Sindicales

7/7/2007|898

Interpack: se largó la lucha por el salario


Aunque nuestros salarios duplican los valores de la escala de convenio, se han reducido sensiblemente y no superan el 7 por ciento de la facturación de la compañía.


 


Interpack es la quinta fabricante de envases impresos en Latinoamérica, y el Grupo Herman Zupan, su propietario, domina gran parte del mercado de packaging, pues es dueño directo o asociado de numerosas empresas: Interpack y Farmográfica (envases de cartulina), Celomat (envases flexibles), Mead Pack (latas de aluminio), Tetra Pack (tetrabrik) y Papelera del Sur (cartulinas), además de fábricas en Chile y Brasil.


 


Las asambleas generales en ambas plantas fueron masivas, pese a los previsibles anuncios de que se descontarían los jornales, los viáticos y los premios (incluye un premio anual de presentismo de 400 pesos).


 


En la planta 2, la actitud patética del Jefe de Personal, “volanteando” el comunicado de la empresa por las máquinas, sólo reforzó la decisión de sostener la asamblea, que fue total.


 


Lo más relevante del actual conflicto es la incorporación al plan de lucha del sector de offset, tradicionalmente reticente a cualquier medida de fuerza y un fuerte opositor a nuestra interna y a “sus métodos radicalizados”.


 


El plan votado por unanimidad (hacer caer la producción gradualmente hasta el paro) se cumplió en forma abrumadora los primeros días: de todas las líneas sólo una máquina trabajó normalmente en uno de los tres turnos.


 


La preocupación de la empresa por el alto acatamiento y por el fracaso de sus intentos divisionistas no pudo disimularse.


 


La coordinación de la medida constituye un gran paso adelante para el taller, aunque tiene el defecto de que aún no hemos logrado establecer un reclamo común: mientras la planta 2 reclama una paritaria interna por la actualización de los premios de producción, en la nuestra se rechazó la idea de luchar por “más premios”, defendiendo el criterio de un porcentaje del ingreso global. Se votó un 25 por ciento, lo que equivale a aumentos que van de los 250 a los 700 pesos aproximadamente.


 


El alto componente de “premios” de los salarios de Interpack siempre fue un “talón de Aquiles” a la hora de emprender acciones de lucha y una modalidad que descarga parte de los riesgos empresarios sobre los trabajadores.


 


El salario variable (que Menem aspiró a imponer en toda la industria) es una variante apenas enmascarada de pago a destajo, siempre combatido por la clase obrera. Los sindicatos automotrices yanquis lograron su eliminación en los años 50 luego de grandes combates; fue también una bandera de los sindicatos clasistas cordobeses e incluso, es muy oportuno recordarlo, una de las demandas de la primera huelga gráfica de este país.


 


Otro punto que en la planta 2 no fue considerado es el reclamo de la efectivización de los compañeros contratados por agencia; nosotros hicimos varias denuncias y pedidos de inspección al Ministerio de Trabajo.


 


El sindicato, por su parte, repitió su triste papel de “cero a la izquierda”, asomando su nariz de últimas en la asamblea de planta 2 para expresar su “apoyo a todo lo que los compañeros decidan”.


 


Digamos de paso que viene de sufrir una contundente derrota en las recientes elecciones internas. En Interpack 1, por segundo año, no logró armar lista y más del 80 por ciento del plantel presente apoyó la gestión de la interna Naranja (con sólo dos votos en blanco); mientras en la 2, aunque con un resultado más ajustado, se ratificó también a la conducción que el año pasado desplazó a los verdes.


 


Mientras la actividad gráfica y editorial —es decir, las ganancias empresarias- crece a un ritmo cercano al 30 por ciento, el ongarismo se contenta con las migajas que le tiran en las famosas “paritarias” retruchas, donde todo se reduce a incorporar lo que viene por el gobierno y “abrir la escala” (esto significó, por ejemplo, para la categoría promedio, 14 pesos por arriba de los decretos).


 


Lo que tiene que hacer el sindicato gráfico, en lugar de palmearnos la espalda, es seguir nuestro ejemplo y convocar ya mismo al plenario de delegados, para fijar un reclamo y votar un curso de acción.