Sindicales

26/4/1994|417

La UTA y los choferes — la única verdad

La mayoría de las empresas del transporte automotor ha obtenido en estos últimos tiempos siderales ganancias. La renovación de unidades y el aumento de las flotas es un índice claro de ello. Estas ganancias, por supuesto, están basadas en una brutal explotación de los choferes.


El tamaño de los colectivos, y por lo tanto, el trabajo de los choferes, es casi el doble; los micros que actualmente se importan desde el Brasil tienen el tamaño de los de media distancia, con una capacidad de 100 pasajeros cómodos. Las empresas han acortado los descansos entre los recorridos, y de hecho están implantadas las doce horas como la media de trabajo en todas las líneas.


Como si no bastara esta brutal explotación, las grandes empresas están implementando el trabajo a destajo, pagando un “premio” proporcional de uno a tres puntos de la recaudación diaria, en reemplazo de un aumento del salario básico. Este sistema de destajo significa un salario distinto para cada trabajador, y quiebra la solidaridad entre los choferes, que se disputan los pasajeros para obtener mayor recaudación y los mejores recorridos en aquellas líneas que tienen varios.


La dirección de la UTA ha permitido que se quiebre la aplicación de los convenios y que se implemente de hecho (sin necesidad de ley alguna) la “flexibilidad laboral” en UTA.


El cuento de la boletera


Hace meses Palacios comenzó una campaña demagógica por la implementación de las máquinas expendedoras de boleto: en abril sacó afiches anunciando que “la cortaban con el boleto”. Luego le dio largas al asunto y ahora está negociando para que sólo las líneas con cabecera en la Capital tengan máquinas expendedoras de boletos, pero la mayoría de las empresas aun no ha colocado ninguna. Según Klaus Wilman, presidente de la compañía alemana fabricante de las máquinas “hemos vendido 5.500 de las cuales sólo una parte ha sido colocada” (Ambito Financiero, 14/4). El mismo Palacios dice “salvo en Capital Federal donde se observa algún movimiento, podemos afirmar que no llegan al 2% las máquinas instaladas” (Ambito Financiero, 19/4). Y aunque no pusieron una sola máquina, los negreros de la Fatap no perdieron la oportunidad de reclamar un aumento del 15% en las tarifas… (Clarín, 24/4).


Llegado el caso las empresas podrían establecer un  guarda transitorio hasta que se coloquen las expendedoras, para darle agilidad al ascenso de los pasajeros en los colectivos grandes y para mantener el cobro de la recaudación en negro, algo que las máquinas expendedoras no permitirían hacer. Aunque sin embargo, “para los empresarios, la alternativa del guarda ‘está totalmente descartada’ …” (Clarín, 23/4)


La no colocación de las máquinas en las líneas del Gran Buenos Aires, deja en pie el manejo del dinero por parte del chofer que sigue manejando, con todos los problemas de seguridad que esto significa y que tiene hoy. Palacios se adapta sistemáticamente a esta bicicleta de las empresas, que les permite evadir millones de dólares en impuestos mediante recaudaciones y trabajo en negro.


En la UTA está planteada más que nunca una lucha por el aumento del salario básico, que liquide los premios por presentismo, recaudación, y el esclavista sistema de las doce horas. Los choferes  están sometidos incluso a un régimen tan inhumano que en una alta proporción sufren trastornos psíquicos y de hecho son despedidos por este motivo.


Como en muchas líneas se están realizando elecciones, es oportuno presentar listas opositoras que levanten un programa de lucha por el salario y contra la “flexibilidad laboral”, que en la UTA es una tarea de primerísima importancia.