Sindicales

30/1/2018

“La burocracia estuvo entre quienes confeccionaron las listas de despedidos”

Entrevista con Jimena Lettieri, trabajadora del hospital Posadas y militante de Tribuna Estatal.

Mientras esto se escribe (martes 30 de enero, 10 horas) una fuerte movilización se concentra frente al Ministerio de Salud nacional para marchar luego a Desarrollo Social. El propósito de la marcha es impedir la destrucción –vía despidos y contrataciones− del hospital Posadas, mientras ATE convoca a un paro nacional en solidaridad con los trabajadores de ese enorme centro hospitalario. En otras palabras: cada medida contra el trabajo y la salud del pueblo es respondida con la lucha. El gobierno no las tiene todas consigo en su política antiobrera.


Jimena Lettieri es trabajadora del Posadas desde hace 17 años, siempre en calidad de contratada. “Es la situación de la mayoría de los compañeros –le dice a Prensa Obrera−, hay gente que lleva aquí entre 15 y 20 años de trabajo y siempre contratada: un fraude laboral escandaloso”. Jimena es, además, militante de Tribuna Estatal y ex candidata a la secretaría de ATE Morón, dirigida por el burócrata y patotero Darío Silva. Silva apareció abrazado con el intendente de Morón, Ramiro Tagliaferro (Pro), al tiempo que el gobierno municipal –sus trabajadores están entre los peores pagados de la provincia desde tiempos de Martín Sabbatella− despedía a 500 empleados.


Como se ve, el problema está lejos de ser nuevo. Macri y María Eugenia Vidal simplemente han aprovechado el regalo recibido de gobiernos anteriores para no renovar contratos y dejar gente en la calle. Para eso han acudido a la fuerza física directa: “El hospital está militarizado –señala Lettieri− desde hace por lo menos un año, pero ahora hay de manera permanente tropas de la Policía Federal y de Gendarmería adentro del predio”. Los policías se dedicaron a quebrar a palos la primera asamblea de los trabajadores ante los despidos, mientras Gendarmería impidió una manifestación sobre el kilómetro 16 del Acceso Oeste. Los movilizados fueron también golpeados por una patota sindical. Resulta obligatorio recordar, además, que el nuevo director del Posadas es Pablo Bertoldi, quien no está ahí por sus méritos profesionales sino por ser ladero de la segunda al mando de la AFI (ex Side), la represora Silvia Majdalani. Y cuando la dirección de un hospital queda en manos de un esbirro, lo demás viene por sí.


“O peor aún –sigue Lettieri− porque los patoteros fueron los mismos miembros de la comisión directiva de ATE Morón, ni siquiera ‘tercerizaron’ la represión: fueron ellos mismos, armados y con palos, a atacar a los trabajadores. Dejaron dos compañeros con heridas serias y varios contusos”. Como se ve, la burocracia es, en este caso como en otros, una fuerza de choque al servicio de la patronal. “El secretario adjunto de ATE Morón, Leonardo Cejas, le dijo a uno de sus laderos, y está en un audio, ‘quedate tranqui que vos no estás’ (entre los despedidos). Eso prueba que la burocracia estuvo entre quienes confeccionaron las listas de los que quedaban afuera”.


“Los despedidos –informa Jimena− son 122. En el hospital rige el sistema perverso de las contrataciones perpetuas, como es mi propio caso, y la gran lucha empezó cuando quisieron llevar a 12 horas diarias la jornada de trabajo de los enfermeros del turno noche. Ellos hicieron paros y asambleas, sin el sindicato o con el sindicato en contra, y finalmente su pelea logró que un amparo judicial los protegiera. Silva, en esa época, no convocó a nadie, él ya había aceptado una tregua con la dirección del hospital. Por eso ahora dice que la culpa de los actuales despidos la tienen la izquierda y el Cicop, el único sindicato antiburocrático de cuantos están en el Posadas. El otro es UPCN, que directamente se borró”.


“Una resolución de la directiva del hospital –continúa− incluyó tres anexos: una parte de los contratados continúa en esa condición hasta el 31 de marzo y otra hasta el 31 de diciembre. Los que no están en ninguna de las dos categorías se quedan en la calle, con el contrato no renovado. Ni siquiera se mandó telegrama de despido y la resolución se dio a conocer 15 días después del hecho consumado, o sea que despidieron con retroactividad. La burocracia, a todo esto, trata de sembrar miedo con la patota, pero sobre todo confusión con su campaña macartista”.


“Además –finaliza Lettieri− los despidos constituyen una abierta persecución sindical: tienen el contrato rescindido 17 de los 23 dirigentes del Cicop, entre otros activistas sindicales”.


Esta gran lucha recién comienza.