Sindicales

10/3/1988|216

declara Sergio Sosto, delegado del edificio Paraguay del Foetra-Buenos Aires

“Guillan quiere un sindicato derrotado"

A pesar de la aceptación inconsulta por parte de Foetra de la conciliación obligatoria dictada por el gobierno, Buenos Aires, Santiago de Estero, y Rosario se mantienen en lucha.

Advertido de que la burocracia traicionaría la lucha, el cuerpo de delegados de Buenos Aires, había votado anticipadamente que solo una asamblea general del gremio podía levantar las medidas de fuerza. Esta ha sido convocada para el martes 8 y allí se jugará una instancia fundamental del conflicto.

Prensa Obrera dialogó con uno de los protagonistas de esta lucha, Sergio Sosto, delegado del edificio Paraguay y miembro de la Lista Naranja.

P.O.: ¿cuáles son los reclamos del gremio?

Sergio Sosto: Primero, que los ₳ 300 (cobrado por única vez en enero) sean incorporados al básico, a diferencia del planteo de la Federación que sólo habla de “recomposición”. Segundo, el pago de la deuda de la Empresa con los trabajadores; tercero, la derogación del Decreto 183, que condiciona las paritarias de los estatales. Este programa fue votado por el plenario de delegados de Bs. As.

P.O.: ¿cómo sale el plan de lucha?

S.S.: La Federación nacional se limitó a anunciarlo por medio de los comunicados. El Sindicato Bs. As. por otro lado, resolvió en un plenario de delegados, realizar asambleas por edificio y un nuevo plenario. El plenario resolvió que sólo una asamblea general podía suspender, modificar o levantar las medidas. Esto revela la maduración del activismo frente a los sucesivos vía crucis de planes de lucha levantados sin obtener ninguno de los reclamos fundamentales... En el gremio hay un gran repudio a este manoseo, que se notó en el propio cumplimiento de las medidas: fue creciendo en la medida que los compañeros iban viendo que el plenario había arrancado la asamblea general para determinar el curso de la lucha.

P.O.: Este es el cuadro en que el gobierno aplica la conciliación...

S.S.: Sí y esto es una verdadera provocación. La empresa, que ya había ofrecido el 18%, da marcha atrás y resuelve no discutir mientras continúen las medidas.

Pero el plenario de delegados de Buenos Aires, a su turno, decide mantener el quite hasta la asamblea general, contra la posición de la directiva, que era de levantar. Esto fue rechazado por la inmensa mayoría de delegados. El único que se alineó con Castelnuovo fue el Mas, que planteó que fuera la base de cada edificio y oficina la que decidiera mantener el quite —lo que significaba en lo inmediato levantar el quite e introducir una quiebra en un movimiento en ascenso.

P.O.: Sin embargo, Guillán decidió aceptar la conciliación...

S.S.: Pretende poner al Gremio frente al hecho consumado para “pinchar” el plan de lucha. El gran problema es que Guillán hoy no controla los plenarios de delegados ni las asambleas. La adaptación al gobierno le ha significado un alto costo en términos de prestigio y dominio de la organización sindical. No solo se quiere frustrar el plan de lucha sino algo más profundo: quebrar el activismo telefónico y vaciar el sindicato. Es la propia base del guillanismo —la Lista Marrón— la que ha comenzado a desintegrarse fruto de tres años de agachadas y subordinación al gobierno. Guillán quiere un sindicato derrotado para poder sostenerse con su política de defensa de las privatizaciones y “eficiencia”.

P.’O.: ¿Qué perspectiva se abre?

S.S.: La puñalada de Guillán apunta al desinfle del conflicto y el retroceso del gremio. Pero lo nuevo es la resistencia del activismo. La gran tarea es organizar la asamblea general que igualmente ha sido convocada (y que la burocracia tratará de vaciar) y resolver allí la continuidad de la lucha, rechazando la conciliación obligatoria y fijando una asamblea general en 15 días. La seccional Buenos Aires debe encabezar la continuidad de la movilización, llamando a coordinar con otras seccionales que están en lucha —Rosario, Santiago del Estero.