Sindicales

15/8/1996|506

Paro activo de 36 horas

De manera i-na-pe-la-ble, el paro del 8 ha puesto de manifiesto no solo la voluntad de movilización de los trabajadores sino la decisión de ir a una lucha decisiva contra el régimen. En porteño, en cordobés, en correntino, en las ollas o en las movilizaciones hubo un solo reclamo unánime: paro activo nacional, ‘argentinazo’, plan de lucha.      


Es la fuerza masiva y la disposición de lucha que reveló la huelga lo que hace temer al gobierno no ya una derrota electoral en el 97, sino el ‘acortamiento’ de su mandato bajo la presión conjunta excepcional del hundimiento del ‘plan’ y la movilización de los explotados.


El paro y las movilizaciones “sorprendieron”, por su magnitud, a los convocantes, según se desprende de las propias declaraciones de los dirigentes sindicales de las tres “centrales” sindicales.


En todos los casos, como se puede apreciar en las crónicas del paro, el activismo tomó la huelga en sus manos pasando por encima de la parálisis de la burocracia. Organizó asambleas donde no las había, peleó la concurrencia a las ollas o a las concentraciones y cuando no podía salir de los barrios, por falta de transporte, se quedó allí a organizar los desocupados. Piquetes de huelga, corte de rutas, movilizaciones políticas de masas. El activismo desplegó una amplia iniciativa con buen eco en la masa del movimiento obrero.


Los miles que se movilizaron no pudieron contar entre sus filas a otras decenas de miles por la ausencia de un paro activo nacional y de una movilización única que le diera impulso a la jornada. Pero esta perspectiva, la de un paro de 36 horas con marcha a la Plaza de Mayo, es la que el movimiento obrero ha plebiscitado allí donde pudo deliberar y expresar una opinión.


Porque fortalece a la clase obrera y los explotados frente a un gobierno débil y desconcertado, el paro del 8 es una victoria popular. Por su carácter militante, por el florecimiento de un activismo que estuvo dispuesto a garantizarlo, el paro continúa la serie de movilizaciones populares que fueron demoliendo a Cavallo —Cutral Có, Transportes del Oeste, desocupados.


Los ‘puentes’ de la CGT se hunden


En la conferencia de prensa posterior al paro, Gerardo Martínez dijo: “somos dialoguistas pero no vamos a ceder más”.


Naturalmente, mintió: 

    • dos de los “diputados gremiales” presentaron un proyecto para que se mantengan las asignaciones familiares solo por hijo y la ayuda escolar anual y se las elimine completamente para los que ganan mas de 1.500 pesos, lo que no es otra cosa que una legalización de los decretos antisalariales. “Esta iniciativa, aseguró José Luis Castillo, será presentada para su discusión en el seno del Consejo del Trabajo y del Empleo ...con la asistencia de representantes de la CGT, que volverían a ese órgano consultivo tras el paro del pasado jueves” (La Voz del Interior, 13/8) 

    • Juan José Zanola, de la Asociación Bancaria, selló un pacto con el gobierno por el cual la banca restituye por un año el aporte al Instituto de Servicios Sociales Bancarios a cambio del despido masivo de trabajadores del Instituto y la implantación del PMO —que significa la reducción brutal de los servicios.

    • La CGT se llamó a silencio ante el plan de destrucción del PAMI y de liquidación de los servicios a los jubilados.


Pero no bien la burocracia sindical había tendido estos puentes con el gobierno para rifar la enorme victoria popular del paro del 8, la propia crisis la colocó a la deriva. 


No había logrado acordar la legalización de los decretos antisalariales, cuando se le vino encima el aumento de los combustibles, de las tarifas, la elevación en cinco años de la edad de jubilación para las mujeres y la eliminación del aporte patronal al PAMI, todas medidas del ‘paquetazo’ al que el gobierno se vió obligado para detener la huída de capitales y que a la vez no está en condiciones políticas de imponer. La CGT está a la deriva, porque el gobierno se disgrega y la reacción popular ante los decretos antisalariales y el ‘paquetazo’ amenazan propagarse en el marco de la crisis política.


Paro activo ya


“La CGT amenaza con impulsar un paro nacional, esta vez de 36 horas (para) la segunda quincena de setiembre” (ídem). Pero aún esta nueva tregua está en crisis por la envergadura del ataque lanzado por el gobierno y el “plebiscito” de los trabajadores reclamando el paro activo ya.


Según Pagina 12 el CTA considera que “un nuevo paro de 48 horas sería una opción de cuarta luego de esta huelga” (10/8). En el acto de Rosario, Paulón planteó que la continuidad de la lucha debía darse a través de un “paro comunitario” junto a la “pequeña producción”, lo que significa abandonar o desnaturalizar los reclamos obreros en función del frente “social” y abandonar la consigna de un paro activo immediato de las organizaciones obreras. El CTA no quiere levantar un programa de reivindicaciones porque acentuaría la lucha de clases y llevaría a la ruptura con sus aliados patronales.


Pero esta política del CTA también está a contramano de la crisis y de la iniciativa que ha tomado el movimiento obrero en la situación política. Por eso De Gennaro no pudo responder en Avellaneda a los reclamos en favor de un plan de lucha y Marta Maffei (CTERA) pareció hablar de otro país al plantear como perspectiva “comenzar a votar otras cosas”, es decir olvidarse de la feroz lucha actual por la subsistencia y que los trabajadores sean, una vez más, carne de urna de un relevo capitalista.


Lo que el activismo debe apreciar es que se ha abierto un período excepcional para actuar y que “para la nueva etapa proponemos: reivindicaciones, lucha, organización”. Una movilización sin reivindicaciones no tiene la posibilidad de triunfar, por definición. Es la hora de traducir en un programa, encabezado por la derogación de los decretos antisalariales y el reclamo de paritarias por industria, la acción a desplegar por el movimiento obrero. Levantar el reclamo del inmediato paro activo de 36 horas y autoconvocar asambleas, plenarios abiertos de delegados y activistas, coordinadoras para extender el espíritu de movilización y las posibilidades de mayor organización de los explotados.