El poder adquisitivo del salario viene en caída libre. A nadie se le puede escapar, cuando la inflación quiebra techos mes a mes y ya se anuncia que las paritarias lindantes al 45% van a quedar socavadas cómodamente por debajo de una inflación de, proyectan distintos analistas, no menos de un 60%, pudiendo llegar incluso hasta los tres dígitos según los más “pesimistas”.

Si se hace una proyección en el tiempo, desde el punto más alto de 2017 a esta parte el valor real de los sueldos decayó un 22,9% para los formales y un 33,7% para los informales, según postula la consultora LCG. Como se ve, la licuación sobre el bolsillo popular no data de ahora, sino que se viene acumulando sostenidamente hasta llegar a la debacle que vivimos por estos días. Es lo que explica el récord histórico de trabajadores ocupados bajo la línea de pobreza.

Hace poco se conocieron, amén de las consultoras privadas, cifras oficiales del Indec sobre el índice salarial. En febrero hubo una caída en los salarios del 1,6% en promedio. Esto está compuesto por un derrumbe del 0,8% en los privados formales y un 2,3% en el sector público, colocando al Estado como el capitán del ajuste sobre las condiciones de vida de los trabajadores. El peor panorama fue para los informales, que quedaron un 2,5% por debajo.

Mientras esperamos que el Indec de a conocer las cifras de marzo, ya la propia consultora LCG hace proyecciones y anuncia otra caída del 1,6% en promedio, con caídas del 1,2% entre los registrados y un 3,7% entre los trabajadores informales frente a una inflación que alcanzó el 6,7%. LCG advierte: “no esperamos que este año los salarios le ganen la carrera a los precios”.

Ahora bien, estos llamados de atención se cuantifican por sí solos. El pacto con el FMI, que es el factor de ordenamiento de toda la economía nacional, es un pacto de tendencias abruptamente inflacionarias. Desde los tarifazos en marcha a la caída de las reservas y los saltos devaluacionistas todos los caminos “conducen a Roma”: un aumento desmedido y en ascenso de los precios al consumidor.

Esto plantea una lucha crucial que tienen los trabajadores por delante: la lucha por paritarias genuinas. Todo el arco de la burocracia sindical, plegada ante el pacto de ajuste del gobierno, intenta apurar y maniobrar para ponerle el gancho a los aumentos por debajo de la escalada inflacionaria. Los trabajadores necesitamos delegados paritarios electos que discutan los aumentos que necesitamos con el mandato que nosotros mismos les otorgamos. La lucha por el salario es la lucha estratégica de toda la clase obrera ante esta etapa.

Es el ejemplo que marca el Sutna conducido por el clasismo, que defendió el derrumbe de los salarios frente a la inflación durante todos estos años.

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