Sindicales

21/1/1999|615

La patronal más subsidiada pide más subsidios

En el acta que acaba de firmar el Smata con la Ford, la burocracia no sólo acepta el ‘preaviso’ a los 1.450 trabajadores sino que hace causa común con la patronal en el reclamo de “incentivos y alivio impositivo en defensa de la industria”. “Simultáneamente, Ford planteo a la secretaría de Industria… que ‘reflote’ el Plan Canje y conjure las complicaciones impositivas en el sistema de leasing (alquiler con opción a compra)” {Crónica, 18/1). 

Luego de la devaluación del real, el planteo de Ford ha sido tomado con mayor fuerza por la mayoría de las patronales, agrupadas en ADEFA, con el Smata y la UOM como furgones de cola. El Plan Canje consiste en la compra del auto viejo a cambio de un auto nuevo con subsidio del gobierno. En el ‘95, cuando fue concebido, preveía un descuento del 20% del valor de un 0 Km para quien mandara un auto a desguace, suma que el Estado debía reponer a las patronales bajo la forma de rebaja de impuestos o subsidio directo. Según las estimaciones previas un sistema de esta naturaleza permitiría vender, de 50 a 100 mil autos nuevos más por año, en el cálculo más optimista, como parte de “un plan que contemple una reducción del IVA o de algún otro de los tributos que gravan a los automotores para impulsar las ventas” (La Nación, 17/1). 

También en Brasil 

En Brasil el sindicato metalúrgico del ABC de San Pablo propone también la renovación de la flota de vehículos a través de un Plan Canje. Allí, en un debate mas avanzado, el Plan Canje está tomando su ‘verdadera’ forma. “Los empresarios defienden que el cupón (que se le otorgaría al vendedor de un auto usado para adquirir uno nuevo con descuento) sea transferible. Como un auto nuevo sale por lo menos 10.000 reales, tienen miedo que la amplia mayoría de los propietarios de usados no esté en condiciones de pagar el vehículo, máxime con las actuales tasas de interés. Esto sin contar las multas de tránsito o las deudas atrasadas… En muchos casos legalizar el automóvil puede salir más caro que los 2.000 reales (20%) que el propietario recibiría (de beneficio)”. Con el bono ‘transferible’ el portador podría transferirlo a un consumidor en condiciones de adquirir un auto nuevo. “Se crearía así…un mercado paralelo de bonos que ciertamente daría margen a la aparición de agiotistas para intermediar en la compra y venta del papel. O sea los beneficiados por el plan no serían los propietarios de autos viejos” (Causa Operaría, 12/ 12). 

¿Estamos hablando de Brasil o de Argentina? 

Causa Operaría denuncia que “empresarios y sindicato se han apresurado a decir que nadie será obligado a cambiar de coche si no quisiera. Pero… a cargo del Nuevo Código Nacional del Tránsito tendrá inicio, en breve y simultáneamente, una inspección nacional de vehículos. Bajo el peso de abultadas multas los propietarios serán obligados a adaptar sus vehículos a las nuevas exigencias, lo que puede ser imposible en muchos casos”. Lo que en Brasil se anuncia, aquí ya está en práctica. En las provincias y en la Capital rige la exigencia de circular con la certificación de “apto” con “abultadas multas” para quien no puede pagar las exigencias de la “inspección”. Aplicado el Plan Canje de las patronales y el Smata, el trabajador que ‘vive’ de su vieja unidad será empujado a la compra de un vehículo nuevo, pueda o no pueda. 

¿Es una salida? 

Un ‘canje’ “exitoso”, digamos, de 75 mil vehículos cubriría algo más del 15% de la producción de 1997 (445.869 vehículos) siendo que las estimaciones previas a la deba- ele de la moneda brasileña planteaban una reducción de 150 mil unidades. El aumento de la venta por el Plan Canje no tendría ningún efecto sustancial en materia de empleo frente a la crisis pero sería un negocio atractivo para los pulpos automotrices. 

El gran financista de la operación sería el Estado. Si multiplicamos los 75.000 compradores eventuales de unidades nuevas por 3.000 pesos o dólares (el 20% de un valor promedio de unidad nueva de 15.000) tenemos un monto de 225 millones de dólares, que se suman a los inmensos subsidios que ‘protegen’ a la industria automotriz. “Informes de organismos internacionales aseguran que los precios de los autos en la Argentina, por la reserva de mercado que tiene la industria son, respecto a la misma marca en sus casas matrices un 40 o 50% superiores” {Clarín, 25/10). Según un informe de Juan Lach, ex funcionario menemista y titular de la Fundación Mediterránea “el subsidio que recibieron las automotrices durante la vigencia del régimen automotor supera en 1.200 millones de dólares la inversión que hicieron” {Clarín, 3/5/98). “En Washington estiman que un 35% del rojo comercial argentino es finito del déficit en el intercambio comercial de autos y autopartes con el resto del mundo” (ídem), lo que desnuda que las terminales con casi meras fábricas de ensamblaje, principalmente de productos importados. Este inmenso despilfarro de recursos del país, necesario para construir líneas ferroviarias, escuelas y material mecánico para la producción es lo que se quiere continuar con el Plan Canje y la política de subsidios reclamada por las patronales. 

El Smata ha sido convertido por la burocracia en una agencia de estos intereses, y ha llevado a los trabajadores a la catástrofe actual. 

Durante los últimos cuatro meses, desde el derrumbe de la producción automotriz, las terminales han despedido, impuesto el retiro ‘voluntario’ o anunciado el despido inminente de 3.400 trabajadores (Ford 1450, Fiat 700, Renault 750, General Motors 200, otras 300). Pero antes, en el período de aumento de la producción (o de las ‘vacas gordas’) entre 1993 y 1998 (primer trimestre) la industria, a este nivel, expulsó otros 3.700 operarios (Clarín 3/5/98). Este es el balance inapelable de “Rodríguez conducción”. 

La movilización del PO por el reparto de las horas de trabajo sin afectar el salario, por el mínimo de 1.200 pesos apunta a la lucha directa de los compañeros de la industria metalmecánica, para enfrentar los despidos y suspensiones y organizar la voluntad de todos los compañeros para ocupar los lugares de trabajo hasta torcer el brazo de patronales y gobierno.