Sindicales

11/7/2020

Ileana Celotto: “la cuarentena nos afecta y no hay una política para atender la salud mental“

Entrevista a la secretaria general de la AGD-UBA.

El jueves 9 de julio, Prensa Obrera entrevistó a Ileana Celotto, secretaria general de la Asociación Gremial Docente de la UBA y referente de la Coordinadora Sindical Clasista y del Plenario del Sindicalismo Combativo. La entrevista estuvo a cargo de Mariana Romano.

La entrevista comenzó encarando los reclamos de los docentes universitarios frente a la virtualización forzosa, y las conclusiones que dejó el novedoso #ApagónVirtualDocente convocado por AGD-UBA el viernes 3 de julio. Luego, aprovechando que es profesional de la salud mental y en relación con la situación de la pandemia y el aislamiento social, habló sobre los cuadros de angustia y depresión que genera y sobre el significado de la decisión del gobierno de separar la salud mental y salud física. En una segunda parte, la entrevista recorrió la historia militante de Ileana: su incorporación a la Ters en 1973, la militancia bajo la dictadura militar -sobre la cual contó experiencias e historias emocionantes-, y finalmente la construcción de un sindicato docente independiente y su fundación prácticamente en las calles en las combativas jornadas del 2001.

Virtualización educativa: flexibilización docente y privatización de la educación superior

 

 

Sobre los reclamos de los docentes en torno a la virtualización de la actividad, Ileana Celotto destacó la profundidad del problema en relación con la política de mercantilización y privatización de la educación superior.

“Hay una cosa mucho más de fondo que debe ser planteada y que no se ve: el tema de la virtualización tiene raíces muy profundas en un intento de avanzar en un cambio sustancial en la educación superior. Si se puede empezar a tener un docente en un aula virtual, con capacidad inmensa, flexibilizando al docente, se ahorra presupuesto en aulas, en salario y en mantenimiento. Es un proceso muy profundo que tiene que ver con la mercantilización y privatización de la educación superior, que viene de los ’90 y que está planteado en la Ley de Educación Superior de Menem. Aprovechando la pandemia, tratan de meterlo. No peleamos solamente por lo que sucede ahora, sino para que no quede instalado. Desde la Unesco hasta los rectorados miran cómo esto puede llegar a quedarse. Como la reforma laboral, montados en la pandemia tratan de meterlo con diferentes formatos”.

Sobre el #ApagónVirtualDocente explicó la dificultad de medirlo por la misma virtualidad, pero destacó como señal una importante repercusión mediática que expresó el malestar que se siente en la docencia. “El 59% de los docentes ha visto sus ingresos familiares reducidos. El 77% se sentía más precarizado con la virtualidad. Los motivos eran el no respeto de las horas de trabajo –en Medicina trabajadores ad honorem denuncian que sábados a las 23:00 les mandan para que armen trabajos prácticos para los estudiantes- y la conversión a la virtualidad con falta de equipos y capacitación demanda una cantidad de horas inmensa, más allá del momento de la conexión. Ahora vamos a una reunión de la Mesa Ejecutiva de AGD-UBA para debatir cómo continuamos, porque está pendiente la paritaria docente, un comité de crisis paritario en la UBA y el reconocimiento de las dispensas y licencias y los costos del material técnico para la virtualización”.

Apropósito de estos temas, Mariana agregó que estos debates se plantearon en relación con la ley de teletrabajo, que aprovecha la necesidad de regulación de la tarea para abrir la puerta a la legalización de la precariedad y la flexibilización laboral, y señaló que incluso está demostrado que las patronales se ahorran un montón de costos aún haciéndose cargo de parte de gastos del teletrabajo  y sobre la forma en que la flexibilización pesa en el sector de los docentes ad honorem, que en muchos casos se hacen cargo de las tareas de la virtualidad, que se agregan.

En ese momento llegó el saludo de Romina Del Plá, quien además de ser secretaria general de Suteba Matanza es docente en la UBA y afiliada a AGD “muy apreciada”. “Como diputada nacional ha tomado siempre los reclamos de los docentes”, destacó Ileana.

Pandemia, aislamiento y salud mental

 

En relación con la situación que genera la pandemia y el aislamiento obligatorio, y aprovechando que Ileana Celotto es psicóloga, se le preguntó acerca de los problemas en salud mental que se presentan o profundizan. “El gobierno ha opuesto la supuesta protección de la salud física -que sabemos que está lejos de estar garantizada- a la salud mental. Incluso niega los efectos que puede producir la cuarentena y de hecho no hay especialistas del campo en el ‘comité de expertos’ que acaba de conformar. En Prensa Obrera un reciente artículo de Hernán Scoro, profesional de la salud, habla de un ninguneo a la salud mental. ¿Qué opinión te merece? ¿Cuál debería ser la política en este tema?”, preguntó Mariana.

