Sindicales

30/4/2014|1312

Impresores: una respuesta al PTS

La crítica a nuestro balance de la lucha en la gráfica Impresores que publica el PTS bajo el copete: «tropiezo de la Naranja en gráficos», es un perfecto ejemplo de cómo razona una secta.

El artículo sostiene que se perdió porque La Naranja se negó a seguir «las propuestas de coordinación de la Bordó», impidiendo que «se unificara con Kromberg».

En realidad, fue al revés; al bloqueo que realizó Kromberg contra los despidos fueron más 80 compañeros de Impresores; fue Kromberg la que participó poco de la lucha de Impresores. Pero ya había sufrido una derrota y el activismo estaba golpeado, por lo tanto, no hay nada que recriminar.

Dice que realizamos «un corte de Panamericana sin convocar organizaciones, salvo (…) aquellas que integran la Naranja». Pero a La Naranja no la integran organizaciones, de modo que en ese corte, que fue muy exitoso, sí hubo otras fuerzas. Fue la Bordó la que faltó sin aviso. Y lo mismo ocurrió durante casi todo el conflicto: se hicieron acampes, movilizaciones, actos en el ministerio y -como ya se lo hemos señalado- la participación de la Bordó fue de escasa para abajo.

El PTS reconoce que se libró una enorme lucha «con paros, bloqueos y corte de ruta», pero separa las «muestras que dieron los trabajadores» de la intervención de La Naranja, que sólo se habría enfocado a «evitar la influencia de otras organizaciones». ¡Qué burdo!
Lo decisivo fue que el conflicto y, sobre todo, los ataques posteriores de la patronal, agotaron a la interna al punto de inmovilizarla. La derrota electoral fue el resultado de la incapacidad del activismo, y de La Naranja, de contrarrestar la división del taller.

La de Impresores fue una gran lucha, que desplegó una enorme iniciativa; aunque no alcanzó para quebrar a «una patronal muy dura (que llegó a meter la policía a la planta para romper una asamblea obrera)». Como la de Atlántida, son derrotas que jalonan el proceso de formación de la vanguardia.

Decir que Impresores y Atlántida se parecen porque fueron derrotadas (¿por qué no meter en esa bolsa, por caso, a Mafissa?) es lo peor del artículo. Ya escuchamos estos argumentos reaccionarios muchas veces, por ejemplo contra la ocupación de la Ford del ’85 o contra la lucha del Casino.


Miguel Bravetti