Los obreros autoconvocados del vino se concentraron en las puertas del Soeva Maipú este viernes 29. Con un enérgico piquete y corte de calle fueron varias docenas de compañeros los que se hicieron presentes reclamando que la conducción sindical impulse el pedido de recomposición salarial.

La directiva del Soeva viene negociando con la patronal pequeños aumentos en negro y en forma de bono, completamente a espaldas de los trabajadores como denunciaron varios compañeros en la concentración. Queda claro que el acuerdo paritario firmado en abril ya quedó completamente sepultado por la marcha de la inflación. Con el cronograma firmado recién en agosto, un obrero especializado pasaría a cobrar $65.499,1 y un oficial tonelero $77.408,11 siempre y cuando tengan 15 años de antigüedad.

Estos salarios han quedado claramente retrasados y muy por debajo de la línea de pobreza, que superó los $104 mil. Los obreros de fincas tienen ingresos sensiblemente inferiores, también es el sector con mayor trabajo en negro, precario y flexibilizado.

Desconfianza

La desconfianza en la dirección del Soeva y la Foeva es total: los trabajadores fueron hasta la sede sindical a reclamar que se dé curso al reclamo salarial, pero si no responden favorablemente prometen ir a medidas más directas.

Este proceso tiene un antecedente inmediato. Los obreros vitivinícolas de Maipú vienen de derrotar un ataque estratégico en Peñaflor. En esta gran empresa pretendieron flexibilizar la semana laboral, anulando días de descanso y horas extras, ignorando el convenio colectivo de trabajo y meterles la reforma laboral de prepo, a pesar de que sus ganancias en dólares son inmensas y vienen de comprar una distribuidora en los Estados Unidos.

La patronal viene amasando enormes fortunas. Por un lado licuan los costos con la devaluación del peso y optimizan sus ganancias con las exportaciones en dólares, pero también con subas por arriba de la escalada inflacionaria en el mercado interno.

Salario de $130 mil ya

Un aumento de salario serio no puede mantener a los trabajadores por debajo de la línea de pobreza. Esta, para junio, fue establecida en $99.178 por la Deie (Dirección de Estadísticas e Investigaciones Económicas) y $104.216 por el indec. En ninguna de las dos mediciones se contempla el gasto de vivienda.

En el nombre de la crisis buscan continuar el ajuste sobre los trabajadores, aplicando salarios de hambre y políticas de destajo mientras llenan sus arcas de dinero. El abuso y la miseria no se pueden permitir.

La coordinación desde abajo, con el método de la asamblea y el frente único, de todos los delegados y compañeros es clave para imponer de manera urgente un salario mínimo de $130 mil actualizable por inflación mes a mes, condiciones dignas de trabajo y la perspectiva de recuperar los sindicatos para los trabajadores.

¡Adelante compañeros!