“Es muy profundo el hecho de que el gobierno convoque un comité de especialistas y no haya especialistas en salud mental. Habla de una concepción del sujeto. Nosotros somos sujetos sociales. Cualquier situación de la pandemia, pero también de una cuarentena –que creemos necesaria tanto como los testeos masivos-, como el hecho de no poder ver a los afectos, personas que están solas, las presiones laborales, las tareas de cuidado, las situaciones de violencia, generan angustia. Si existen, ¿por qué negarlas? Las niegan porque no le dan bolilla a la salud mental. Los compañeros y compañeras que trabajan en ámbitos ligados a la atención psicológica están absolutamente desprotegidos. Lo denuncian las compañeras de que trabajan en la línea 144, en el Hospital Ameghino, el Hospital Belgrano”. Hablaron también de los contagios de los hospitales de salud mental, como en el Borda o en el Moyano, registrado en las páginas de Prensa Obrera.

“La cuarentena nos afecta y no hay una política para eso. Por ejemplo, personas que han visto reducidos sus salarios, familias que forman parte de las organizaciones que salen a luchar por falta de alimentos, una mujer que hace las tareas del hogar y las presiones laborales, ¿eso no genera angustia? Como no hay medidas para proteger la salud física, o no alcanzan, no hay medidas en salud mental. La salud mental ha sido, para todos los gobiernos, el último orejón del tarro. Desde Apel, la agrupación de psicólogos de la que formo parte, venimos trabajando estos temas. El consumo de psicofármacos aumentó muchísimo en la cuarentena, todo quedó abandonado. A los gobiernos no les interesa. El vaciamiento opera desde una concepción de no tener en cuenta la salud mental”.

La militancia bajo la dictadura militar

 

Luego la entrevista recorrió la historia militante de Ileana. “Muchos compañeros en diferentes relatos de su vida y de su trayectoria militante nos nombran a Ileana. Los más jóvenes te conocen y hoy te referenciamos en el gremio docente y en la AGD-UBA, pero tenés una larga historia militante, desde 1973, luego el golpe militar, ¿qué podés contarnos de toda esa etapa?”

Tras contar su paso por la militancia en la Universidad Nacional de La Plata, cuando conoció a Patricia Barone, entrevistada unos días atrás también por Prensa Obrera, se introdujeron en el periodo de la dictadura militar.

“Fue un período muy bravo, pero valió la pena porque aquí estamos y siempre mantuvimos en pie no solo el fervor de la lucha por cambiar el mundo sino también el funcionamiento de una organización y una militancia revolucionaria. Nuestro periódico siguió saliendo. Difundíamos el periódico camuflado, metido en paquetes de pan lactal, en cajas de jabón, en cajas de papillas para bebe, en paquetes de cigarrillos, era todo un trabajo. Yo era parte de la cadena de reparto de materiales. De golpe me encontraba en una esquina y me daban bolsas de papilla, de jabón, paquetes de yerba –aportaron desde un comentario. Teníamos prohibido pisar la Avenida Corrientes. Nos reuníamos con muy poca gente. Cuando me casé, discutí con el partido la lista de invitados: podía haber 14 jóvenes para que no llame la atención. Hicimos con Daniel (Rapanelli) una lista. Tuvimos que tachar para poder agregar a nuestros hermanos y primos”, recordó Ileana entre risas.

“Lo mismo cuando nos encontrábamos en citas políticas. Había que tener pactado una coartada de dónde te conocías, qué estábamos haciendo. En julio, agosto, de 1976, me acuerdo que era fecha de finales, estábamos en el bar Caballito Azul, en Emilio Mitre y Rivadavia. Yo estaba estudiando biología, mi compañero, Daniel, estaba en una cita política. Se ve que el mozo escuchó. Cayeron cinco patrulleros. No teníamos ningún relato porque estábamos juntos, íbamos a casarnos. Cae la policía, nos revisa todo, agarra mi libro y encuentran un resumen, que era de una persona a la que se lo había prestado tiempo atrás. Cuando lo despliegan empiezan a leer ´5×1 no va a quedar ninguno´, ´la sangre derramada del pueblo´. Quedamos detenidos. Tuvimos mucha suerte, nos salvamos. Fuimos muy coherentes porque las historias coincidían. Yo insistí en que había prestado el libro. Inventé un nombre. Nos salvamos porque en un momento llegó un cana, se notaba por su vestimenta que era un superior, un garca, pero estaba formado. Le expliqué todo. Que el volante era de otra época. Se dio cuenta que tenía razón, que era viejo. Nos liberaron. Nunca voy a olvidar la sensación. Era la comisaria Valle de Caballito. Queríamos correr pero salimos caminando despacito, con miedo a que nos tiren por la espalda. Nacimos de nuevo. Otros compañeros y compañeras no tuvieron esa suerte”.

