada y la planta sitiada.


¿Con qué cuenta entonces? Con su poder económico. “Somos una empresa exitosa que gana dinero y lo seguiremos siendo” dice el comunicado ya mencionado. Su cálculo parece ser afrontar el costo material del conflicto para estirarlo hasta que el hambre y el desaliento abran espacios para la acción de la burocracia o provoquen el abandono de un sector.


La burocracia del sindicato (Sojo), sin embargo, está hoy poco menos que ‘dibujada’; sin un apoyo mínimo en la fábrica, simplemente se ha sentado a esperar que la patronal doblegue a los trabajadores, convencida de que su supervivencia depende de factores que le son ajenos.


Por su parte, los trabajadores salieron fortalecidos de al menos dos embates durísimos (el despido masivo una vez levantada la primera huelga general, y el no pago de los salarios); en el mes y pico de conflicto se han destacado nuevos líderes y los trabajadores gozan de un amplio apoyo externo.


A esta altura, entonces, la disyuntiva parece ser: continuar con la táctica de fortalecer el aguante y la unidad, apostando a que la empresa se complique más -aun a riesgo de darle tiempo a rearmarse-, o pasar decididamente a la ofensiva y ‘forzar’ el ingreso de los despedidos haciendo cumplir con los métodos obreros el fallo judicial.


La respuesta que se le dé a este interrogante definirá el resultado de la lucha.