Sindicales

9/1/2003|787

La confiscación de una “fábrica recuperada”

La fábrica Zanello, productora de tractores instalada en Córdoba y una de las centenares de “fábricas recuperadas” por sus trabajadores, acaba de firmar un convenio con el Banco de la Provincia de Córdoba, el principal acreedor de la firma, para comprar la deuda que ésta mantiene con la entidad financiera. “Se compró más del 50 por ciento del total de las acreencias y estamos en excelentes condiciones para esperar el trámite judicial y ofertar lo que resta de la quiebra cuando salga el remate”, explicó Luis Visconti, integrante de la empresa (BAE, 2/1).


Esta operación contó con el respaldo del gobierno de la provincia, particularmente de Schiaretti, ministro de Producción y Finanzas. El Banco de Córdoba cedió a favor de la empresa el privilegio de los derechos sobre el inmueble afectado a la quiebra, cuyo acreedor era hasta ahora la entidad financiera oficial de la provincia.


Zanello está en manos de una sociedad anónima especial (Pauny SA), en la que los trabajadores poseen el 33 por ciento de las acciones. Otro 33 por ciento lo tienen los concesionarios y el último 33 le pertenece al personal jerárquico y superior. El 1% restante lo tiene el Estado municipal de Las Varillas.


Es decir, estamos en presencia de un consorcio donde los trabajadores son minoría. El capital de trabajo fue puesto por los concesionarios, quienes tiene un peso gravitante en la marcha de la empresa. Al día de hoy, desde el gerente general hasta el último operario gana el salario de convenio más el laudo 29 de la UOM, en total 540 pesos.


La empresa ha tenido una expansión gigantesca en un breve lapso de tiempo. Proyectaba, en un principio, fabricar 120 tractores, pero ya vendió 260, de los cuales 200 fueron entregados, y prevé armar 500 en el 2003. En la actualidad concentra el 80 por ciento de la producción nacional de tractores. Como resultado de ello, pasó desde marzo de 60 a 240 trabajadores y tiene previsto incorporar 40 operarios más.


El consorcio venía pagando un alquiler al juez de la quiebra por el uso precario del establecimiento. Nunca se avanzó en la expropiación de la firma, medida que tropezaba, por otra parte, con la cerrada negativa de De la Sota y de la Legislatura provincial.


Es decir, los obreros venían sosteniendo con su sacrificio, este canon locativo, y subsidiando a los acreedores. El acuerdo prevé que, a cambio de la cesión de derechos a favor de Zanello, la entrega inmediata de un millón de pesos y 60 cuotas mensuales con un interés del 15 por ciento anual, “la cuota se ubicaría en torno de los 150 mil pesos” (ídem).


El esfuerzo obrero ha ido a parar al pago de las deudas que la antigua patronal vaciadora de Zanello mantenía con sus acreedores. El Banco de Córdoba, que es el banco oficial de la provincia, actúa igual o peor que cualquier banco privado. No aportó un solo peso en estos meses críticos para el financiamiento del naciente emprendimiento obrero, actitud que contrasta con la generosidad con que el banco se manejó ante los capitalistas de la provincia, incluidos los antiguos dueños de Zanello. No sólo no pone un peso sino que, ahora, a través de este acuerdo, le quita el ahorro que han logrado reunir los trabajadores. Tal como lo destacó el propio Schiaretti, la operación no es ningún regalo, constituye un “buen negocio para el banco”, que se alza con 6 millones de pesos y rescata un crédito que daba por perdido y que habría pasado a la lista de “incobrables”.


La cuota de 150 mil pesos es equivalente a la suma de salarios que los trabajadores cobran mensualmente. Esos 150 mil pesos también habrían permitido aumentar los salarios y dejar de cobrar montos ubicados por debajo de la línea de pobreza. Esto nos da una medida de la sangría que este pago representa para los obreros de Zanello, para no hablar del desembolso inicial del millón de pesos. Este acuerdo –y esto es lo más grave– se prolonga en el tiempo, con lo cual el régimen salarial está condicionado y comprometido para los próximos 5 años. El riesgo que se abre es que, en la búsqueda de superar este chaleco salarial, el consorcio se abstenga de tomar nuevos trabajadores y haga recaer la mayor producción en el personal ya existente, es decir, pretenda superar este escollo apelando a una mayor explotación de los trabajadores.


El caso de Zanello es altamente instructivo, pues nos brinda una radiografía de las contradicciones que se presentan en una empresa recuperada “exitosa”, es decir, a la que “le ha ido bien”. Esas contradicciones, con más razón, se plantean y se agigantan en las restantes empresas ocupadas. La experiencia de Zanello pone de relieve la necesidad de pasar a una etapa superior de lucha para arrancarle al Estado el auxilio económico a los emprendimientos obreros, y colocar, a través de la nacionalización de la banca, los recursos financieros al servicio de los trabajadores y sus necesidades. El inicio del 2003 debe ser el puntapié para dar paso a la constitución de un gran frente de fábricas ocupadas, el que, en fusión con el movimiento piquetero, ponga en marcha un plan de lucha por este programa.