lguna vez tendremos que hacer las cuentas sobre la cantidad de gente del conurbano que se atiende en los hospitales del distrito”. La frase podría pertenecer a Aldo Rico, en su recordado incidente en el hospital de San Miguel. Pero no: son declaraciones del mismísimo Ibarra, recogidas por la TV a la salida del hospital Pirovano. ‘El presupuesto de Capital, para la población de Capital’, es uno de los principales slogans de campaña de Ibarra, Beliz y Cavallo. Un planteo ‘localista’ de claro contenido antiobrero, ya que es la población trabajadora del conurbano la que concurre a las escuelas y hospitales públicos porteños. Pero no es simplemente la campaña electoral la que ha instalado el debate sobre el presupuesto de la ciudad: las cifras recientemente difundidas de déficits provinciales muestran a la ‘rica’ Capital encabezando el ránking de las deudas provinciales. Beliz ha reclamado “una rediscusión a fondo con la Nación sobre… los índices de coparticipación” (Clarín, 19/1), mientras Ibarra le echa la culpa a los bonaerenses. Pero toda esta demagogia prepara, en realidad, un golpe sobre los trabajadores de la ciudad. Beliz propone “una reingeniería de todo el gasto público” (ídem), un término empleado universalmente para anunciar despidos masivos, en este caso de trabajadores municipales.

Pero los partidarios de dejar los recursos de Capital en Capital son, naturalmente, también partidarios de una descentralización al interior de la ciudad: “si bien la ciudad es una unidad -señala la frepasista Liliana Chiernajowsky- no son iguales las necesidades de barrios como Mataderos o Villa Soldati, o de zonas de Núñez o Palermo” (Clarín, 4/2). En las comunas propuestas por la Chiernajowsky, los vecinos debatirían “las prioridades presupuestarias”. Es decir que se apunta a una autarquía financiera que reservará la base impositiva de la gran propiedad para ‘sus’ comunas, mientras se desfinancia la infraestructura de salud y educación de la población trabajadora de la ciudad.