Sindicales

22/12/2011|1207

Los trabajadores dicen basta

Fernando A.

El primer intento serio de aplicar un ajuste entre los técnicos se encontró con una respuesta inmediata de los trabajadores.

El ajuste

La patronal camporista se valió de una resolución del Ministerio de Trabajo para obligar, mediante amenaza de despido, a los jefes de hangares y talleres a que renuncien de inmediato a Apta afiliándose a Upsa (personal jerárquico), gremio carnero, famoso por su accionar patronal en épocas de Marsans, lo que en ese entonces llevó a pasarse masivamente a los jefes al gremio de los técnicos.

La ausencia de la dirección del gremio le facilitó la tarea a la patronal, que llegó a utilizar remises para garantizarse todas las renuncias en unas horas. Todo esto en medio de una conciliación obligatoria.

Esta medida no incluyó desplazamiento de jefes a excepción de un hangar. Allí se instaló un jefe “con instrucciones de ajustará. La primera medida fue quitarle a los trabajadores los “rubros” -tareas especiales peligrosas y/o insalubres- que por sus características son mejor remuneradas, rechazando el listado elaborado por los técnicos y jefes de turno.

La reacción

Los trabajadores, que ya venían cortando las horas extras en repudio al desplazamiento del jefe anterior, se autoconvocaron y llamaron a trabajadores de otros sectores y hangares a sumarse. En esta primera asamblea muchos compañeros criticaron la pasividad en la que se encuentra la burocracia de Cirielli, que se ha limitado a recorrer los canales de televisión y dejando abandonados a los trabajadores, que ven cómo el gobierno ataca a los técnicos acusándolos falsamente de boicot y de cobrar salarios privilegiados. Se resolvió concurrir al gremio al día siguiente una vez finalizado el horario laboral.

Ese día a primera hora, Mercado, delegado general de Ezeiza, apareció con un “resumen” de un acta firmada la noche anterior entre la patronal y el gremio por la cual la empresa otorgaba un 24% de aumento, en cuotas, sobre el neto, o sea con un 50% en negro. Incluía una cláusula de paz social mientras se negociaran “otros aspectos”. Esta maniobra, pensada para descomprimir, ya que aún no se había firmado el aumento de este año, tuvo su efecto inverso. Los compañeros le recriminaron al delegado general porque había dejado, pasar el ataque a los jefes afiliados al gremio, y le preguntaron por qué nadie los consultó sobre este aumento, por qué no se convocaba a asamblea y le recriminaron que no se podía firmar una paz social si la empresa no retiraba la demanda contra la personería de Apta.

Asamblea en Apta

Por la tarde se movilizaron al gremio tinos 130 compañeros de distintos hangares y talleres de Ezeiza. En la puerta se tiraban petardos y se cantaba “Círielli ¿dónde está?” Finalmente, se permitió el ingreso y frente a varios miembros de la comisión directiva los trabajadores reclamaron la inmediata asamblea general en una serie de intervenciones, planteando la decepción de todos con el comportamiento de la dirección sindical. En silencio, la burocracia aceptó trasladar el pedido a Cirielli. Los trabajadores exigieron que la asamblea fuera antes de fin de año.

Este impulso permitió organizar dos días después una nueva asamblea dentro de hangares, en horario de descanso, a la que concurrieron delegaciones de casi todos los sectores. Allí se debatieron los puntos que debería tratar la asamblea. Particularmente se hizo hincapié en poner en funcionamiento regular al cuerpo de delegados, que la burocracia tiene congelado. También la necesidad de elegir paritarios para intervenir en las negociaciones con la empresa y sobre cómo garantizar que la asamblea sea convocada.

Sobre el final apareció Mercado y llamó a los técnicos del hangar afectado por el ajuste a una reunión con la jefatura. Allí, ante el cariz que tomaban las cosas, la jefatura reculó en toda la línea, permitiendo que los listados de quienes realizan los rubros sean definidos nuevamente entre los trabajadores y los jefes de turno.

Aterriza Recalde

Ese mismo día, el presidente de Arsa tenía previsto concurrir a los hangares para una inauguración. No bien apareció, acompañado de Javier Rodríguez, responsable general del área técnica y de otros camporistas, fue abordado por los técnicos que lo invitaron a trasladarse a la “matera” (área de descanso). Allí tuvo que escuchar los reclamos do los trabajadores denunciando las ¡mentiras que había dicho de ellos. Algunos mostraron sus recibos de sueldo, muy lejos de lo que dijo Cristina. Se cuestionó a la gestión camporista por cómo ha manejado el sector técnico, abandonado de inversión. Otros rechazaron la acusación de boicoteadores de Arsa y reivindicaron la lucha de los técnicos contra el vaciamiento de los españoles, con acampes al lado de los aviones para evitar que Marsans se los llevara. Recalde fue masivamente repudiado cuando reconoció que había destruido su copia del acuerdo sobre la carrera profesional firmado por él en 2010 con Apta.

Una nueva etapa 

La intervención de los sectores más activos está abriendo un camino por el que se expresan las tendencias de lucha. La sensación de haber sido traicionados a un tiempo por el gobierno y por la burocracia también despertó el debate político. Empieza a quedar claro que esta lucha no se resuelve más que con la firmeza y organización de la base. La agenda de Cirielli por los medios y su presencia al lado de Moyano no despiertan la menor expectativa. Frente a los ataques directos a los controladores, a los jefes afiliados a Apta y al intento de quitarnos la personería, la burocracia se limita a gestiones legales. Los trabajadores son conscientes de que necesiten una dirección a la altura del conflicto y por eso ponen el acento en el funcionamiento del cuerpo de delegados. También apareció la necesidad de coordinar con otros sectores como Austral, donde la burocracia apretó y confundió a los I compañeros para evitar que concurrieran al gremio.

Y más allá de Arsa, convocando a los técnicos de LAN y a los controladores aéreos remilitarizados y desplazados de sus fundones La organización del activismo es la clave para garantizar la extensión y profundización del proceso que se ha abierto.