Kromberg: Conclusiones de la lucha

Luego de diez días de piquetes, paros y movilizaciones por la reincorporación de doce trabajadores, la lucha de Kromberg (Parque Industrial Pilar) terminó con el despido de cuatro activistas y ocho trabajadores que "arreglaron" su cesantía.


A pedido de la patronal, la policía reprimió los piquetes para permitir el ingreso de los contratados y a todo un sector de trabajadores que reclamaba entrar, y para permitir el ingreso y salida de la producción. A partir de esa represión y desalojo, la lucha por la reincorporación y el cumplimiento de reclamos pendientes ingresó en otra fase.


Los trabajadores votaron ingresar a la fábrica y seguir el paro desde adentro, una medida que buscaba ganar a todo un sector de la fábrica que no se había plegado al paro, así como también disputarle a la patronal el control de la producción. Luego de horas de paro dentro la fábrica, la patronal realizó una asamblea con el sindicato plástico, administrativos, líderes y supervisores, y le impuso al activismo el levantamiento del paro. Dejaron a cuatro activistas afuera, pero con la propuesta de pagar los días de huelga. También prometieron la realización de la elección de delegados del gremio plástico y el fin del maltrato a los trabajadores.


Un balance necesario


Las diferentes acciones que realizaron las obreras de Kromberg, como el corte de todas las entradas del parque industrial por catorce horas, permitieron demostrar el avance de la conciencia de los trabajadores del parque que, en el caso de varias fábricas, se plegaron a la lucha. El caso de los gráficos de Impresores fue ejemplar, sumándose más de 60 trabajadores al piquete.


Los trabajadores tuvieron que enfrentar no sólo a una patronal multinacional que produce para las principales automotrices. Debieron luchar contra el acuerdo de esta empresa con la policía y las diferentes burocracias sindicales, que todo el tiempo jugaron un papel de división de los trabajadores.


La burocracia del gremio plástico mandó un micro lleno de patoteros para intimidar a las mujeres. Y en el final del conflicto, volvió a hacerlo para imponer junto con la empresa el levantamiento de la medida con los activistas afuera. La CTA, que había afiliado a más de cien trabajadores -el detonante para que la empresa eche a los principales activistas- también jugó un papel divisionista. Por un lado, planteando en reuniones con la comisión votada en asamblea levantar medidas de lucha si se daba la reincorporación de tres de los doce despedidos. También plantearon que ellos no iban a luchar por la reincorporación de un despedido que no estuviera de acuerdo con sus ideas.


Una nueva etapa


Aunque el despido de los doce trabajadores es una derrota en la lucha de Kromberg, el desafío de organizar la fábrica para terminar con la política de despidos, incumplimiento del convenio y otros reclamos pendientes es fundamental. En primer lugar, se tienen que garantizar las promesas que planteó la patronal. Luego, hay que seguir el proceso de organización, preparándose para las elecciones de delegados. Es necesario que preparemos la presentación de una lista combativa y antiburocrática que se plantee la recuperación de la comisión interna para defender los intereses de los trabajadores y lograr avanzar por los reclamos pendientes.