El dato de la inflación de marzo -6,7%-, difundido por el Indec, prácticamente confirmó lo que Martín Guzmán había adelantado hace unos días, en lo que resultó una verdadera confesión de su fracaso.

Los controles de precios y las “canastas” reguladas que se siguen anunciado no tienen el menor efecto para contener los aumentos; en particular sobre los alimentos.

El impacto de estos niveles de inflación sobre los salarios es demoledor.

El ingreso promedio del 60% de la población (el otro 40% carece de salario) ronda los 70 mil pesos cuando la línea de la pobreza se ubica en los 90 mil. Ni hablar de lo que implica para los sectores precarizados, los jubilados y los que viven con algún programa social.

El adelantamiento de las paritarias acordado entre el gobierno, la CGT y la UIA, lejos de apuntar a una recomposición, consolidará o, incluso, empeorará la situación.

En primer lugar, deja fuera a la enorme porción de trabajadores precarizados o informales. No hay prevista una actualización del Mínimo, Vital y Móvil y solo “está en estudio” una suerte de IFE para los que están en negro o monotributistas que, de prosperar, será tardío y miserable.

El rechazo de la CGT a cualquier aumento por decreto y la propuesta de adelantar las negociaciones (las paritarias “están funcionando adecuadamente”, sentenció el ministro Claudio Moroni) simplemente reafirma el lugar de las burocracias como socias privilegiadas de las patronales en la pulverización de los salarios.

Según un estudio reciente del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (Celag), los trabajadores fueron los grandes perdedores de los últimos seis años: la masa salarial en la economía creció 335%, mientras que los precios subieron 474%. En cambio, los beneficios empresariales se incrementaron un 523%.

Entre 2020 y 2021, la masa salarial aumentó 42%, los precios escalaron 52% y la ganancia empresarial, 75%. ¡Clarito!

Se reabrieron o están a punto de hacerlo unas veinte paritarias. La tónica general es negociar convenios “cortos”, en cuotas y con cláusulas de revisión; trimestrales, como la Uocra o Comercio (24%) o un poco más largos, como Aoma (45% semestral), Vestido (53,4% en dos tramos, por siete meses) o Gráficos (50% hasta noviembre, en tres tramos).

Todos por debajo de la inflación anual proyectada -que al ritmo actual podría trepar al 80%- y sin poner sobre la mesa los desfasajes acumuladas.

Es muy claro que la recuperación del salario no vendrá de manos de las conducciones sindicales de la CGT y las CTA, cómplices del desastre actual.

Es necesaria una intervención enérgica de las bases de los sindicatos y de las organizaciones de lucha -siguiendo el rumbo que marcan los docentes misioneros y los choferes autoconvocados- para imponer medidas de fondo contra la especulación empresaria y un aumento de emergencia que recupere las pérdidas, junto a la actualización mensual de salarios y jubilaciones.

https://prensaobrera.com/sindicales/en-2021-se-desplomo-la-participacion-de-los-salarios-en-la-economia/