Otra vez tapa de La Nación : La Iglesia contra los subsidios a los desocupados. Eduardo Serantes, de Cáritas, expresó (que) “con la universalización de los planes sociales para aquellas personas indigentes se acabaría de inmediato el reparto clientelar de esos programas” ( La Nación , 7/3).

 

En la frase está la trampa. Lo que se universaliza no es un subsidio a todos los desocupados, sino el llamado Plan Familias para mamás indigentes.

 

La Iglesia “destaca positivamente la decisión del gobierno de crear por decreto un Consejo Consultivo que controla los planes (con la Iglesia y las patronales), antiguo reclamo que Kirchner aceptó”, e “insistió en emplear a los beneficiarios de los planes asistenciales” (ídem). Ya los obispos Olmedo y Casaretto dijeron en julio pasado: “El que no trabaja no cobra, la asistencia será para las mamás de más de tres hijos en situación de indigencia”. Posición registrada al aire en el programa “Dominó”, en un debate de Olmedo con el Polo Obrero.

 

La “reconversión” al Plan Familias ya abarca 74 de los 2.000 municipios. La Iglesia quiere ir con el cuchillo a fondo contra lo que queda de las conquistas del movimiento piquetero.

 

La Iglesia se queja de la lentitud del proceso. Para Serantes “hay muchas dificultades con los programas productivos del plan Manos a la Obra”. Efectivamente, subejecutaron centenares de millones de estos programas que son un curro para cooptar dirigencias punteriles y piqueteras que se prestan para ello, pero no dan trabajo a nadie.

 

Nada suplanta el respeto a la jornada laboral, el reparto de las horas de trabajo, la reapertura de las fábricas cerradas, la inversión masiva en obras públicas y viviendas populares, el fin del trabajo en negro, la vigencia de los convenios y el fin de la flexibilidad laboral; pero de eso no se habla entre la jerarquía eclesiástica porque tocaría el bolsillo de prominentes católicos como Rocca, Fortabat, Macri, Trusso y tantos otros.