Sindicales

17/6/1999|631

Otra rebelión educativa en Catamarca

Desde que en la campaña electoral de febrero-marzo, señaláramos el inexorable estallido de una rebelión educativa en Catamarca, pasó muy poco tiempo.


Mucho antes de las presidenciales de octubre y aún del traspaso del gobierno provincial, la crisis financiera ha obligado al gobierno a adelantar un furibundo ataque a la docencia y a la escuela pública.


En efecto, después de que la movilización universitaria entrara en una impasse, el Frente Cívico y Social se apresuró a formar un comité de emergencia para el control del gasto público. Integrado por los cinco ministros del Poder Ejecutivo, sus primeras medidas apuntaron a una cesantía masiva de docentes interinos y suplentes y al congelamiento de nuevas designaciones hasta fin de año o hasta que se modifiquen las condiciones de la crisis financiera provincial. Para ‘contrabalancear’, les quitó a los legisladores los teléfonos celulares y disminuyó el crédito que tienen para hacer uso de la telefonía común. Esto, naturalmente, desató la ira de los docentes, pero también de los alumnos de los IES, Institutos de Estudios Superiores (muchos de formación docente), abriéndose un clima de debate y de lucha como no se verificaba desde hace mucho tiempo.


Primero en forma tímida y luego como método, las escuelas empezaron a discutir un plan de lucha y formas organizativas inéditas hasta ese momento. La tendencia a coordinar las acciones y los reclamos tomó cuerpo a partir de algunos delegados, que comenzaron a organizar asambleas conjuntas de distintas escuelas. Las escuelas de la zona norte de la capital, con delegados y activistas del PO y de otras tendencias, hicieron punta con cortes de calles y avenidas y la quema de gomas. En pocos días, estas medidas se generalizaron en la capital y las principales ciudades del interior, pese a las amenazas del Poder Judicial.


Por su parte, los estudiantes, víctimas del ajuste al cerrarse carreras y hasta escuelas completas, reaccionaron organizándose por las suyas. Rompió el fuego el mayor Instituto de la Capital, donde militan jóvenes de la UJS, que decidió la toma efectiva del edificio. Tomaron la posta los estudiantes de los restantes 16 IES y, durante la última semana, se dieron cortes de calles y rutas y tomas simbólicas y efectivas de distinto alcance, en casi todos los casos con activa participación de los docentes.


Este curso de acción tiende a profundizarse y tuvo un primer pico el viernes 11, con una gigantesca movilización (más de 3.000 docentes y alumnos) frente a la Casa de Gobierno.


Para desmontar este proceso de organización y de lucha, el gobierno no dudó en recurrir a la provocación y a toda suerte de maniobras distraccionistas: nada pudo detenerlo. Al contrario, la exigencia de los docentes consistió en reclamar un plan de lucha, repudiando los paros domingueros y de media jornada, concretando, en cambio, paros activos durante toda la semana previa a la movilización. Esto da la tónica de la envergadura que va adquiriendo la lucha, a la luz de la historia reciente, cuando, por seguir una línea netamente concertacionista, el conjunto de los sindicatos docentes se limitó a la concreción de medidas aisladas e inefectivas. Los sindicatos hicieron lo suyo para aislar cada una de las protestas, pero fueron también prontamente superados por la dinámica de la organización desde las bases y no tuvieron más remedio que salir a respaldar cada iniciativa que se tomó en las escuelas.


Está planteado el llamado a un paro activo provincial, se ha votado la formación de Coordinadoras en las Asambleas de los IES y en varias escuelas de la Seccional Norte Capital. El interior se está organizando en el mismo sentido y el gobierno ha entrado en pánico. La oposición parlamentaria, en tanto, no abre la boca y durante la movilización se vio aparecer a los legisladores del Frepaso, que no intervinieron en ningún sentido durante la lucha, evidentemente con el afán de montarse en un proceso que no vieron y que no saben a dónde va.


La profundidad del ajuste, sin embargo, es tal, que en distintas proporciones los funcionarios aseveran que se llevará a la práctica y realmente han comenzado a llegar las primeras notificaciones, por lo que es posible prever que la rebelión educativa ha llegado para instalarse por un largo tiempo.