Sindicales

25/11/2004|878

Masivo paro en Metrovías

El paro de subterráneos y premetro fue masivo. Con una hora por la mañana y otra por la tarde, la medida de fuerza se hizo sentir porque fue apo­yada por el ciento por ciento de los tra­bajadores de Metrovías.


El reclamo: la restitución del pago de la hora nocturna, que afecta a más de 400 compañeros, afectados por una rebaja salarial de entre 100 y 200 pe­sos desde que se impusieron las 6 ho­ras, recuperación de una vieja conquis­ta consagrada en el convenio del sub­te -y perdida con la privatización— del 2% del salario por cada año de antigüe­dad y la recomposición salarial del 50% para todos los trabajadores para com­pensar la inflación.


La acción de lucha resuelta por el Cuerpo de Delegados ante el mandato de asambleas en todas las líneas y ta­lleres, se produjo a horas de la respues­ta negativa de la empresa a conceder cualquier reivindicación.


El paro se impuso masivamente. Ante el estupor de la empresa, su inten­to de mover los trenes para quebrar la medida se encontró con una pared “ini­maginable”: el sector de supervisores convocado a carnerear, decidió en algu­nas líneas no mover un dedo. Es que al­gunos de ellos, tienen sueldos inferiores a los del resto de los trabajadores.


La decisión de los compañeros que­dó más en evidencia ante el hecho de que el paro de una hora convocado a las 18 horas, se realizó durante las ne­gociaciones que se desarrollaban en el Ministerio de Trabajo.


En la audiencia, la empresa se mantuvo firme en su postura y exigió la presencia de la Secretaría de Trans­portes en la reunión que se realizará el lunes, lo que fue objetado por el Cuerpo de Delegados, ante la eviden­cia de que Metrovías quiere utilizar la medida para sacar una tajada mayor en su esquila a las finanzas públicas, a través del aumento del valor del bo­leto o mayores subsidios, hoy en el or­den de los 70 millones de pesos.


Al mismo tiempo, lanzó una furio­sa campaña antiobrera contra los tra­bajadores. Mintiendo descaradamen­te, sacaron un volante repartido a los usuarios planteando que los compañe­ros tienen exigencias desmedidas. Son unos caraduras. Los 20 miembros del directorio de la empresa se embolsan mensualmente casi 500 mil pesos en concepto de “sueldos”. Para todas es­tas tropelías, Metrovías contó con el apoyo solidario del gobierno y los me­dios de prensa que montaron una ofen­siva feroz contra el carácter supuesta­mente “sorpresivo" de los paros. El te­mor a una generalización de la lucha salarial es un fantasma que recorre al gobierno y al conjunto de las patrona­les, emblocadas en una “recuperación" basada en la miseria social.


En las masivas asambleas realiza­das el viernes y sábado en todas las ca­beceras y talleres se resolvió que si el lunes la empresa no daba solución a la demanda, se largase un plan de paros progresivos hasta la satisfacción de los reclamos.


Ante la falta de respuesta, el lunes se volvió a parar por la tarde. Luego, el Ministerio decretó la conciliación por cinco días. En las asambleas de ese día, se planteó retomar nuevamente las medidas de lucha si la empresa no daba respuesta al pliego de reivindica­ciones.


La huelga de Metrovías, cuarenta horas después de la gigantesca marcha de la ANT a Plaza de Mayo por los pla­nes, el salario y las 6 horas, marca el agotamiento de la política “salarial” de Kirchner y la apertura de un nuevo marco político de intervención del mo­vimiento obrero.