Sindicales

3/12/2021

Gastronómicos: riña de burócratas en medio del ajuste y los despidos

Luis Barrionuevo se enfrenta a su exsocio Dante Camaño por el control de la seccional CABA del gremio.

El gremio de los trabajadores gastronómicos se encuentra sacudido por una interna entre Luis Barrionuevo, actual secretario general nacional de la UTHGRA, y Dante Camaño, quien lidera la seccional de CABA del sindicato, por el control de esta última. La reciente elección frustrada, del pasado jueves 2, expuso dos bandos patoteriles que se pelean por el control de la caja y que le dan la espalda a los miles de trabajadores afectados por la crisis.

Las elecciones previstas en la seccional porteña, para este jueves, fueron suspendidas luego de que la Lista Azul y Blanca, que responde a la conducción nacional de Luis Barrionuevo, denunciara que una patota, bajo las órdenes de la dirigencia local, impidió el acceso de sus fiscales al control de los comicios. Desde el sector de Camaño alegan exactamente lo contrario, señalando que se trataba de barrabravas que se hacían pasar por fiscales y que buscaban perturbar las elecciones. Todo indica pensar que ambos tendrían razón.

Rupturas, caja y realineamientos

En el fondo de esta interna y el cruce de denuncias se esconde la ruptura de la “sociedad” mantenida durante 40 años por ambos burócratas sindicales. Dicha sociedad habría sido aceitada por el parentesco por afinidad que une a ambos dirigentes: Dante resulta ser el cuñado de Barrionuevo, quien lleva 50 años de casado con la pejotista Graciela Camaño, cuya relación ha sufrido un distanciamiento desde hace alrededor de un año.

A esto se suma que Camaño se encuentra más alineado con el gobierno porteño y la fuerza política de Juntos, en sintonía con el espacio que conduce Miguel Pichetto, mientras que Barrionuevo  juega como “independiente”, metiendo huevos en todas las canastas, aunque expresa algún acercamiento al gobierno nacional con el refrendamiento de su hombre, Carlos Acuña, en la CGT y el acercamiento a Alberto Fernández por las “políticas económicas” para el sector, durante la pandemia.

Esto se hizo notar en las elecciones fallidas, cuando Camaño quiso seguir adelante con el aval de los veedores de la Subsecretaría de Trabajo de la Ciudad de Buenos Aires, en tanto los veedores del Ministerio de Trabajo de Nación se negaron a intervenir, dando por acreditada la posición de la Junta Electoral nacional del gremio, en manos de Barrionuevo. Señales de inexistencia de  independencia política del Estado, si las hay.

Otro de los puntos claves de la contienda es la jugosa caja que atesora la seccional porteña de la UTHGRA, una de las pocas sedes superavitarias, la cual asciende a 30 millones de dólares y que se mantiene indemne con el supuesto propósito de construir un edificio para distintos propósitos del gremio y/o comerciales.

De espaldas a los trabajadores

El elemento ausente en toda esta disputa es el debate sobre la difícil situación que afrontan los trabajadores de la industria gastronómica. Tal es así que Humberto Ballhorst, el candidato opositor a Camaño, integró la comisión directiva de la seccional durante 12 años, sin cuestionar la dirección local ni ofrecer una orientación alternativa, ni al menos contestataria, de la “pasividad” de Camaño, e incluso de su nuevo referente, Barrionuevo.

El gremio porteño de la UTHGRA cuenta actualmente con 39.000 afiliados, tras la pérdida de 25.000 puestos de trabajo durante la pandemia, como resultado del cierre de 2.500 establecimientos hoteleros y gastronómicos.

Barrionuevo y Camaño comparten responsabilidad en las condiciones laborales, los despidos y los bajos salarios de la industria gastronómica. Las remuneraciones de la zona CABA, Gran Buenos Aires y La Plata oscilan entre $45.000 para la categoría más baja a $89.000 la más alta –una rareza-, para el mes de diciembre. Mientras que los trabajadores no declarados cobran como media los salarios más bajos. Esto último originó que las patronales gastronómicas reclamaran contra los programas sociales, ante las dificultades para “conseguir personal”.

Esta disputa burocrática por el control de la seccional porteña, que nuclea a la mitad de los afiliados en un gremio precarizado, entregando paritaria tras paritaria y con un alto componente de trabajo no registrado, solo expresa una lucha de aparato para dirimir la ruptura de una sociedad con intereses ajenos a los de los trabajadores.

La lucha por la recuperación de las seccionales y sindicatos debe partir de un reagrupamiento genuino e independiente, de los trabajadores, que ponga en primer lugar la recomposición del salario y la recuperación de los miles de puestos de trabajo entregados por la burocracia sindical y liquidados por las patronales.