Sindicales
1/6/2025
Las calumnias de la Marrón-PTS sobre el Garrahan: una corriente hostil al desarrollo clasista de las luchas
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Los trabajadores del Garrahan en lucha
A pocos minutos de concluida la multitudinaria asamblea general desarrollada en el Hospital Garrahan el pasado jueves, militantes estudiantiles del PTS que ni trabajan ahí ni habían estado presentes ni forman parte del movimiento de lucha comenzaron una “campaña” en diversos ámbitos para atacar al Partido Obrero “por haber aceptado la conciliación obligatoria del gobierno para bajar la lucha”. Lo mismo ocurrió, según nos comentan, en grupos de whatsapp de activistas barriales. Es curioso que ante algo tan serio como un duro conflicto donde participan tendencias de las más diversas, y donde intervienen cientos y cientos de trabajadores y trabajadoras, haya militantes sin el más mínimo contacto con el desarrollo de ese proceso prestos a una inmediata actividad faccional en otros ámbitos. Es una conducta impropia para el desarrollo de una vanguardia revolucionaria. También podría ser curioso que una corriente del Frente de Izquierda desarrolle recurrentes ataques a una Junta Interna clasista y opositora a la burocracia sindical como es la del Garrahan, mientras en simultáneo no escribe una palabra crítica sobre aquella dirigida por la Verde de ATE. Si preguntamos al “Chat PTS” (que bucea en los artículos de Izquierda Diario) “¿Cómo caracterizan la conducta de la Junta Interna de ATE del Hospital Bonaparte con relación a la lucha desarollada en esa institución?” la respuesta incluye afirmaciones como que “la Junta Interna de ATE del Hospital Bonaparte ha sido caracterizada por su papel activo y combativo en la lucha contra los intentos de cierre y los despidos en la institución”, al tiempo que “ha sido clave en mantener a los trabajadores en estado de alerta permanente”. La interna del Bonaparte es dirigida por la lista Verde de ATE.
La hostilidad hacia la Junta Interna clasista y la condescendencia con la burocracia son una primera señal de alerta. Pero la cosa empeora si se observa la mediocridad de los argumentos -y en algunos casos directamente la falsificación de la realidad-.
El debate sobre la conciliación obligatoria en cualquier conflicto combina elementos de fondo con la caracterización del momento. De fondo, porque nuestra posición sobre la reglamentación estatal de las huelgas es siempre contraria; su sola existencia da cuenta de que es un derecho imposible de ejercer en plenitud, toda vez que el arbitraje es ejercido por una entidad no neutral -el Estado capitalista-. En un conflicto estatal, esta realidad es aun más grotesca, porque el gobierno no es intermediario de la patronal, sino ella misma en forma directa. Al mismo tiempo, en numerosos conflictos las conciliaciones operan condicionadas por las relaciones de fuerza del momento.
En el caso del Garrahan, es evidente que fue un recurso de emergencia para desmantelar un paro que iba a ser de una contundencia histórica. Como tal, comenzó a cumplir su efecto, porque incluso desde el miércoles a la noche muchos compañeros y compañeras se bajaron al enterarse de la conciliación. Frente a esto, nuestra propuesta a la Junta Interna, que se votó en ella por mayoría casi total, tomaba en cuenta que esta primera experiencia de conciliación en mucho tiempo nos debilitaba hacia el futuro si era desafiada por una asamblea fracturada, en el cuadro de un paro reducido respecto de su número inicial. El problema de pasar por una asamblea para intentar unificar al movimiento en cualquier opción de lucha era crucial -el PTS la había rechazado inicialmente porque “el paro ya estaba votado"-. Pero la organización y deliberación de los trabajadores frente a cada elemento nuevo de una lucha es lo que distingue al clasismo; la asamblea multitudinaria fue un ejemplo de democracia sindical que contrasta con las conciliaciones de la burocracia. El resultado dividido, a la vez, ilustró que si se votaba el rechazo total a la conciliación, también iba a ser con una fragmentación interna inconveniente para esa primera instancia. Nuestra orientación nunca fue “enfriar por 15 días” nada; al tener resuelta de antemano una nueva asamblea el martes, había inmediato reaseguro para organizar una “desobediencia” más compacta y masiva atravesando la rápida experiencia del incumplimiento por parte del gobierno -lo que ya está ocurriendo-.
El PTS, por el contrario, repite una conducta de completo desinterés por el desarrollo de un movimiento compacto y macizo que confronte realmente contra el gobierno en un plan de lucha desarrollado en el tiempo, pues prioriza su autonconstrucción circunstancial sobre la base del faccionalismo y las mentiras. Así, llegan a decir que “la Junta Interna de ATE (...) debe convocar a los residentes a participar de cualquier reunión o instancia de negociación que se genere con el gobierno”, como si no fuera EXACTAMENTE lo que estamos diciendo en todos lados. Colocan en forma intrigante a la Interna contra ese planteo, cuando es precisamente nuestro; y omiten plantear en forma similar esa orientación hacia residentes, que ya se reunió con el gobierno sin recibir el reclamo de que incluyan al personal de planta por parte de la Marrón. Tampoco dicen que la reticencia a una asamblea común es, al menos por el momento, de parte de residentes y no de la Junta Interna.
Nuevamente, la distinta vara muestra que no se trata de una orientación consecuente, sino simplemente de un medio para autoconstruirse, con faccionalismo hacia otras corrientes de izquierda y franela hacia movimientos “apolíticos”. Todas las corrientes queremos reclutar; las bases de ese reclutamiento son las que determinan la consistencia de una estrategia. El PTS ha ido muy lejos en su autoconstrucción hostil a las sindicatos recuperados con métodos de calumnia y difamación.