El sindicato de Obras Sanitarias anunció un paro de 24 horas para el 11 de marzo contra los más de 200 despidos en Aysa. Según los trascendidos esto sólo sería la punta del iceberg, ya que el gobierno se prepara para concretar 2.000 despidos más en el corto plazo.

A los despidos se suma un brutal ajuste salarial, con aumentos que van muy por detrás de la escalada inflacionaria.

El vocero presidencial Manuel Adorni colocó explícitamente los despidos como parte de la política privatizadora: “Cuando vos vendés tu auto, se los mostrás lavado y sin problemas de chapa ni de pintura. Con las empresas pasa exactamente lo mismo”.

Frente a semejante ataque, la conducción del sindicato convocó a un paro de 24 horas que llegará cinco días después de los despidos y en el que ni siquiera habrá una movilización.

La burocracia sindical comandada por Lingeri lanzó un paro aislado para descomprimir la bronca que hay en la base y tratar de iniciar una negociación con el gobierno. Pero su objetivo no es revertir los despidos mediante un plan de lucha, incluso muchos de los delegados salieron a decir en “reuniones informativas” que éstos son irreversibles.

Para lograr la reincorporación de los compañeros, recomponer el salario e impedir la privatización son necesarias asambleas con mandatos en todos los edificios para que los compañeros definan un rumbo de lucha que le dé continuidad al paro.

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