Sindicales

16/10/2014|1336

Mucho más que una paritaria a la baja


La gestión de Recalde firmó con la Federación de Personal Aeronáutico (Fapa) un acuerdo salarial de un 28,2 por ciento en una cuota, a partir de noviembre. De un golpe, consiguieron imponer una rebaja salarial del orden del 15 por ciento, en virtud de la inflación estimada.


 


Pero la discusión paritaria fue el escenario para reconocer el fracaso de la estatización de Aerolíneas Argentinas, y una nueva etapa signada por la “estandarización” y la “productividad” (nada que ver con la meneada “función social y productiva de la conectividad nacional”).


 


La amenaza de pedir el concurso preventivo de crisis si la pauta salarial superaba el porcentaje propuesto por la empresa, sirvió de excusa para que los sindicatos levantaran cualquier plan de lucha.


 


El curso de las negociaciones posteriores demostró que la dirección de los sindicatos enrolados en la Fapa (autores de la consigna “Yo te banco”) optaron por ingresar a esta nueva etapa de ajuste en cogestión con Recalde. 


 


El acuerdo había incluido una cifra no remunerativa depositada a los sindicatos, los cuales, a cambio de una “comisión administrativa”, distribuirían entre los trabajadores -un novedoso mecanismo para evadir ganancias. Para compensar esas erogaciones, los sindicatos aceptaron postergar un mes el comienzo del acuerdo (a noviembre).


 


La “comisión administrativa” para “eludir ganancias” generó un impacto en los medios y, a su turno, entre los trabajadores. Los sindicatos debieron salir rápidamente a desmentirlo. Con excepción de los pilotos, que aceptaron la modalidad establecida, tuvieron que darle un nuevo formato a la cifra no remunerativa. El mes perdido en la paritaria se mantuvo para financiar otras cifras no remunerativas. También se preservó la estratégica cláusula de paz social.


 


Apta, que no integra la Fapa, todavía no puso la firma, pero se apresta a hacerlo (hay un petitorio de 700 firmas reclamando una asamblea general para rechazar un acta de productividad y paz social firmada en julio, que nunca fue respondido).


 


Las extorsiones de Recalde se adelantaron a la presentación del presupuesto que indica una política de austeridad para los subsidios al transporte. Con todo, y en el marco de la crisis paritaria, el oficialismo incorporó a última hora avales por 360 millones de dólares para “financiar equipamientos”. Aerolíneas sigue funcionando con un déficit operativo de dos millones de dólares diarios.


 


Los libros de la empresa se encuentran cerrados y los últimos balances, que no se habían presentado durante años, han sido objetados en varios puntos por la auditoria de la Nación. Una línea de bandera que garantice la conectividad (y, por lo tanto, tramos no rentables) podría funcionar en el marco de una gestión única de la actividad, incorporando filones que han sido entregados y nunca recuperados como el duty free, el servicio de catering y la gestión de los aeropuertos en su conjunto (hoy paraísos del trabajo tercerizado y ganancias exorbitantes). Las amenazas de Recalde han abierto un estado de deliberación política entre los trabajadores acerca del futuro de la compañía.


 


El Congreso del movimiento obrero y la izquierda será la oportunidad para ofrecer un balance del carácter de las estatizaciones truchas del kirchnerismo y pugnar por un salida obrera a la persistente crisis de Aerolíneas Argentinas y Austral luchando por la apertura de los libros de la empresa como forma transitoria del control obrero de la empresa y todo el sistema aerocomercial nacional.