Sindicales

20/12/2007|1022

Muerte y atentados: Moyano y la posibilidad de una crisis terminal

El asesinato del dirigente santafesino Abel Beiroz, secretario de finanzas del gremio de camioneros, ha abierto una crisis que puede ser terminal para la corriente moyanista. Cuando aún no se han borrado los bochornosos sucesos del traslado de los restos de Perón, esta muerte fue seguida de una balacera entre distintos dirigentes de la burocracia de camioneros tanto en Rosario como en la propia ciudad de Buenos Aires. Los asesinos de Beiroz actuaron por encargo y hay investigaciones que señalan llamadas telefónicas y mensajes de dirigentes del gremio con los propios asesinos.


En Santa Fe, el gremio de Camioneros ha triplicado su número de afiliados (pasó de 13.460 a más de 50.000 afiliados en la obra social de la provincia) en los últimos diez años. Por un lado hay un enorme crecimiento de las cargas de cereales; por el otro está la anexión a camioneros de la logística de los supermercados y de la recolección de residuos.


En lo que tiene que ver con las cerealeras, Moyano nunca encaró una lucha contra ellas, esto a pesar de que las condiciones de la carga y descarga de cereales se han transformado en un verdadero suplicio laboral. Los camioneros se ven obligados a permanecer hasta cinco días en cualquier terminal grande sin contar con comedores, baños adecuados ni una atención médica mínima. Es un secreto a voces que esta “paz social” nunca firmada con las grandes exportadoras va a los bolsillos de “alguien”.


Con relación a la logística, hay una disputa contra otras burocracias por el encuadramiento sindical de los trabajadores, donde están en juego millones de pesos en ingresos de afiliación, de obra social y de los propios fondos sindicales otorgados que recibe la burocracia cuando firma los convenios de trabajo.


La política del gobierno nacional y de la anterior gobernación de Obeid, como ahora la de Binner, seguirá en los mismos términos de connivencia… mientras no se obstaculice la exportación de granos ni de aceite. Pero la burocracia de Moyano, a pesar de haber garantizado que no hubiera ningún paro general en los cuatro años de Kirchner y haberle puesto un techo salarial a las paritarias, no pudo evitar quedar ahora en una situación comprometida. La Presidenta se negó a renovarle el apoyo y Moyano tuvo que amenazar con irse a la “vereda de enfrente”. Luego, Cristina K fue a levantarle las acciones a Gerardo Martínez, lo que no impidió, 48 horas después, una paro de la Uocra. En junio se renovará la dirección de la CGT. La posible designación de Gerardo Martínez como el nuevo emergente de la burocracia no es casual. Pero el reemplazo de Moyano no es sólo un asunto gremial, pues tiene que ver con la pelea interna dentro del gobierno, que ha puesto en la picota a De Vido, el socio de Moyano en los negocios del transporte.


De Vido ha quedado ahora vinculado al tema del ‘valijazo’, esto por el papel que jugó en el contrabando de los 800.000 dólares su subordinado Claudio Uberti y porque De Vido es un nexo de los negocios de la camarilla oficial con los ‘boliburgueses’ de Venezuela. Los ‘infortunios’ por los que está atravesando Moyano reflejan la crisis política que sacude al matrimonio gobernante.


La división en la burocracia y el declive del moyanismo en los favores del gobierno constituyen un dato político que los activistas no podemos pasar por alto. Tenemos que aprovechar la crisis de la burocracia y del gobierno para avanzar más resueltamente en la organización independiente del movimiento obrero. Como las paritarias próximas van a ser el terreno en que se va a reflejar esta crisis, al igual que la crisis inflacionaria y los padecimientos de las bases, ellas ofrecen una ocasión extraordinaria. Deberíamos lanzar anteproyectos de convenio opuestos a los de la burocracia, en la forma de un conjunto de reivindicaciones vitales, y sobre esta base reclamar asambleas y la elección de los delegados paritarios. El moyanismo no es sólo el sindicato de camioneros, sino de muchos otros que jugaron un rol protagónico en la oposición a Menem y De la Rúa, de modo que su crisis creará un vacío político para numerosos activistas que no están enrolados en la izquierda.


En toda la historia del movimiento obrero la inauguración de una nueva etapa y el ascenso de las fuerzas renovadoras fueron acompañadas por crisis mortales en la cúpula de las viejas expresiones burocratizadas.