Sindicales

4/5/1988|224

Garcetti sin pretextos

La Comisión de Política Salarial ha entrado en franca agonía: Angeloz ha anunciado su retiro irreversible y detrás de él se encolumna Río Negro, Capital y Tierra del Fuego. El paquete salarial del gobierno reitera las fórmulas anteriores: no hay pago de los días caídos, no hay ni aproximación a los 770 actualizados, no hay nomenclador. Esto a pesar de que CTERA ha rebajado los reclamos. ‘'Los sectores sindicales insisten en los 750, ahora para el mes de mayo” informa Clarín (29/4). Incluso fue abandonada la bandera “irrenunciable” del nomenclador, pues ahora se piden ₳ 640 de “piso” para abril y la unificación para las calendas griegas.

Las pruebas del delito son cada día más abrumadoras: el levantamiento de la huelga fue una traición lisa y llana, una rendición ante el acto de fuerza del Estado patrocinado por Alfonsín y Cafiero, al que la burocracia se prestó conscientemente.

Es natural que la burguesía no acepte el reclamo básico de un nomenclador nacional cuando está procurando “desenganchar” los salarios de los empleados públicos de las provincias con relación al salario nacional y liquidar, por lo tanto, la legislación laboral nacional.

Una “alta fuente” vinculada a Cafiero señaló que “no hay un real impedimento económico (para dar el nomenclador), se trata en realidad de una decisión política” (Clarín, 27/4). La “decisión política” es enfrentar las crisis provinciales retrasando sistemáticamente los salarios con referencia a los nacionales, camino que están tomando uno a uno los gobernadores justicialistas.

¿Para esto levantamos?

Detrás de esta pregunta, que recorre crecientemente las escuelas, asoma la perspectiva de una gran crisis en la CTERA. La expresión más clara de esta crisis potencial es que Garcetti-Sánchez-Solimano han tenido que amenazar con un reinicio de la huelga general ante la crisis total de la negociación con el gobierno.

No existe sin embargo la menor voluntad de reemprender la lucha de parte de la burocracia. Por eso llamó a un congreso regimentado; por eso la JE reclamó la facultad para tomar la decisión sobre el rumbo a seguir; por eso se aprobó la "contraoferta” de 750 para abril que ahora va para mayo; por eso los garcettistas en la CONADU fueron artífices del levantamiento de la huelga; por eso, finalmente, se anuncia el rápido ajuste de los estatutos de CTERA a la nueva ley sindical, la cual faculta a los burócratas a intervenir las organizaciones de base.

Lo que sí se puede prever son acciones aisladas de lucha o “planes de lucha” desgastantes como fue la constante antes de la huelga general.

Para reconstruir la plataforma de reivindicaciones pisoteada y un real movimiento de lucha es necesario terminar con la regimentación. Esto en la CTERA tiene nombre: Confederal, tal como fue reclamado por Amsafe en el Congreso fraudulento y por numerosas asambleas de distrito. Confederal en el que resuelvan delegados electos y mandatarios por asamblea y no representantes “permanentes” del tronco burocrático; Confederal en el que restablezcan los reclamos actualizados, anulando el cheque en blanco que se ha dado la burocracia a sí misma para negociar en los términos fijados por el gobierno y los gobernadores.

El bloqueo del movimiento docente puede ser superado por medio de una actividad consecuente que tenga por finalidad fundar una nueva dirección en CTERA. El gremio está muchísimo más maduro para esta perspectiva luego de la gigantesca “escuela” que ha significado la huelga general: el mejor ejemplo es la experiencia actual en Suteba, donde surgen listas antiburocráticas en distritos que hasta ahora eran fortalezas inexpugnables del marysanchismo.

Se requiere un trabajo de explicación y organización en torno a las conclusiones políticas decisivas de la huelga: confederal, pliego de reclamos actualizado, nueva dirección. No hay que mezclarse con la demagogia de la burocracia o de sus seguidores izquierdistas que mienten cuando afirman que la “lucha continua”. Se trata de llevar la batalla a fondo contra la dirección capituladora y emprender vigorosamente la batalla por dotar de un programa a la vanguardia y lanzarla a la conquista de posiciones prácticas en cada sindicato docente.