Los referentes de La Libertad Avanza, espacio que conduce Javier Milei, vienen realizando volteretas respecto a su programa para los sindicatos en la tónica de tender puentes con la burocracia sindical ante un eventual gobierno propio. De lo que no se desprenden es del planteo de favorecer la creación de sindicatos amarillos (patronales) y de avanzar en medidas que debiliten la organización colectiva de los trabajadores.

El tema volvió a entrar en discusión con la reciente reunión entre Milei y el dirigente de la Uocra Gerardo Martínez, y en los acercamientos del espacio “libertario” con la burocracia sindical. Los referentes de La Libertad Avanza ahora proclaman un planteo de “no intervención” en los sindicatos, contrario a su programa que establece límites a los mandatos sindicales y abolición de derechos sindicales y organizativos.

Lo que no han modificado los “libertarios” es su planteo de promover sindicatos amarillos (patronales) por empresa, disfrazado como un planteo de “libertad sindical” contra el unicato de la actual Ley de Asociaciones Sindicales (23.551). Sumado a la eliminación de las obras sociales y el desfinanciamiento de los sindicatos.

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Sindicatos amarillos

Los referentes de La Libertad Avanza, tanto Javier Milei como Ramiro Marra, vienen señalando la promoción de un régimen e “libertad sindical” que daría lugar, en un eventual gobierno propio, a la creación de nuevos sindicatos.

Si bien en parte del activismo obrero existe un planteo progresivo de no intervención estatal en las organizaciones de la clase obrera, la orientación de Milei y compañía no busca el propósito de satisfacer las necesidad obreras, sino más bien las patronales, facilitando la desarticulación del movimiento obrero organizado por medio de sindicatos por empresa (controlados por las patronales) y/o la atomización de los sindicatos más fuertes en “sindicatos independientes” por ramas, sector, región, etc.

Se trata de una práctica promovida por las patronales en la búsqueda por debilitar la organización colectiva de los trabajadores e imponer condiciones sobre la base de sindicatos más chicos y subordinados a su dirección. Algo que va de la mano con la orientación de terminar con la ultraactividad de los convenios colectivos y dar prioridad a la celebración de acuerdos y convenios por empresa.

Aunque estamos ante una orientación no sin riesgo. La burguesía viene repitiendo hace más de medio siglo que el problema del empleo y la economía son los sindicatos y los derechos laborales, insistiendo con la idea de sindicatos por empresa. Un antecedente de esto es lo sucedido a fines de los 60 y principio de los 70 con el Sindicato de Trabajadores de ConCord (Sitrac) y el Sindicato de Trabajadores de MaterFer (Sitram), ambos sindicatos por empresas de las filiales de Fiat en Córdoba con el objetivo de evadirse de la intervención del Smata. Estos dos sindicatos nacieron como organizaciones propatronales y terminaron en manos del clasismo cordobés, convirtiéndose en parte de la vanguardia de lucha contra los ajustadores.

¿Libertad de afiliación?

En el mismo orden de cosas, desde el espacio de Javier Milei reivindican una reforma de la LAS que termine con el descuento por nómina que ubica a los empresarios como agentes de retención de los aportes sindicales, para volver a un esquema de los orígenes del sindicalismo donde los aportes se efectuaban todos los meses en la sede sindical.

Para esto argumentan estar en favor de la libertad de afiliación: algo que ya existen en la actualidad, donde el trabajador puede desistir voluntariamente de su afiliación sindical. La burocracia sindical compensa esta situación con acuerdos con las patronales y el Estado para recibir fondos en carácter de “contribuciones” acordadas en paritarias, e incluso con descuentos compulsivos por derechos de representación.

Milei quiere colgarse del hartazgo de la población trabajadora con la burocracia sindical –con la cual no se sienten representados- para traficar medidas que importan un desmantelamiento de las organizaciones sindicales dejando a los trabajadores en un estado de mayor vulnerabilidad ante los empresarios para hacer pasar reformas antiobreras y ajuste. Ademas, se cuelga de esta misma burocracia para hacer pasar su política en caso de ganar, lo que lo ubica transando con la “casta sindical”.

El legislador porteño y candidato a jefe de Gobierno, Ramiro Marra, viene incluso de convocar a los trabajadores de las aplicaciones de reparto y viajes (Uber, Didi, etc.) a hacer “campaña por la libertad” y Milei, contra la regulación de las plataformas. Se trata de un sector que discute, justamente, las ventajas y desventajas de sindicalizarse: un debate atravesada por la ficción de prosperidad individual y las ventajas de la “autonomía”, cuando las condiciones son impuestas unilateralmente por las patronales.

Cuando proclaman la “libertad” lo hacen en nombre del derecho a explotar sin límites al trabajador. Muy distinto de la libertad del trabajador para organizarse sin la intervención del Estado y las patronales que actúan en contra de sus intereses. Justamente, la reunión de Milei con Gerardo Martínez, un paladín de la antilibertad y las patotas en la construcción, da cuenta de esto.

La tarea para los trabajadores no es destruir las organizaciones sindicales debido a su deformación en manos de una burocracia sindical enquistada que desenvuelve una orientación ajena a las necesidades del movimiento obrero. Sino recuperar esas organizaciones para transformarlas al servicio de la clase obrera. Lo que ha sucedido en algunos sindicatos con el del neumático (Sutna) y la AGD-UBA, entre otros, que funcionan por medio de la deliberación colectiva y la acción directa: todo lo contrario a la parálisis colaboracionista de la CGT y compañía, que medran en los partidos patronales en busca de sus intereses personales.

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