“Un día me encontré en Independencia y Jujuy con un militante del Partido Comunista para intercambiar periódicos. Ellos tenían la caracterización de que había una ‘dictablanda’. Yo lleve nuestro periódico camuflado. Él lo saca abiertamente. Se me congeló la mano. ‘Nunca más me das algo así’, le dije.” Ileana contó que Luis Oviedo, el Gurí, le llevaba el periódico a la casa, camuflados en bolsas intercaladas con otras cosas. “Un día llega pálido. ‘Me salvé’, me dijo. Lo habían parado y justo donde metieron la mano encontraron el camuflaje”.

“Habla muy bien de los cuidados que teníamos”, comentó Mariana.

“Nosotros teníamos una caracterización, que se venía el golpe. No ese día, porque no teníamos una bola mágica, pero que iba a haber un golpe. Yo el día que se diera el golpe me tenía que encontrar con una persona, en un lugar, a un horario y llevarle algo, yo sabía eso. El 23 de marzo yo había tenido un casamiento de una pareja de la UJS. Me había acostado tardísimo. Me despierta mi abuela, que sabía que si había un golpe me tenía que despertar. Salí corriendo. Me encontré con Miguelito, el hijo de Cata Guanini. Todo esto lo pudimos hacer gracias a una caracterización política. Esa misma noche me encontré con una compañera, actualmente amiga, Maura: vimos juntas como pasaban los tanques por Avenida Córdoba”. “Abrazo militante y recuerdo nítido del 24 de marzo de 1976 en Canning y Corrientes”, mensajeó Maura apenas terminada la entrevista.

La construcción de la AGD-UBA y las jornadas del 2001

En la última parte, Mariana le pregunto por la construcción de la Asociación Gremial Docente de la Universidad de Buenos Aires.

“Previo a ello tengo que hablar de mi militancia con la Lista Naranja de psicólogos con los que peleamos por la conducción de la Asociación de Psicólogos de Buenos Aires”, adelantó Ileana. “Después sí, con Ana de Once hablamos de que nos teníamos que insertar en un lugar de trabajadores, un hospital o la universidad, y entré a la universidad en el año 1987. Ese año hubo una gran huelga docente y otra luego en el ’88 impresionante. Fuimos constituyendo, interviniendo, no existía AGD”.

Mariana mencionó los antecedentes en la historia de la AGD, relatada en su sitio web, www.agduba.com.ar, de las huelgas de los años 1987, 1988 y 1989.

“Ahí empecé a participar, existía la Ciduba (Coordinadora Interfacultades Docente de la UBA), luego fui parte de la minoría de Aduba (Asociación Docente de la UBA). Así que en la universidad empecé por los centros de estudiantes, luego estuve en la minoría de los gremios y, finalmente, la AGD que surgió de abajo, respondió realmente a la organización de los propios activistas que formábamos parte de Aduba, frente a una burocratización e imposibilidad de tener la organización que necesitábamos. Creo que hicimos bien, al principio no la veía, hoy somos el sindicato clasista, de lucha, en la UBA”.

Ileana recordó que las jornadas del 2001 fueron una suerte de bautismo de la AGD, que salió a la calle junto con Suteba Matanza. Únicos sindicatos que estuvieron movilizados el 19 y 20 diciembre, levantando las banderas de la clase obrera. Como ahora, que la AGD ha votado a favor del proyecto del Frente de Izquierda de un impuesto a las grandes rentas y fortunas.

Sobre su experiencia personal en el Argentinazo dijo que recordaba dos cosas. Una, sentada tras una de las largas marchas que iban caminando a Plaza de Mayo, en la plaza en un banco junto a Gustavo, un compañero del Partido Obrero con el que se conocen desde la dictadura, pensando cuál sería la evolución de los hechos. Y, segundo, los dolores de cabeza que traía la suspensión de la fiesta de fin de año de AGD-UBA, convocada cada viernes de diciembre en la Facultad de Psicología en la sede de Independencia, y que una tras otra debieron levantar para ir a marchar.

Al finalizar, entre gran cantidad de afectuosos saludos que enviaban los y las presentes vía Instagram, quedaron pendientes para una próxima entrevista muchos temas que se abrieron y generaron mucho interés: el contraste entre las iniciativas de lucha del sindicalismo clasista y antiburocrático ante la parálisis de la burocracia sindical; las preguntas sobre la militancia bajo la dictadura militar; los y las compañeros y compañeras mencionadas que encarnan la historia del Partido Obrero.

“No sé si hay compañeros jóvenes escuchando, quizás es más importante para ellos que para los que hace muchos años que estamos en la militancia poder decirles que la mejor elección que hice en mi vida fue militar y ponerme a disposición de la construcción de la revolución”, cerró Ileana.