La CGT de Macri, en formación

Más que nunca: Congreso de Delegados de Base

En estos días se aceleraron las reuniones en Sanidad y el Sindicato del Gas para armar una nueva conducción de la CGT, lo que tendría lugar en mayo, al vencimiento del mandato del actual Triunvirato. De esas reuniones participan los gordos de Daer y compañía y los “independientes” de Andrés Rodríguez y Gerardo “Batallón 601” Martínez. También se incorporaron a la rosca sectores como las devaluadas “62”, capitaneadas por Uatre, los agentes más directos de Macri en el movimiento obrero.



A excepción de Pablo Moyano que renunció al Consejo Directivo -y de un pequeño grupo de dirigentes que lo siguen, entre los que no se cuenta Schmid-, hay más actores en la conversación, al punto que además de Héctor Daer, suenan para el cargo de secretario general, Sasia, de la UF, y Pignanelli, del Smata. Ambos firmaron últimamente convenios de flexibilidad laboral en sus gremios, adelantando el rumbo que toma la reforma laboral, que no pudieron tratar como ley después de las jornadas de diciembre: arrasar los convenios y paritarias desindexadas a la baja, a la par de la salida de los DNU y las posibles leyes fraccionadas que reemplacen a la ley ómnibus que había pactado el Triunvirato.



Es significativo. Tras las combativas jornadas de diciembre y el giro popular contra la reforma jubilatoria, se acentúa el colaboracionismo de la burocracia sindical. Los trabajadores hacia un lado, la burocracia sindical hacia el otro. La razón profunda es que el rumbo de la burguesía en su conjunto es agravar la ofensiva contra la clase obrera, intentando contrarrestar los desequilibrios económicos capitalistas -la avalancha importadora, la inflación y el endeudamiento, mediante un incremento de la tasa de explotación de los trabajadores. El combo propuesto a los mineros del Turbio concentra esta perspectiva: despidos, rebaja salarial y convenio a la baja. En el Inti, un golpe antisindical para viabilizar el desmantelamiento.



Es un horizonte que estará plagado de choques y contradicciones. Los despidos están en el orden del día, no sólo por el ajuste privatizador en el Estado, sino también por la crisis industrial de ramas enteras y porque a los convenios flexibles, como el de petroleros, le siguen miles de despidos. El desfinanciamiento progresivo de la Anses hará estallar incluso la nueva fórmula de actualización jubilatoria.



A término, la viabilidad de la política macrista requiere una derrota de la clase obrera. Las luchas están y estarán en el orden del día. La nueva CGT se anota para defender la casta de la burocracia sindical en medio del vendaval, aún en el caso que la nueva conducción se declare pejotista y opositora a Macri, su línea central es el colaboracionismo.



En este cuadro debuta el grupo opositor de Moyano, Yasky, Palazzo y Grabois. Ya analizamos desde estas páginas la falta de continuidad y de perspectivas del 21F en el que Moyano llamó a “votar bien” en octubre de 2019, cuando el ajuste y la ofensiva hayan transitado cuatro años de Macri y su pacto fiscal con los gobernadores, del propio PJ en la mayoría de los casos.



Ahora, ante el paro internacional de la mujer del próximo 8M, superponen una convocatoria alternativa a la de las organizaciones de lucha de la mujer, en la que no organizan paro alguno y en la que amputan (ver artículo) el reclamo por el aborto legal.



La mano de Bergoglio, a través de la CTEP parece evidente en esta maniobra de neto corte burocrático, porque ninguna de las organizaciones firmantes ha abierto debate alguno en las organizaciones obreras respecto del flagelo que implica el aborto clandestino para la mujer trabajadora. Así las cosas, el 8M será para el clasismo un nuevo escenario de lucha política en las fábricas y lugares de trabajo contra la burocracia sindical oficialista y también la opositora.



El paro activo nacional y el plan de lucha para llevar las luchas a la victoria y derrotar el plan de guerra de Macri y los gobernadores no pasa por las maniobras de la oposición pejotista y clerical, sino por poner en pie a la clase obrera como fuerza social en la lucha y como alternativa política. Por un 8M masivo, por un Congreso de delegados mandatados por asambleas de todos los sindicatos, sean de las fracciones de la CGT o la CTA. Al ajuste le hacemos frente con los trabajadores.