Sindicales

25/4/2023|1667

La CGT, entre Massa y la embajada norteamericana

CGT y Sergio Massa.

En medio de la escalada inflacionaria, la corrida cambiaria y el ajuste contra los trabajadores activos, jubilados y desocupados, después de siete meses, se reunió el concejo directivo de la CGT. El despertar de la permanente hibernación merece atención. Tres hechos sobresalen. Se reunieron con la subsecretaria de Estado norteamericana Wendy Sherman y el embajador Marc Stanley en la mítica Embajada, sede de todas las conspiraciones contra los trabajadores y la soberanía nacional que riegan la historia argentina. Produjeron un documento que advierte sobre la descomposición social y promueve un “consenso de mediano y largo plazo”. Y convocan a un acto el 2 de mayo en el que invitan a Sergio Massa. Todos los hechos tienen una íntima vinculación e importan doblemente porque el documento y el acto se han resuelto en unidad de los sectores que integran la central.

La influyente Wendy Sherman, previamente a la reunión, se abrazó con Sergio Massa en la República Dominicana, donde el ministro de economía hizo escala sólo para eso en su sexto viaje a los EEUU desde que ocupa la cartera de economía. La funcionaria, que evidentemente distingue al ilustre pasajero, le preguntó: “¿Sergio, vas a ser candidato?”, a lo que el tigrense habría respondido con una evasiva, según trascendió. Pero es claro el interés del Departamento de Estado en esa candidatura en el Frente de Todos y, para ello y por muchos motivos, tratar de evitar un estallido económico durante la gestión del ministro.

Luego se produce la reunión en la embajada norteamericana de la funcionaria y el embajador yanqui con Gerardo Martínez, Andrés Rodríguez, José Luis Lingeri y Marta Pujadas, abogada cegetista. Es cierto que no es toda la CGT, que es el inveterado sector de los “independientes” y que no estuvo Daer y el moyanismo. Pero Gerardo Martínez que encabezó la delegación, es el autor del documento de toda la CGT y el secretario de relaciones internacionales, de manera que estuvo la CGT. Recordemos que con Daer y el barrionuevismo incluidos ya se han reunido en más de una oportunidad con el FMI. Como se aprecia las reuniones con los representantes del imperialismo son infinitamente más frecuentes que confederal o congreso alguno, eventos que la CGT directamente ha olvidado.

Indudablemente el contenido del documento de unidad de la CGT ha sido parte del diálogo y resultado de esta saga de reuniones.

El documento comparte el diagnóstico que surge de leer cualquier diario o simplemente de vivir en la Argentina: “escalada inflacionaria, escasez de divisas, informalidad laboral y pobreza estructural que alcanza al 40% de la población…poniendo en riesgo la cohesión social”. Esto último vuelve a repetirse advirtiendo “a toda la dirigencia (que) no hay margen de deterioro económico sin riesgo de descomposición social”. Les hablan a la clase capitalista y sus políticos, de principio a fin, nótese que no mencionan la palabra salario, jubilaciones o planes sociales, no vaya a ser que alguien diga entonces que hay que luchar por todo eso.

Lo que Clarín y otros calificaron de “duro documento cegetista” es lo contrario. Una coartada para seguir apoyando lo inapoyable, el desastre económico que vivimos, en particular, la mayoría trabajadora nacional. El planteo para evitar exigir medidas urgentes contra el deterioro de los trabajadores (y no “de la economía” en general, lo que incluye a sectores que se llenan los bolsillos), es un “gran consenso económico y social de mediano y largo plazo –nada inmediato- promoviendo el desarrollo, la producción y el trabajo”. Palabras que suscribiría cualquier político capitalista. Lo del gran consenso nacional sería lo distintivo y es algo que incluye al peronismo y al sector de Larreta, Carrió y los radicales, que plantean, dentro de Juntos por el Cambio, exactamente lo mismo. Y por si quedaran dudas, más adelante y en negrita se refieren a “toda la dirigencia política, sin distinciones oficialismo y oposiciones”, semejante planteo abarca hasta Milei. Sólo estamos excluidos por definición el clasismo, el movimiento piquetero independiente, los sectores ambientalistas anticapitalistas, las organizaciones de derechos humanos independientes y la izquierda obrera y socialista.

Cuando al final formula puntos, el documento retrata definitivamente a la burocracia entreguista: reducir la inflación, promover la inversión industrial y el trabajo argentino mediante prácticas exportadoras con valor agregado, fortalecimiento del sistema de salud y seguridad social (no se sabe si público o privado), garantizar que esto no “agrave” la problemática ambiental, etc. En materia “social” promover la movilidad ascendente y la “justa” redistribución del ingreso. Qué capitalista podría estar en contra de estos enunciados. En cambio ni una palabra de salario y jubilación que cubra la canasta familiar, de terminar con el trabajo en negro y los falsos monotributos o la tercerización laboral. Ni allí. Peor, mucho peor, proponen “abordar los cambios en el trabajo asociados a la tecnología de la información y la inteligencia artificial promoviendo el diálogo entre los sectores involucrados”. Es el verso patronal para flexibilizar todavía más las condiciones laborales actuales, es justamente el contenido de ‘modernización’ de la reforma laboral que propone la agenda del FMI y de toda la clase capitalista. De reforma (anti)previsional no hablan, cuando es el segundo punto de la agenda del capital, seguido de los tarifazos sin tocarle un pelo a las privatizadas.

Es un documento ya consensuado con La Embajada y con Sergio Massa, que “se queda hasta el final, porque el final del gobierno es cuando Sergio se va”, según Malena Galmarini que a no dudar sabe de qué habla. El documento es la declaración de pasividad certificada que no habrá lucha por reabrir paritarias, por recomponer el salario, las jubilaciones y los planes sociales, que no se defenderán los convenios colectivos de trabajo para terminar con el negro y la precarización, que se aguantarán la “escalada inflacionaria” que describen sin mover un dedo, con revisiones y cuotas desde atrás. Para completarla Gerardo Martínez, en un revelador reportaje con Carlos Pagni expresó que la idea de “reforma laboral es obsoleta, porque ya no quedan convenios del 75”. Como dijo Barrionuevo “la reforma laboral la hacemos nosotros, gremio por gremio”.

Por eso, al otro día del día internacional de lucha de los trabajadores que evitaron una vez más, el 2 de mayo, se reúnen en un estadio de discretas dimensiones para lo que es el movimiento obrero argentino, cerrado, fuera de la calle, y con un invitado de honor: el ministro de la inflación que nos destruye el ingreso a los trabajadores, el del ajuste del FMI. Y no sólo para bancar su gestión sino aún para apuntalar la candidatura polémica del mariscal del desastre. Apuntemos que Pablo Moyano y el moyanismo sindical han comprometido su presencia, clarificando los tantos y los campos en el movimiento obrero.

El 1º de mayo llenaremos la Plaza de Mayo. Allí estará el Frente de Izquierda copando la Plaza del poder político el día mismo de unidad internacionalista y de lucha. Allí hablarán por el Partido Obrero Alejandro Crespo, con la autoridad de haber encabezado y encabezar cada día la lucha por un salario equivalente a la canasta familiar, por la cláusula gatillo y por superar la inflación, contra los despidos y por todas las reivindicaciones que abandona la CGT. Se oirá el reclamo de paro nacional y plan de lucha. Y hablará Gabriel Solano, nuestro precandidato a presidente que encabeza la campaña política nacional por el “fuera los políticos capitalistas”. Esos que sostiene hasta el final la CGT.

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