Las negociaciones paritarias, para renovar el convenio que vence a fines de diciembre, entraron en un impasse.

La Federación Nacional de los aceiteros reclama un aumento del 26%, que lleve el salario actual de 5.000 a 6.315 pesos, que es el valor del salario mínimo vital y móvil (la canasta familiar); rechazó la propuesta de las cámaras empresariales porque, explicaba Walter Nardi del sindicato de Rosario, “las patronales quieren segmentar el salario en tres niveles según la capacidad de molienda de cada planta, lo que llevaría en algunos casos a una rebaja salarial, y es violatorio de la Constitución y de la Ley de Contrato de Trabajo que sostienen que a igual tarea igual remuneración”.

La negativa patronal condujo a la Federación a largar un paro de 48 horas (15 y 16 de diciembre) y asambleas en todas las plantas.

Las medidas de lucha comenzaron a ser masivamente cumplidas en las fábricas de Rosario, Entre Ríos, Necochea. Capital Federal, San Luis, Reconquista, Avellaneda (Santa Fe) y en el puerto de Bahía Blanca, entre otros lugares (con excepción de San Lorenzo y Puerto San Martín, que están fuera de la Federación y tienen un convenio regional propio).

Frente a la contundencia del paro y del plan de lucha, rápidamente el Ministerio de Trabajo Nacional decretó la conciliación obligatoria el mismo 15, forzando la suspensión del paro del día siguiente y convocando a una nueva reunión con las patronales para el 27 de diciembre.

Quieren evitar un contagio en los reclamos de los demás gremios, en el momento en que llueven los tarifazos e impuestazos y el costo de vida está pegando un salto enorme.

El reclamo de los aceiteros cuestiona de fondo el techo salarial del 18% de Cristina y su política de descargar la crisis capitalista sobre los trabajadores. La consideración del gremio de mantener, ya por segunda vez en las paritarias, que el salario sea igual al costo de la canasta familiar, es un hedió trascendente para toda la clase obrera.

Abajo el techo salarial. Viva la lucha de los aceiteros.