Sindicales

29/7/1987|192

Hagamos una campaña de repudio contra las violencias de Darío Pereyra contra delegados y trabajadores

La Directiva de Sanidad ha seguido en estos dos años una política cruda-mente derechista: ha bloqueado la lucha del gremio, aislado los conflictos parciales, y se ha subordinado, a cada paso, a la burocracia y al gobierno.

Era inevitable que esta política se trasladara a los métodos políticos con que esta nueva burocracia maneja al gremio. La actual directiva, subió después de que las bases voltearan a la podrida burocracia de West Ocampo, levantando la bandera de la democracia sindical. Pero el desbarranque derechista de esta conducción, sumada a la lucha faccional en su interior, terminó enterrando aún las formas de la democracia sindical con que esta gente presumía. Dos hechos bastan para demostrarlo.

Primero. El propio Darío Pereyra, secretario general de ATSA, concurrió al IMOS donde armó una asamblea improvisada, con el único objeto de revocar el mandato de la subdelegada general, una compañera del PC. Sobre 120 trabajadores, sólo 31 fueron a la asamblea. Con la presencia de jerárquicos, y por 17 votos a 14, Pereyra “bajó" a la compañera, y se fue corriendo a comunicárselo a la patronal. A propuesta del ASIS, el último plenario de delegados votó repudiarla maniobra y reponer a la compañera. Darío fracasó en su primer intento de utilizar la nueva ley sindical para barrer a las comisiones internas y delegados opositores.

Segundo caso, y se trata de un hecho aún más grave. Un pasado plenario de delegados votó, a propuesta del ASIS, que ATSA aportara el sueldo de los compañeros del Liniers, en lucha contra el vaciamiento. Cuando un nutrido grupo de trabajadores fueron a cobrar la segunda cuota de su sueldo (¿los directivos también cobran en cuotas?) fueron encerrados en la oficina de Darío Pereyra, donde se les dijo que no se les pagaría un peso más y se los patoteó. ¿Los responsables? Corzo, secretario de finanzas, Simón Vasinquay de la Directiva y el doctor Cámpora, “asesor” del gremio.

Cuando en el plenario de delegados los compañeros del Liniers intentaron denunciar el hecho, la burocracia de Pereyra a sillazos, empujones y trompadas intentó hacerlos callar, al tiempo que los responsables de la paloteada se retiraron, como pudieron, del plenario. Darío Pereyra y su bloque se fueron sin votar: se c... en la democracia sindical, actúan con los mismos métodos de West Ocampo y Cavalieri.

El círculo se ha cerrado. Los que subieron como “combativos” han abandonado la lucha por propia voluntad. Por eso era inevitable que la farsa de la democracia sindical se terminara. Darío Pereyra y su patota son los hijos de West Ocampo y Alderete.