Sindicales
12/4/1991|327
¡A tomar nota!
La “flexibilidad laboral” en Estados Unidos y sus resultados
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“La idea de un empleo permanente de tiempo completo se está transformando en apenas algo más que un sueño para millones de personas, que están siendo dejadas con una paga baja y poca o ninguna protección de salud o vejez” (Washington Post, 3/4/91).
Esta es la terrible conclusión de un estudio realizado por la Universidad John Hopkins acerca de las tendencias del mercado laboral en los Estados Unidos, el país capitalista más rico y reiteradamente elogiado por su movilidad social.
De acuerdo al informe, la tasa de crecimiento del empleo eventual ha sido, desde 1973, mucho más rápida que la correspondiente a la del empleo permanente y de tiempo completo. En la actualidad, ese empleo precario responde por el 25% de la totalidad de la fuerza de trabajo de los Estados Unidos (35 millones de personas). El trabajador eventual se caracteriza por tener un empleo temporario, contratos de trabajo con plazo limitado y ocupación de tiempo parcial (menos de ocho horas diarias).
Siempre según el informe, los trabajadores de tiempo parcial ganan por el mismo trabajo, solo el 60% del salario horario de un trabajador permanente, en tanto que el trabajador eventual se encuentra en general en el piso más bajo de la escala salarial. Lo que el informe no dice, o al menos el Washington Post no lo reproduce, es que la presión de la masa de trabajadores eventuales ha reducido el nivel salarial de los trabajadores permanentes de un 5 a un 10% en la última década. La reducción directa de los salarios ha sido, por lo que se ve, uno de los factores más importantes de la tentativa capitalista de recomponer su tasa de beneficio. A pesar de esto, según coinciden todos los informes, la llamada “tasa de retorno” de las inversiones, que en el período del 50/70 fue de un 18% anual, cayó para el 8% en los últimos veinte años. Se puede concluir fácilmente de aquí que los capitalistas van a seguir apretando las clavijas.
El estudio de la Universidad de Hopkins ha establecido igualmente que el 75% de los trabajadores de tiempo parcial contratados por más de un año, no reciben seguro de salud de parte de sus empleadores, porcentaje que sube al 88% cuando se trata de contratos de tiempo inferiores al año. En lo que se refiere a pensiones para la vejez, menos del 20% de los trabajadores de tiempo parcial están incluidos en alguna clase de programa.
También harto interesante es lo que el informe señala con relación al seguro por desempleo. A pesar de que este no encuentra regulado nacionalmente por normas legislativas, los Estados federales han establecido condiciones que en la mayor parte de los casos impiden a los trabajadores eventuales acogerse a los beneficios del seguro a la desocupación.
Este es el resultado en los Estados Unidos de la “flexibilidad laboral" que se quiere imponer, y que ya se ha impuesto en gran parte, en Argentina, sea por ley o por medio de las convenciones de trabajo. Este es el resultado de la política que pregonan los Piccinini, para Acindar y aun como política general, con el argumento de que es necesario adaptarse a las tendencias de la reestructuración industrial o del trabajo que está procesando el capitalismo.
¿Pero es realmente la “flexibilidad” una exigencia impuesta por los cambios tecnológicos al proceso de trabajo?
Las consecuencias sociales degradantes que describe el informe lo desmienten. Lo dice explícitamente: “Mediante el contrato de trabajadores eventuales, las compañías no solamente ahorraron en sueldos y salarios, a menudo les ha servido para hacer cortes en gravosos (sic) beneficios (sociales)”. Si el trabajador eventual fuera una necesidad generada por los procesos de trabajo modernos, no se entiende por qué ello debería redundar en una reducción directa de los salarios horarios y de los sueldos mensuales, y en una derogación de los beneficios sociales. En realidad, la acentuación de la precariedad del trabajador responde a la necesidad capitalista de desvalorizar la fuerza de trabajo y valorizar de este modo la acumulación del capital. La “flexibilización laboral” no tiene que ver con las modificaciones que se operan en el proceso de trabajo, sino con la tendencia propia del capitalismo a desvalorizar la fuerza de trabajo, lo cual en períodos de crisis toma una forma directa o absoluta. Los trabajadores, en el curso de toda la historia, han opuesto a esta tendencia natural del capital su propia tendencia a defender el valor de la fuerza de trabajo. Mal que les pese a los Piccinini, para quienes la constatación de una necesidad del capital equivale a una correspondiente capitulación del movimiento obrero, los sindicatos han surgido históricamente como un instrumento de defensa del valor de la fuerza de trabajo contra las presiones desvalorizadoras del capital. Los “sindicalistas” partidarios de la “flexibilización laboral” no quieren admitir, indudablemente, que bajo el capitalismo el proceso de trabajo es un proceso de explotación social.
La burocracia sindical de Estado Unidos, AFL-CIO, que ha tolerado y fomentado el desarrollo de los trabajadores eventuales, con el argumento de que esto favorecería el desarrollo económico, ahora empieza a enfrentarse con sus consecuencias catastróficas. En toda la década y pico en que cobró fuerza la “flexibilidad laboral”, la competitividad norteamericana con relación a las otras naciones desarrolladas no progresó en lo más mínimo. El crecimiento del producto bruto fue en promedio la mitad del verificado en las dos décadas precedentes y, para peor, se concentró en el rubro “servicios”, es decir, banca, bolsa, comercio, publicidad, especulación. La recesión que comenzó a mediados del año pasado, ha concluido por mandar todas las ilusiones sobre la “flexibilidad” a la basura: la tasa de desocupación se aproxima al 7% del conjunto de la población activa—a sea la friolera de más de ocho millones de personas.
En estas circunstancias, la AFL-CIO pretende plantear, según el informe de la Universidad de Hopkins, medidas legales para garantizar la igualdad salarial y de derechos sociales para los trabajadores eventuales. Pero si llegara a luchar realmente por esto, la feroz réplica que recibirán de la patronal les terminará por enseñar que todo el objetivo de la “flexibilidad” es sólo y exclusivamente la desvalorización de la fuerza de trabajo, es decir la miseria de la clase obrera.