Sindicales

4/8/2008|890

Las vergonzosas declaraciones de Cavalieri


Cuando todavía están frescas para todos los argentinos las imágenes de las victoriosas huelgas piqueteras de los trabajadores telefónicos y del subte (con ocupaciones, asambleas, bloqueos y movilizaciones), Cavalieri sale a denunciar los piquetes al centro de distribución de Esteban Echeverría porque es “una metodología de chantaje”, “cerca del delito; es molestar a la propiedad privada, impedir que trabajadores puedan ingresar a su trabajo”.


 


Cavalieri no representa a los millones de trabajadores negreados del comercio, sino a las patronales de los hipermercados y en particular al más grande explotador del rubro: Alfredo Coto. Cuenta La Nación (4/3) que “Cavallieri se solidarizó también con el propietario de esa empresa, Alfredo Coto, a quien consideró un 'hombre que apuesta a la Argentina'”, un 'tipo macanudo' y el 'primer empleador del país' que, destacó, 'merece otro tipo de trato'”.


 


Pero resulta que este “tipo macanudo” paga en sus supermercados un salario miserable que promedia los 600 pesos, no alcanzando siquiera la canasta básica alimentaria. Los empleados de esta gigantesca boca de expendio de alimentos no llegan a cubrir las calorías necesarias para que los exploten. En Coto no se respeta jornada laboral alguna, la flexibilidad laboral es plena, no se respeta el descanso hebdomadario y los sábados y domingos no se pagan las extras. ¡Pero eso sí! los domingos se abona un “plus” llamado “Bono Coto”, de 25 pesos por domingo, que sólo se pueden gastar en el propio Coto (al estilo de La Forestal). A las mujeres no se les respeta el día femenino y son obligadas a renunciar a la lactancia si tienen hijos. Tampoco se denuncian los accidentes laborales. Recordemos el caso de algunos años atrás en que un pibe se suicidó en una sucursal porque era presionado a renunciar porque iba a ser padre.


 


La clase obrera mejor remunerada (y más organizada) ya ha salido al ruedo de la lucha por el salario, las condiciones de trabajo y, en definitiva, por el control de los medios de producción. Más temprano que tarde, los sectores más postergados de la clase obrera, y en particular su numerosa juventud, engrosarán este afluente. En el camino habrá que organizarse para superar a esta burocracia decrépita.