Sindicales
8/9/1987|197
Hospital Español: el acta democrática de Mari-Mas

Seguir
La vergonzosa conducta del Mas en el reciente conflicto del Hospital Español se ganó el justo repudio de los trabajadores del Hospital. Ante la victoria del movimiento, alcanzado a pesar de la traición del Mas y de la burocracia, los morenistas están intentando reacomodarse frente a los trabajadores del Español, para lo cual dieron a conocer una carta abierta "autocrítica”, firmada por Mari Di Maio, candidata a 2da. concejal por la Capital en las listas del Mas, en una típica maniobra de atribuir los “errores" a su persona y no a la política de su partido. ¡Ninguno de los otros delegados del Mas que respaldaron esta traición y que también firmaron el acta formularon “autocrítica” alguna!
“Cuando se decidió seguir y no acatar al Ministerio —dice Mari—, no fuimos a buscar la opinión de todos para saber qué hacer (“si bien hubieron asambleas importantes”)... Este, creo, fue el problema fundamental".
¡Esto no es una autocrítica, esto es una reafirmación del carnereaje! Es que lo que Mari - Mas dice es que ella volvería a desconocer las resoluciones de las asambleas que rechazaron la intimación ministerial y que resolvieron continuar la lucha, pero con un nuevo pretexto: “Buscar la opinión” de los que no estuvieron presentes en las asambleas. De modo que Mari - Mas hubiera vuelto a carnerear y a traicionar una resolución de asamblea. Pero Mari-Mas tiene la desvergüenza de decir todo esto 24 horas después del triunfo de la lucha, es decir, 24 horas después de que el desenlace de la lucha hubiera probado que “todos” habían estado con las resoluciones de las asambleas y en contra de Mari - Mas y la burocracia sindical. Mari - Mas no se autocrítica, sino que se reivindica. Con esta maniobra pretende justificar el no haber puesto su renuncia a consideración de las bases.
Pero el Mas militó contra el paro desde su inicio, se burló de las resoluciones de las asambleas democráticas, se puso a los pies de la patronal y West Ocampo y creó la posibilidad de los despidos masivos al firmar el acta que deslindaba sus “responsabilidades” de lo resuelto en las asambleas.
Para Mari-Mas, el "error” no fue la conducta trai-do-ra de los delegados (incluidos los candidatos y militantes del Mas), sino la decisión democrática y autónoma de los trabajadores que “en asambleas importantes" resolvieron rechazar las intimaciones y presiones del Estado patronal, los empresarios y los burócratas y votaron continuar la lucha, rechazando al mismo tiempo, por ser contrarías a la lucha, las recetas de los iluminados del “voto en urnas para conocer la opinión de todos".
La autocrítica del acta firmada se hace después de concluida la lucha (y cuando esta había obtenido de la patronal el compromiso de no represaliar a los huelguistas), por eso no tiene ningún valor.
La autocrítica no es tal, sino una maniobra. Que no es una autocrítica lo demuestra el hecho de que no ha significado ninguna rectificación concreta de la política del Mas en el Español: el bloque con West Ocampo continúa monolítico.
En toda esta lucha el PO se mantuvo en todo momento, y aun en las circunstancias más difíciles del lado de los trabajadores en lucha. Esta es la única actitud digna de un partido que pretende llamarse de la clase obrera: con los trabajadores, contra la patronal, la burocracia y el Estado.
La frialdad y el repudio con que fue recibida esta “autocrítica” revelan la gran experiencia que los compañeros del Español han hecho con la demagogia izquierdista del Mas, discursos para las tribunas y la televisión, carnereo de la lucha concreta.