Sindicales

9/9/2004|867

Kirchner manda a Bonasso, Piumato y la Infantería contra la Rioplatense

En la gráfica Rioplatense, del Grupo Clarín, estallo hace dos semanas una formidable huelga general. Los reclamos eran recuperar el descanso de sábado y domingo contra un “turno diferido” impuesto a parte de la planta hace ocho años (con la alevosa complicidad del Sindicato); por un aumento de salarios del 50% (la patronal otorgo un 7% desde la devaluación); contra el emplazamiento de cámaras de televisión de control.


Del paro inicial se pasó a los piquetes de la puerta, después al bloqueo del movimiento de camiones (para impedir que se lleven los pliegos semiimpresos a otras empresas), más tarde a impedir el paso de los carneros administrativos. La conciliación obligatoria dictada por el Ministerio fue desoída; los piquetes pasaron a quemar gomas e instalar toldos, y una asamblea resolvió que todos los compañeros se quedaran a contraturno.


Promediando la huelga se empezó a discutir el pedido de apoyo al movimiento piquetero, lo que efectivamente se fio con la presencia de la Naranja Grafica y de Néstor Pitrola. La huelga cedió cuando 600 guardias de infantería, con camiones hidrantes incluidos, militarizaron la planta.


Nueva intervención


La Naranja impulso la resolución de que ningún taller hiciera las revistas de AGR-Clarín, con la movilización de las Internas de Morvillo y New Press, lo que derivo que la directiva convocara a los talleres de Offset, pero ya la huelga estaba levantada. El Polo Obrero de Pilar organizo, a pedido de los obreros, un piquete en Quebecor de Pilar, ante la total pasividad del Sindicato.


La Naranja llego a una treintena de talleres para sacar al gremio de la desinformación respecto del conflicto, especialmente en el diario Clarín. El bloqueo informativo del ongarismo derivo en una corrida a puteadas a la Interna de Clarín, a la que se le exigió el paro del diario (es la misma patronal). Pero la burocracia de la Comisión Interna de Clarín ni se le paso por la cabeza unirse a la lucha.


Néstor Pitrola estuvo en la puerta de Ciccone a las 5:30 horas de la mañana del miércoles 1, como parte del vuelco de toda la agrupación Naranja al apoyo del conflicto


El operativo de entrega


Ongaro no apareció jamás por el conflicto, siguiendo su tradición en los últimos 20 años. Estuvieron sí, en cambio, Piumato y Bonasso, pa­ra impulsar el acatamiento de la conciliación, mediante el ofreci­miento de garantías “presidencia­les” (cuando ya estaban las tropas en la planta).


Pocas horas después de la acep­tación de la conciliación reclamada por Bonasso, empezaron a llover los 120 telegramas de despido (incluye a representantes sindicales, de quienes se pide desafuero). El Sin­dicato impulsó acatar la concilia­ción de los despidos masivos.


Otra etapa


A los despidos siguió el lock-out patronal. Ya sabemos cómo “pisa” la señora de Noble en la Justicia y el aparato del Estado. La Interna se plegó a la línea del Sindicato de dis­cutir caso por caso quiénes podrían entrar a planta. El viernes se anun­ció que 50 de los despedidos podrí­an “tomar tareas a medida que la empresa lo vaya disponiendo”.


El resultado fue una tumul­tuosa asamblea. Los obreros no dejaron hablar a un asesor del Sin­dicato y exigieron “convocar el Plenario de Delegados en la puerta del Ministerio de Trabajo”. Una lí­nea similar desarrolló la Naranja: que el Cuerpo de Delegados deli­berara en la calle, frente a los huelguistas.


Los obreros, por su parte, mon­taron piquetes de todos los despedi­dos en las puertas de la empresa. Las disposiciones tomadas, en el di­fícil cuadro, son acertadas. Con el operativo de otros 200 policías para desalojar a los despedidos de Firestone, queda claro que la ofensiva contra la lucha obrera es una sola: “Se trata también -dice el insospe­chable Clarín (6/9)- de sacar las pro­testas sindicales de la calle”.


Se evidenció el papel de la nue­va CGT, que irrumpió para apoyar la posición del Sindicato de acatar la conciliación, asociada a la “ges­tión presidencial” de Bonasso.


La huelga de AGR puso en la mesa que el ataque represivo no se limita a los desocupados y pique­teros, sino que se extiende a toda la clase obrera.


Vamos con AGR. Cobrémosle caro los despidos al pulpo Clarín.


Que todo el gremio salga a apo­yar a la Rioplatense.


La Naranja lleva una clara po­sición a todos los delegados y tra­bajadores: unir al gremio en un paro activo con movilización por. apoyo integral a AGR, pago de to­das las deudas atrasadas en Ciccone. Crónica y demás talleres, e inmediato aumento general para todo el gremio gráfico.