Sindicales
7/8/2014|1326
¿Para cuándo el paro nacional?
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defol SINDICAL
El cuerpo de delegados de Lear se reunió con la CGT Moyano. Se hicieron fotos que los obreros aceptaron gustosos para contrarrestar, de alguna manera, el aislamiento manifiesto a que los somete el conjunto de la burocracia sindical. Pero más gustosos parecieron los dirigentes sindicales, junto a obreros en lucha, para disimular un poquito tanta parálisis.
Efectivamente, el primer y gran problema que preocupa a Lear, a Emfer, a los petroleros, portuarios o bancarios que paran por despidos y ganancias, a los docentes que no retoman las clases pidiendo reapertura de paritarias, a la docencia universitaria que sigue las huelgas generales en Tucumán y San Luis, a los metalúrgicos de Valeo de Córdoba, en la puerta de otro conflicto, a la prolongada huelga de Weatherford, a Donnelley con 123 despidos sobre su cabeza, es ¿para cuándo el paro nacional por todos nuestros reclamos?
Todos han recibido, en distintas reuniones, un mismo mensaje. El paro que sería en la primera quincena de agosto se posterga para fines de mes o para septiembre. Tras el Mundial y las vacaciones de julio, vino ahora la cuestión de los buitres. Esto es todavía más grave que las dos primeras excusas.
La burocracia sindical opositora se pliega indirectamente a la línea presidencial “patria o buitres”. Consigna que es la versión nacional y popular de la fórmula alsogaraísta “ajustarse el cinturón para pasar el invierno”. En este caso, aguantar el semestre hasta el vencimiento de la cláusula Rufo, depositando igualmente los vencimientos de deuda, y ajustando al país para reunir los fondos -que no hay- para el nuevo endeudamiento. Todo lo cual no nos ahorra, más bien precipita, nuevas devaluaciones y tarifazos.
El defol es usado como herramienta de presión contra las reivindicaciones obreras. La Presidenta, mientras despotricaba demagógicamente contra Griesa -juez que interviene porque Néstor, Boudou y Lavagna firmaron la jurisdicción norteamericana-, aclaró que no se puede tocar el impuesto a las ganancias para “seguir distribuyendo la riqueza”.
Distribuyéndola hacia la banca, agregamos nosotros, porque el aumento a los jubilados está 10 puntos anuales por debajo de la inflación y, al ser cada seis meses, pulveriza el ingreso.
La línea cristinista de “unir la acción del gobierno y los sindicatos para cuidar los puestos de trabajo” es la viabilización de los despidos. En oposición al keynesianismo trucho de 2009, cuando se usó la plata de la Anses para los Repro (subsidos del Estado para empresas que declaran crisis) y los créditos baratos, ahora la línea son las suspensiones, los recursos de crisis, los retiros, los despidos y si hay huelga, la Gendarmería de Berni. La única excepción la hizo el Ministerio de Trabajo con Emfer poniendo una suma en negro para cubrir salarios, con el sólo objeto de separar su lucha en el tiempo con la de Lear. La General Paz y la Panamericana al mismo tiempo es mucho para Berni.
El moyanismo estaría convocando una reunión con regionales para fijar la fecha del paro. Pero semejante postergación lo desprende de conflictos vitales que se producen hoy. Nuestra política es la contraria. Un paro activo nacional, con abandono de plantas, tiene que ser la herramienta para oxigenar y llevar a la victoria las distintas luchas del movimiento obrero. Un paro masivo y una movilización de centenares de miles pondría al movimiento obrero en la primera escena nacional con sus reivindicaciones. Lo cual es el primer eslabón de una salida para que la crisis la paguen los capitalistas.
Como nunca, el movimiento obrero pelea en tres órdenes distintos de reivindicaciones, todas derivadas del ajuste: despidos, salario y jubilación, impuesto al salario. Por el reparto de las horas de trabajo sin afectar salarios, abriendo los libros de toda empresa que despida o suspenda, por la reapertura de paritarias y un aumento de emergencia a los jubilados, por la abolición de ganancias en los salarios convencionales. Por un plan económico de los trabajadores para que la crisis la paguen los capitalistas. Inmediato paro activo nacional de 36 horas.