Sindicales

6/3/1997|529

La izquierda y el Sitramf

En un reciente reportaje, Carlos Gallo, secretario general del Sitramf, se permitió una aguda observación: “vinieron a verme todos los partidos de izquierda con sus direcciones nacionales, como buscando a un gurú. Quiere decir que aquí está perdida la brújula, porque si vos buscás a un tipo que lo único que hace es luchar coherentemente para entronizarlo como gurú, demuestra que se ha perdido la brújula definitivamente” (Propuesta, 20/2).


Este planteo significa una sola cosa: Gallo dice que es responsabilidad de la izquierda ganar para una política revolucionaria al movimiento obrero, y no al revés, que sea una tarea de los luchadores obreros sustituir a los partidos. Precisamente por este hecho de renunciar a su función política, de renunciar a su función de ganar a las masas para un programa socialista, Gallo concluye naturalmente que la izquierda ha perdido la brújula, incluso ‘definitivamente’.


Al lector de Prensa Obrera este planteo no lo debe sorprender y con seguridad que lo conforta. Desde estas páginas se ha combatido la tendencia ‘movimientista’ de la izquierda a disolverse en ‘los movimientos sociales’, lo que normalmente significa el sometimiento a un carrerista o dirigente democratizante y patronal.


Lo que Gallo dice respecto a él vale también para lo que una parte de la izquierda hace con el ‘Perro’ Santillán o ha hecho con Solanas, y con varios otros, y que intenta hacer ahora con Moyano. Lo que distingue a Gallo es que su crítica parte de alguien a quien la izquierda convida a cumplir esa función de liderar su propia disolución política.


Este movimientismo que busca un líder salvador, no solamente explica la tendencia de la izquierda a auto-degradarse, sino también su oposición a un frente de izquierda. Para formar este frente se requiere una política de lucha y por sobre todo un programa. Pero la función del ‘movimientismo’ es precisamente despreciar al programa como una manifestación de ‘sectarismo’ y endiosar el rejunte, la aglomeración, el sometimiento a la moda política del momento, o sea evitar la delimitación política.


Lo más sorprendente de todo es que las declaraciones de Gallo son tomadas ahora por una parte de la izquierda, para justificar una oposición a realizar un acto político frentista en Córdoba en defensa del Sitramf y en oposición a los 42 despidos, como ya lo propuso el PO en los plenarios de la izquierda. El argumento es que ese acto sería una confirmación de que la izquierda toma a Gallo por ‘gurú’.


Extraño planteo. ¡Para evitar el seguidismo al movimiento obrero o a sus dirigentes, hay que evitar las iniciativas de lucha! Naturalmente que sin estas iniciativas, los partidos de izquierda y la izquierda dejarían de existir. Lo cual prueba la razón que tiene Gallo para dar por ‘perdida’ a la izquierda ‘definitivamente’.


La explicación de esta completa falta de orientación es, sin embargo, otra. La izquierda no quiere fijar una posición propia de oposición a la absorción del Sitramf por parte de Lorenzo Miguel; es decir que no defiende la independencia del Sitramf. No lucha por su reconocimiento; no lucha por la formación de una Interfabril en el Smata Córdoba; no lucha por la expulsión de Campellone del Smata, es decir, por la completa derrota del convenio Fiat-Smata, que debe ser un objetivo estratégico para toda la clase obrera.


En el caso del Ptp, esta vacilación se explica por sí misma, ya que ha caracterizado al Sitramf como “un sindicato prácticamente de empresa, decisión polémica en estos momentos para la situación del movimiento obrero” (Hoy, 19/2). Lo que el Ptp dice es que el Sitramf es un sindicato rompehuelgas (por empresa), sin mosquearse ante el hecho de que es el único que hace las huelgas que los amigos del Ptp (MTA, CTA) se empeñan en no apoyar, o sea, en quebrar.


En el caso del PC, apoya la integración a la UOM, a la cual identifica, contra todas las evidencias, como “enfrentada a la flexibilización en forma global” (Propuesta, 20/2). Esto es falso. Si la UOM hubiera salido en socorro de las posiciones del Sitramf y para luchar contra el convenio Fiat-Smata, no estaría haciendo falta ahora una iniciativa de lucha de la izquierda. No es el seguidismo al ‘gurú’ sino a Miguel, lo que caracteriza la posición del PC.


Para el Mas, “volver a la UOM es un retroceso”, pero no rechaza el planteo de ‘volver a la UOM’, porque, dice, “sigue en un terreno distinto la pelea por (la) organización independiente” (Solidaridad, 20/2). Esto es una completa banalidad, ya que para los que luchan por la organización independiente del movimiento obrero, esa lucha seguirá naturalmente en todos los terrenos. El asunto es si se oponen ahora, en nombre de esa lucha, a la ‘movida’ de Miguel. El Pts tiene una posición similar a la del Mas.


La decisión sobre la situación gremial la deberán tomar los propios trabajadores de Fiat, y ya tomaron, en principio, la decisión de discutir con la UOM la propuesta de Miguel. Sitramf ha condicionado el ingreso en la UOM a la conformación de una seccional autónoma que no se limite a Fiat y que tenga el mérito de obtener un reconocimiento legal.


Pero, mientras tanto, hay 42 compañeros despedidos y un estado de ilegalidad del Sitramf. La izquierda debe tomar una iniciativa de lucha que sirva para agitar y para movilizar, o sea, para desarrollar las condiciones de una huelga general por la reincorporación de los despedidos y por el reconocimiento del Sitramf.


Si ayudamos a imponer estas reivindicaciones habremos dado un duro golpe al convenio Fiat-Smata, primero, y habremos quitado a la patronal de Fiat y a las burocracias de la UOM y del Smata los medios para coaccionar a los trabajadores que votaron masivamente hace dos meses la formación del Sitramf.


Así se plantea, de un modo práctico, en torno a una lucha obrera de la mayor importancia, la cuestión de la acción política de la izquierda y la cuestión del frente de izquierda.