Sindicales

31/3/2011|1170

Gráficos Zona Norte: Golpe de Estado contra el plenario de delegados

El contraste entre la pasividad de la cúpula del sindicato y la efervescencia de la base gráfica empieza a hacerse patente en todo el gremio. Hoy, la manifestación más visible de esto -pero no la única- tiene lugar en la zona norte.

La puesta en pie de nuevas comisiones internas (World Color, Cedinsa, Impresores son las más recientes) y la presencia de Donnelley han transformado la sede de Panamericana y Ruta 202 en un punto de confluencia de todas las tendencias que, en mayor o menor medida, son críticas a la conducción ongarista.

Esto incluye al grupo kirchnerista que, actuando dentro de la Lista Verde, conquistó la representación oficial del gremio en la zona y desde hace un tiempo viene desarrollando una política de relativa apertura a la participación de los afiliados.

Es claro que la pretensión de renovar un aparato anquilosado y dominado por una burocracia de casi medio siglo está condenada de antemano, pero hasta ahora ha sido un factor progresivo.

Un ejemplo de esto ha sido el plenario de delegados, abierto a los activistas, que se convocó hace quince días para fijar una posición frente a la paritaria. En un gremio caracterizado por la más completa ausencia de deliberación colectiva no fue un hecho menor.

Un plenario trunco

El debate, en esa oportunidad, giró en torno a un pliego muy avanzado, el cual plantea entre otras consignas el 40% en una sola cuota, el ajuste trimestral, paritarios electos, la actualización de las categorías y la efectivización de los precarizados; además de reclamar el plenario general de delegados y solidarizarse con los luchadores perseguidos judicialmente, como Hermosilla y Ottoboni.

Sin embargo, la votación se pospuso por una semana, con el propósito de consultar a las asambleas de cada fábrica y luego resolver con un mandato. Para los “verdes críticos”, empeñados en circunscribir la discusión sólo al porcentaje de aumento, la postergación de la votación fue un regalo.

Los que defendieron este procedimiento -delegados de Donnelley- confunden la democracia sindical con un democratismo que obstaculiza las iniciativas, en lugar de potenciarlas. Claramente se podría haber votado -el cuerpo de delegados tiene suficiente representación para hacerlo- y luego impulsar asambleas por fábrica para refrendar el programa y desenvolver una gran agitación en todo el gremio llamando a seguir el ejemplo de la zona norte.

La postergación dio a los dirigentes de zona norte el tiempo que necesitaban para eludir una derrota y a la directiva, la oportunidad de bajar a la sede a poner en caja una situación que amenazaba desmadrárseles: el plenario se levantó mediante un mensaje de texto girado a las internas.

La suspensión del plenario fue, sin dudas, un “golpe de estado” contra el proceso de organización que se desenvuelve en la zona norte, el cual deja entrever la mano del secretario de organización. Ya sea que fue pergeñado en común o simplemente consentido, la realidad es que deja a los “verdes críticos” entongados con la misma porquería que dicen querer superar.

¿Qué hacer?

La asamblea, que de todos modos se autoconvocó en la puerta de la sede, reunió unos 80 trabajadores de Donnelley y World Color en su mayoría, Cedinsa y una delegación de internas naranjas de otras zonas, que incluyó a Interpack, Morvillo e Ipesa.

Los verdes -que no participaron y permanecieron dentro del local- transmitieron que el levantamiento obedecía a que la presencia de las barras tergiversaba la verdadera relación de fuerzas. Algunos delegados de Donnelley propusieron rechazar el argumento y votar (¿ahora sí se podía votar?) que había que funcionar en asamblea abierta.

El debate “asamblea de activistas” versus “cuerpo de delegados” no conduce a ningún lado y, en rigor, ambas posiciones constituyen las dos caras de una misma falacia. Ni los delegados pueden resolver al margen de la opinión de la base ni la participación de la base puede equivaler a la disolución del cuerpo de delegados. El plenario y la asamblea son “instituciones” que se complementan sin oponerse formalmente: son los escalones que deben utilizarse para motorizar la movilización más amplia posible.

La Naranja propuso sacar un pronunciamiento denunciando el “golpe de Estado” de la directiva y preparar, mediante una intensa agitación sobre todo el gremio y asambleas por taller, una movilización coordinada con otras internas para defender el pliego de reivindicaciones tal como se discutió.

El cuadro de las paritarias se recalienta en todo el movimiento obrero y, por primera vez en muchos años, en nuestro gremio se plantea la posibilidad concreta de hacer oír la voz de la base gráfica.