Sindicales
16/7/2003|809
Gran huelga en Metrovías
Un camino para todo el movimiento obrero
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Las 5 líneas de subte se paralizaron el lunes, cuando los trabajadores se enteraron, por comunicado de la empresa, de un acta firmada entre Metrovías y la dirección de la Uta ante el Ministerio de Trabajo. Allí se establecen cambios importantes en las modalidades de trabajo del convenio colectivo, en el sentido de una flexibilización que la patronal viene tratando de imponer desde hace mucho. Fundamentalmente, la que permite que los boleteros sean reemplazados por máquinas expendedoras y pasen a ser vendedores de productos y servicios en el subte.
Los trabajadores habían reunido hace poco más de mil firmas contra éstas y otras transgresiones al convenio que la patronal practica de hecho, como traslados de personal de sección o trabajo en funciones de distinta categoría. El hecho de que ahora aparezcan impuestas en un acuerdo secreto e inconsulto, entre la patronal y la burocracia de Uta, absolutamente a espaldas de las bases, fue la gota que rebalsó el vaso.
La situación llegó a un punto en que una gran masa de obreros se pregunta para qué sirve un sindicato que se dedica sistemáticamente a conspirar contra los trabajadores. Una verdadera dictadura burocrática, que sólo interviene para joder a la gente y a sus genuinos representantes, el cuerpo de delegados. El antecedente inmediato estuvo en el papel boicotista jugado por la burocracia, durante la gran lucha por la jornada de 6 horas el año pasado, donde llegó a la agresión física patoteril contra los trabajadores que se convocaron a una asamblea en el sindicato. Es una práctica común, por ejemplo, que los jefes sindicales negocien con la empresa y con el ministerio a espaldas del cuerpo de delegados. Por eso es tan extendido entre los trabajadores el sentimiento de desafiliarse de la Uta.
La jugada actual pasó todos los límites, porque se trata de una verdadera reforma del convenio a la baja mediante un acta acuerdo, sin participación de los paritarios nombrados por el cuerpo de delegados, entre gallos y medianoche. La vaselina para hacerla pasar es un supuesto aumento salarial, consistente en la incorporación al básico de 125 pesos de la ayuda gubernamental de 200 (menos que el decreto de Kirchner), más algunos adicionales, como ticket canasta.
La indignación de las bases fue fulminante. Se expresó en asambleas de todas las líneas, que resolvieron repudiar el acuerdo mediante medidas de acción directa, rechazar toda reforma de convenio que no se haga en el marco de la paritaria y reclamar los 200 completos al básico, más mejoras por un promedio de 400 pesos.
El paro fue absoluto a partir de las 14, garantizado con la detención de los trenes mediante piquetes de trabajadores, que llegaron a ocupar las vías, para impedir que manejen los jefes. Resistiendo todo tipo de amenazas de las jefaturas e incluso una avanzada de la guardia de infantería, que en la estación Congreso de Tucumán amenazó con desalojar a los trabajadores que ocupaban la estación.
Juan Manuel Palacios, sin embargo, en actitud abiertamente carnera, se presentó al Ministerio de Trabajo por las suyas, repudió el conflicto, sin consultar a los delegados ni a los trabajadores, y llamó a levantar el paro por televisión.
Pero no lo logró. El cuerpo de delegados dio la orden de mantener la medida hasta tener resultados concretos a sus demandas, en un clima de presiones, donde comenzaron a llegar los telegramas de despidos. La medida fue levantada cuando la viceministro de Trabajo se comprometió a iniciar negociaciones directas con el cuerpo de delegados al día siguiente. Al cerrar esta nota, la situación es tensa. El ministerio declaró una conciliación obligatoria, transgredida por la patronal, que impedía a algunos trabajadores tomar servicio, mientras los delegados inspeccionaban las líneas. En la reunión en el ministerio, la funcionaria propuso, en el cuadro de la conciliación, iniciar tratativas con la empresa y la Uta, para dejar sin efecto el acta del escándalo, pero sin dar ninguna garantía. Al cerrar esta nota, los delegados en plenario decidían los pasos a seguir.
Tienen razón los medios que insisten en que hay un conflicto serio entre los obreros del subterráneo y la dirección de Uta. Está en juego la conducción de la organización gremial en el subterráneo, de amplia mayoría antiburocrática.
La opinión del Partido Obrero es que la consigna central del conflicto es, por la derogación del acta ignominiosa Uta-Metrovías. Si el acta pasa, el grave golpe de la patronal y de la dirección de la Uta a la organización independiente y a la soberanía de los trabajadores de Metrovías, impactará para todo el futuro de sus luchas y reivindicaciones. De aceptarse la conciliación, hay que ponerse a organizar la huelga general por la derogación del acta. Asambleas en todas las líneas, agitación pública, extensión del conflicto a la Uta y a otros gremios en lucha y organizaciones populares. La lucha salarial con paros de los ferroviarios de TBA, el plan de acción de Foetra Buenos Aires por aumento, las luchas de los estatales, crean un cuadro propicio. Si no hay vuelta atrás en la reforma antiobrera del convenio, poner fecha a una asamblea general con paro, en Plaza de Mayo, para votar emplazar a la patronal y lanzar la huelga.