Sindicales

15/3/1990|296

Confederal de la CGT

Miguel cree en el plan de Alsogaray

Según la versión del diario Clarín, una llamada telefónica de Lorenzo Miguel fue determinante para que Curto y luego Ubaldini hicieran aprobar, en el Confederal, y luego en el plenario de regionales, la moción de “facultar al consejo directivo para que tome medidas de fuerza en el momento oportuno” Con este “saludo a la bandera” respondió la burocracia de la CGT a las huelgas y movilizaciones que numerosos sindicatos, decenas de miles de trabajadores y varias regionales cegetistas están desarrollando en todo el país.

El telefonazo de Miguel no fue un descuelgue. Dos días antes del confederal la amenaza del conflicto “fue uno de los temas dominantes del almuerzo que compartieron Mera Figueroa y Jorge Triaca con Lorenzo Miguel y Diego Ibañez” Horas después Miguel declaraba que “a muy corto plazo veremos si este modelo de economía tiene o no solución, pero no ponemos plazos” (Crónica, 7/3). Luego del almuerzo con los ministros, Lorenzo Miguel cerró apresuradamente la paritaria metalúrgica con un acuerdo de miseria, que incluso no había querido firmar unos días atrás.

El acuerdo metalúrgico establece un aumento para febrero del 102%, igual a los 150.000 adelantados por el gobierno. Para el operario significa un básico de 300.000 australes y para el oficial múltiple 500.000. Considerando los plus “en negro” el operario llega malamente a cubrir la tercera parte de la canasta familiar.

Boleto de ida y vuelta

Ubaldini no revela expectativas en el plan Alsogaray, pero de otro modo saca la misma conclusión de Miguel. “El problema no es ir al paro, sino cómo regresar”, planteó un allegado al líder cegetista según La Nación (8/3/90).

Ubaldini no quiere subirse al tren de la lucha sin un boleto deida y vuelta. Quiere la cuadratura del círculo: ¿cómo luchar sin romper con el gobierno? Ya no puede apelar a ficciones de lucha, como hizo bajo Alfonsín, y que naturalmente los califica por eso de “anécdotas”. La huelga general es un choque político entre los explotados y el Estado: ¿Cómo “regresar” de esto?

La burocracia es incluso reacia a un paro general aislado, por temor a ser desbordada por la tendencia a la huelga general. El vigor de las luchas explica que Miguel se haya volcado a respaldar más abiertamente a Menem y que la CGT se refugie en la impotencia.

La burocracia sindical de Azopardo también busca la protección del bloque Angeloz-Cafiero-Alfonsín-Clérici, como si esta coalición patronal sirviera para proteger a los trabajadores o fuera enemiga de las privatizaciones y del FMI.

La política de la CGT de Ubaldini apunta a agotar a los trabajadores con paros parciales y aislados, en un intento para ver lo que ofrece “el modelo económico a corto plazo”. El problema es que la viabilidad del “modelo”, y a muy cortísimo plazo, depende de que el gobierno propine una derrota duradera a los trabajadores. Este es, en definitiva, el único “shock de confianza” que entusiasma a los explotadores.

Por esto mismo, la consigna de huelga general, dirigida a los sindicatos y a la CGT, debe seguir orientando la movilización y la lucha de los trabajadores, en el entendimiento de que, como ocurre en ferroviarios y acaba de ocurrir en FOETRA de Córdoba, debe estar acompañada de una organización independiente de los activistas, de la formación de coordinadoras o interseccionales, de asambleas generales, de la elección de delegados representativos y de la formación de comités de huelga.

Esta política deberá permitir que la clase obrera se convierta en alternativa de poder y que el régimen capitalista se baje para siempre en alguna de las próximas elecciones.