Sindicales

9/2/2021

BANCARIOS

Paritaria bancaria: Palazzo firma el “techo” que quiere el gobierno

El acuerdo va en la línea del presupuesto de ajuste y la proyección trucha de la inflación.

La Bancaria (gremio de trabajadores bancarios) acaba de firmar un gran aporte al “acuerdo de precios y salarios” con las patronales, que impulsa el gobierno como forma de controlar la, por ahora, imparable escalada de precios (en unos días se conocerá el dato de enero, pero con seguridad no bajará del 4%). El recurso es simple: usar los salarios como ancla.

Se acordó el ajuste del 2.1% (sobre el sueldo de diciembre de 2019) y para este año, un 11.5% de enero hasta marzo, 11.5% de abril hasta julio y 6% a partir de agosto: clavadita la pauta de Guzmán. La vieja cláusula gatillo fue sustituida por un “compromiso de revisión” para septiembre; que podría quedar en la nada.

“El presupuesto es el corazón del plan económico”, respondió el ministro Martín Guzmán cuando le preguntaron sobre la “referencia” que debían tener las paritarias. En lenguaje llano esto significa un techo del 29%, cuando la proyección anual real supera el 50%.

Sergio Palazzo resolvió, sin consulta alguna, con los bancarios acatar la orientación oficial.

Previo al cierre paritario, la dirección de nuestro gremio se despachó con un extenso pliego de reivindicaciones por el que no ha movido un dedo, ni ahora ni durante todo el año pandémico. Además, al final no fue planteado en la mesa de negociación. Parece que solo fue un subterfugio para disimular el acuerdo salarial.

La lista de reclamos postergados es larguísima. Las tercerizaciones avanzan en el sistema financiero, aunque, incluso donde hubo condiciones de luchar por el pase a convenio el sindicato no acompañó, como ocurrió con el ProvinciaNet (encuadrado en Comercio).

El protocolo por Covid-19, cuyo cumplimiento el sindicato debiera garantizar, es papel pintado; continúan los brotes de contagios en las sucursales, la falta de medidas de aislamiento es total y la pérdida de las licencias por menor a cargo es un hecho.

En la banca privada se impone el modelo homeoffice, donde prima la polifuncionalidad, la sobrecarga horaria, las presiones por productividad, la absorción y fusión de áreas -que abrió la canilla a los retiros voluntarios-, el cierre de sucursales y los traslados arbitrarios.

La respuesta de la dirección de La Bancaria a esta sostenida ofensiva patronal no ha pasado de redactar comunicados y organizar congresos de aparato para reforzar su seguidismo al gobierno “nacional y popular”.

Un capítulo aparte merecen los protocolos por violencia de género que, sin intervención ni acompañamiento del sindicato y bajo el aval patronal sobre los violentos y acosadores, han fracasado rotundamente. La lucha por constituir comisiones de mujeres y disidencias que sean independientes, por el cupo trans en todos los bancos, por guarderías y lactarios, por el respeto al día femenino, son grandes temas pendientes que deberían incorporarse al pliego de reclamos de la paritaria.

El acuerdo no se corresponde en absoluto con los enormes beneficios de las patronales bancarias, que ya no saben cómo dibujar los balances para que el cálculo por participación en ganancias se mantenga a la baja.

Es necesario abrir un profundo debate en la base del gremio sobre el avance de las empresas sobre nuestras condiciones laborales y la complicidad de la dirección sindical. Necesitamos asambleas presenciales en las sucursales y en formato virtual para quienes trabajan desde el hogar, para votar un pliego y un plan de lucha para alcanzarlo, por el salario, el convenio y la salud de los bancarios.