Sindicales

13/8/1998|596

La patota de West Ocampo-Ingeniere-Daer firme con la flexibilidad laboral

(La nota que sigue fue elaborada a fines de mayo. Pese al tiempo trancurrido ilustra lo ocurrido en el Congreso de Sanidad de Capital de mediados de mayo)


El 15/5, la dirección de Atsa Capital convocó al Congreso general ordinario de delegados del gremio, sito en Saavedra 166, de conformidad a lo establecido en el estatuto de la Asociación. El temario del mismo, anunciado: 1) Apertura a cargo del secretario general; 2) lectura y aprobación del acta anterior; 3) análisis del proyecto de Reforma Laboral (Poder Ejecutivo-CGT).


Con visible nerviosismo, el obeso burócrata Hugo Ingeniere, secretario general, de entrada nomás comenzó a defender el proyecto antiobrero de flexibilidad laboral. En confuso lenguaje, a veces auxiliado por un abogado, trató con gran esfuerzo de puntualizar las ‘bondades’ inexistentes del proyecto, al tiempo que, aprovechando el ámbito favorable del recinto atestado de burócratas, se dedicó a atacar a los sectores ‘minoritarios’ (textual) que se oponen al proyecto de Reforma Laboral, de la misma manera que en el año 1974 se opusieron a la creación de la Ley de Contrato de Trabajo. Seguidamente, sin permitir que nadie hablara, un burócrata levanta la mano y propone la aprobación del acta anterior que nadie conoce; maratónicamente se pasa a analizar la situación del gremio que, con un apresurado pantallazo, arribaron a la conclusión de que todo estaba OK.


Los despidos, las suspensiones, los cierres truchos y la violación de convenios no estaban registrados en “el informe-memoria” de los dirigentes de Atsa; lo que sí registraron es el accionar ‘beligerante’ (textual) de nuestro compañero Daniel Benítez, de la agrupación Asis, en el conflicto del Finochietto que, según el burócrata, obstaculizó una negociación favorable como la que se había logrado en el Favaloro, ¡que tal!


Un capítulo aparte fue la amañada promoción de los beneficios transitorios de OSPSA —obra social del gremio, que con un costoso despliegue promocional se lanzó a una campaña de beneficios transitorios hasta diciembre de 1998, con el objetivo de mantener cautivos a los afiliados hasta fin de año. La pérfida maniobra está orientada a darse tiempo y negociar con entidades mayores una ‘inserción consensuada’, que permite a los dirigentes-empresarios del gremio continuar marcando la salud de los trabajadores con la privatización y la generalización sin límites de los aranceles.


Para terminar, Daer e Ingeniere vociferaron con vehemencia que la Reforma Laboral no flexibiliza nada y que en los términos de la crisis resultaba un avance para los trabajadores … sí, eso manifestaban.


A la convocatoria asistieron el Mst con una presencia importante encabezado por Vilma Ripoll y el PO-Asis. El PC, del Centro Gallego, no fue porque … ¡tenía que trabajar!, a sabiendas que el día es pago cuando la convocatoria es oficial. En un marco de total patoterismo e insultos hacia los compañeros del Mst y nosotros, la convocatoria se fue diluyendo sin pena ni gloria.


El Mst, única corriente que tuvo la concesión del micrófono, apostó al franeleo de las preguntas y respuestas, aportando más confusión en vez de denunciar abiertamente al proyecto antiobrero y llamar a votar, aprovechando la desconfianza de muchos presentes. Aun así, franeleo de por medio, fueron insultados y hasta los llamaron “socios y forros del proyecto del Cta-Mta”.


A nuestros compañeros (PO-Asis) del Centro Gallego, en ningún momento se les concedió la palabra y cuando nuestra compañera insistió para hablar, se silenció el micrófono y se levantó la mayoría, desalojando el recinto.


La burocracia de Daer e Ingeniere regimentó la convocatoria a fuerza de patota e insultos, y no permitió debate ni moción, es decir que temía una votación dividida importante, por eso silenció y organizó el apresurado desbande. La Comisión Interna del Centro Gallego concurrió a la convocatoria mandatada por asamblea para rechazar el proyecto esclavista de la CGT-gobierno.


La crónica de los hechos evidencia la imperiosa necesidad de recuperar el sindicato de manos de la burocracia, para que cumpla su rol histórico de luchar por salario y mejores condiciones laborales, y no para elaborar y avalar proyectos patronales de flexibilización.