Sindicales

12/12/2002|784

Nuestra política frente al Congreso de la Cta

El Congreso Nacional de la Cta, que se realizará el 13 y 14 de diciembre en Mar del Plata, no tiene nada que envidiar a los “congresos” de la burocracia sindical “tradicional”. La designación de los congresales es amañada, cada conducción resuelve por sí cómo se integra la fórmula genérica de “uno cada cien” (el Suteba, por ejemplo, envía congresales electos hace dos años). Para poder llegar a ser consideradas en las sesiones plenarias, las mociones deben tener un 25% de apoyo en las comisiones respectivas. Los Congresos provinciales han sido ferozmente regimentados cuando no anulados, como en el caso de la Cta de La Matanza. En el caso de Santa Cruz, la conducción de la central armó una delegación paralela en Río Turbio pactando las licencias gremiales en forma directa con el interventor del yacimiento. Según denunció el propio Pc – una fuente insospechada considerando que es una de las corrientes que han formado parte de la conducción de la Cta desde su nacimiento – , en el Congreso de Santa Fe realizado el 22 y 23 de noviembre se produjo un “ocultamiento deliberado” que llevó a que sobre 800 delegados posibles, aparecieran casi 1.400 (“en el curso del congreso provincial fueron acreditados más de 600 delegados de la Ftv, lo cual es imposible de acuerdo a la cantidad de empadronados existentes en la provincia” – Propuesta 28/11 – ).


 


Debate


Tal “ingeniería” desnuda el propósito de convertir el Congreso en una mascarada que no altere los designios de la conducción.


Se quiere anular o aminorar los tres debates que han abierto una lucha política de proporciones en su seno.


En primer lugar, sobre el rol de la central en el Argentinazo. La dirección de la Cta carga sobre sus espaldas la responsabilidad de haber sido no ya acompañante sino constructora de la Alianza y haber desertado, en función de un acto de sostenimiento final al gobierno de De la Rúa, de la rebelión popular del 19 y 20 de diciembre.


En segundo lugar, sobre el sostenimiento de la central sindical al conjunto de los gobiernos surgidos después del 19 y 20 de diciembre. Desde entonces la Cta se erigió, junto al resto de la burocracia sindical, en un factor de estabilidad precioso para el régimen. Junto a la Cgt, comparte una tregua que va a cumplir un año, se ha integrado a los “consejos consultivos”, ha divido al movimiento piquetero en función de una política colaboracionista y ha estado ausente o directamente enfrentada a luchas estratégicas del último período, como la que libraron los obreros del subte por la reducción de la jornada laboral o la de los miles de trabajadores que ocupan y producen en las fábricas bajo su control.


En tercer lugar, sobre la posibilidad de que el Congreso lance un PT al estilo de Brasil, una iniciativa que está en franca oposición a los planteos de la dirección de la Cta (De Gennaro acaba de declarar en Santa Fe que “el PT es una experiencia brasileña” y que “más que un partido, preferiría ayudar a construir el ‘entero’…”, al que define como “un nuevo movimiento político social”, es decir de colaboración de clases – La Capital, 25/11 – ).


Detrás de las palabras, la política es armar, en nombre del “movimiento político social” (MPS) un bloqueo a las tendencias a una alternativa de independencia obrera. El MPS es sólo un planteo para ocultar la impasse política de la central, un atajo para ganar tiempo frente a la descomposición que envuelve a las propias fuerzas del centroizquierda.


La dirección de la Cta está pavimentando este camino con una política de adaptación profunda al derrumbe capitalista: pago de la deuda externa (“Deuda externa: alternativas”, Claudio Lozano – ver Prensa Obrera 779 – ), empleo de beneficiarios del “seguro de empleo y formación” en el Estado o las empresas privadas compitiendo con el trabajador ocupado (transformando lo que debería ser un seguro al parado en un nuevo piso salarial), destrucción de los sindicatos por industria.


 


Cuatro planteos frente al Congreso de la Cta


En torno al Suteba de La Matanza y otras agrupaciones y corrientes de la izquierda se ha formado un movimiento de oposición en el que se expresan tendencias de lucha frente a la política colaboracionista de la central. Esta oposición ha coincidido en un texto que revela límites profundos para quien se plantee construir una corriente clasista al interior de la Cta. Se reivindica en forma integral la trayectoria e historia de la Cta, lo que significa reivindicar el programa y los métodos que llevaron a la constitución de la Alianza y hoy al sostenimiento de Duhalde; no se denuncia la tregua, no se plantea la necesidad de una segunda rebelión popular que se proponga culminar las tareas que dejó pendiente la primera, se reivindica el “seguro de empleo y formación”, es decir el conchavo en masa de Jefes y Jefas en reemplazo del trabajo estable.


A diferencia de ello, la Rama Salud de Ate Neuquén y su Junta Interna, Aten Plottier, Aten Centenario, junto a otros delegados y agrupaciones, el PO entre ellos, han producido un texto que rechaza el “movimiento político social” considerándolo una variante patronal, denuncia la tegua de la central y convoca a una lucha consecuente “para que se vayan todos” y por un gobierno de trabajadores (ver nota).


La conducción de la Cta Santa Cruz ha elaborado un planteo clasista, que señala la existencia de una crisis de poder, llama a actuar por una nueva rebelión popular y propone una Asamblea Constituyente con poder como alternativa política a levantar por los trabajadores.


A la oposición que se nuclea en torno al Suteba de La Matanza y al conjunto del activismo que reclama una nueva dirección en la Cta, le proponemos un acuerdo sobre la base de cuatro puntos:


1. Basta de tregua, retiro de la Cta del Diálogo Argentino y de los Consejos Consultivos de Crisis.


2. Paro activo nacional y marcha a Plaza de Mayo el 20 para que se vaya Duhalde y para que se vayan todos, por un segundo Argentinazo.


3. Por una Asamblea Constituyente soberana convocada por el pueblo.


4. Por un partido de los trabajadores independiente de la burguesía.


Esto significa una campaña política en oposición a la conducción de la Cta, que no quiere desenvolver un nuevo 19 y 20, que culmine las tareas pendientes de la rebelión popular, ni un PT. El llamado de un Congreso de la Cta a la constitución de un Partido de Trabajadores significaría una derrota política para la burguesía y para la propia conducción de la central, por el simple hecho de que plantearía una organización política de trabajadores diferenciada de los partidos burgueses tradicionales y del centroizquierda. Un partido de clase debe defender los intereses históricos de la clase obrera (derrocamiento del capitalismo) y entroncar profundamente con las masas, en primer lugar con el proletariado, para elevarlo a la altura de estos intereses.