Sindicales

14/7/2021

Los repartidores ante el ajuste y la falta de vacunas

La necesidad de una nueva Asamblea Nacional.

ATR Agrupación de Trabajadores de Reparto

Foto Willy Monea Ojo Obrero Fotografía

Los trabajadores de reparto no somos ajenos a la realidad que atraviesa el conjunto de los trabajadores en Argentina. Dada la crisis social, económica y sanitaria, seguimos poniendo el cuerpo bajo condiciones de extrema precarización laboral. La inflación, que ya acumula un 25% en el primer semestre, se traduce en un enorme desvalorización real y progresiva del salario, una parte fundamental del ajuste con el que la clase capitalista y el gobierno nos quieren hacer pagar la crisis.

Esto, en un sector como el nuestro, que no tiene siquiera la posibilidad de discutir paritarias, es un saqueo brutal al bolsillo. Basta con ver que en una hora de trabajo se obtiene un promedio que va del rango de los $250 a los $400 (1,50 a 2 dólares), una suma que en 20 días hábiles de 8 horas representan entre $40.000 y $64.000 sin aportes ni coberturas de ninguna clase por accidente, robo, enfermedad o maternidad; y del cual hay que descontar aún el pago del monotributo y un 20% de mínima para cubrir el combustible en el caso de quienes reparten en moto. El único “reajuste” de las patronales que hemos visto en el último período es una política agresiva de bonos que premian a quienes entregan pedidos a razón de cinco por hora (cuando la media normal es de dos a tres), y que agregan variabilidad a los ingresos a través de un fomento a la competencia entre los compañeros, donde el que más gana es finalmente quien más se arriesga a ser atropellado en la calle. Más difícil es aún cuando se trabaja con plataformas que utilizan el bloqueo temporal de forma recurrente, por razones muchas veces ajenas al repartidor, acortando la jornada laboral.

Con las vacunas sucede otro tanto. Es que a pesar de ser considerados esenciales desde el primer momento de la pandemia, no figuramos como tales en el plan de vacunación. Empresas como Rappi, que en Colombia armó una competencia entre los repartidores para ganarse dos mil vacunas, dan una muestra directa de que no les interesa nuestra salud, sino nuestra capacidad para seguirles generando ganancias. El Estado, garante de los negociados de los pulpos farmacéuticos y sus condicionamientos, tampoco nos ha ofrecido ningún resguardo.

El trasfondo de esta situación es el desconocimiento de la relación laboral que establecen las apps a la hora de incorporar trabajadores. Empalma con un ascenso en las últimas décadas de la precariedad laboral en sus diversas variantes (tercerización, monotributo, trabajo en negro, etc.) Que han dejado pasar todos los gobiernos y que buscan institucionalizar a través de la mentada reforma laboral. De nada sirve el mal disimulo del gobernador Axel Kicillof, que aprovechó la evidencia de la relación laboral encubierta como argumento para multar a Rappi y a Pedidos Ya, pero dejando sin resolver en absoluto la situación para los repartidores. Sin mencionar, claro, que el fraude se completa con la participación del propio Estado, que se cobra el monotributo todos los meses.

Es hora de salir a las calles

Frente a esto, los repartidores venimos atravesando una bonanza en relación a luchas que han tenido curso en el comienzo de la pandemia y en el verano. En estas últimas, con acciones localizadas, pero que alcanzaron una incipiente coordinación nacional en el paro del 4 de marzo y cuyo eje indiscutible fue la necesidad de un aumento de la tarifa base por pedido. Desde ATR consideramos fundamental abordar adecuadamente las reivindicaciones parciales que emergen del movimiento -desde el aumento, pasando por las referidas al funcionamiento de la app o aquellas ligadas al problema de la seguridad- como un poderoso factor de movilización que abre las puertas para el planteo de tareas y desafíos más amplios. Las consecuencias de una orientación faccional centrada en colocar como eje divergencias de segundo orden, han llevado a que en todo un largo período la Asamblea Nacional de Trabajadores de Reparto (ANTR), que integra ATR junto a otras organizaciones, y que jugó un gran papel en la primer fase de la pandemia, no se reuniera una sola vez y por lo tanto fuera incapaz de ofrecer un canal de reagrupamiento para darle continuidad al paro y al plan de lucha a través de un proceso que debe culminar en la conquista del reconocimiento laboral.

Dados los problemas que aún siguen afectándonos a los repartidores, y por tanto la necesidad de salir a luchar, la pregunta es si podremos hacerlo en unidad a partir de una nueva convocatoria de la Asamblea Nacional de Trabajadores de Reparto. Organizaciones como la JTP han explorado un curso ajeno a esta política que consistió en el armado de un sindicato (SiTraRePa) que no integra más que a una corriente del movimiento, la suya propia. Resulta difícil conciliar el planteo de un sindicato “desde las bases” que han hecho recurrentemente con una organización que sin mediar convocatoria abierta alguna se presenta al movimiento con estatuto y comisión directiva ya definidos. Después de esto, que de la mano de su “secretario general”, se acuse a ATR en un artículo de darle la espalda al movimiento es a lo sumo un chiste de mal gusto. En meses la única campaña que hemos visto ha sido referida a la autoconstrucción (legalización, afiliaciones, etc.) y no en motorizar a los compañeros por las urgentes reivindicaciones que están planteadas.

La desesperación por sumar una personería gremial nos es ajeno como medio de desarrollo. Las agrupaciones clasistas debemos estar a la altura de la situación, ofreciendo un programa y un canal de reagrupamiento en un sector donde no podemos dejar de tomar en consideración el fuerte debate en el movimiento sobre los gremios. Advertimos sobre lo negativo que supondría que la izquierda se presente al movimiento con una multiplicidad de organizaciones sindicales paralelas, en vez de una organización antiburocrática unificada. Los trabajadores de reparto lo construiremos sobre la base de la movilización y el frente único.

El único camino posible hacia ello es poner en pie nuevamente la Asamblea Nacional, enfocada en hacer avanzar un movimiento de lucha, que salga a pelear por aumentos, vacunas y contra los bloqueos, y levantando la bandera del reconocimiento laboral. Las agrupaciones que hemos sostenido nuestra independencia política respecto del Estado y las patronales, tenemos que volver a ganar las calles, junto a cientos de compañeros, para poner un coto a esta enorme explotación. Hacer como en Perú, Italia o Brasil, donde los repartidores le pelean a las multinacionales con masivas huelgas. La unidad de los trabajadores es el método. Vamos por ello.