Sindicales

24/12/1998|613

La otra ‘alcantarilla’ de Menem y De la Rúa

El gas y la electricidad son ahora ‘abundantes’ y caros. Las viviendas obreras no tienen gas natural para calefaccionarse ni para cocinar; ni hablemos de refrigeración.


Pero dos tragedias han puesto de relieve la última semana, además, el carácter precario de la infraestructura de esos servicios.


Uno. Los temporales provocaron la caída de cables de alta tensión en zonas densamente pobladas. Hubo “4 víctimas fatales en Santa Fe, otras tantas en Córdoba y una en Chaco” por electrocutación (La Nación, 17/12). Ahora que prácticamente no hay ‘colgados’, ¡tenemos más accidentados que antes! ¡Vaya, qué progreso!


Dos. La explosión del ducto que transporta el gas de Campo Durán a Buenos Aires. Los desperfectos en los gasoductos se han incrementado en la misma medida que las ‘inversiones’ en ellos. La explosión no terminó en una tragedia peor (murieron 9 técnicos) porque un trabajador de Telecom, “al advertir que dos camiones con combustible se dirigían hacia la zona del incendio, se cruzó en la ruta y los detuvo” (Clarín, 12/12).


Cinco días antes de esta tragedia, Daniel Sanmartino, director general de Techint Ingeniería, recordaba “la competencia feroz en el sector” por la extracción del gas salteño para exportarlo a Chile, al punto que se están construyendo gasoductos paralelos (La Nación, 6/12). ¿Son ‘urgencias’ de este tipo las que determinan después las tragedias?


La explotación capitalista que ha dado piedra libre a la destrucción de la seguridad social, de la cobertura más elemental de los riesgos de trabajo, también se manifiesta en estos terribles accidentes.


Hay que renacionalizar todos los servicios públicos bajo control obrero y ponerlos al servicio de las inmensas necesidades populares largamente postergadas.