Sindicales

29/11/2016

Petroleros: el ataque a los convenios y la guerra comercial


Producto de la guerra de precios entre los monopolios petroleros y de la recesión mundial, desde fines de 2014 ha bajado la cotización internacional del crudo. Estados Unidos, que está cerca del autoabastecimiento por la explotación con fracking, ha descubierto nuevos yacimientos en Texas, lo cual tiende a agravar, en tiempos de recesión, la sobreproducción de hidrocarburos.  Por otro lado, Trump anunció medidas tendientes a aumentar la producción, en tanto Arabia Saudita y la OPEP también suben o sostienen la producción para eliminar a sus competidores. Es un escenario de crisis y guerra comercial recalentado con la victoria del magnate norteamericano. Así, la tendencia es que los precios del crudo permanezcan por debajo de las aspiraciones de una parte de los pulpos y países petroleros, provocando que las inversiones petroleras sigan retrayéndose.


 El gobierno nacional se mete de lleno en esta guerra con el anuncio de la baja o anulación paulatina del “barril criollo” y el aumento de la importación.  Una política que enfrenta a algunos gobernadores, los empresarios del petróleo y las burocracias de los sindicatos contra la línea dominante en el gobierno. Existe, sin embargo, un punto en común: unos y otros admiten que las compañías petroleras sigan despidiendo y suspendiendo obreros con la excusa de la baja del precio internacional del petróleo.


Quienes pagan la crisis


En el año 2015, con el gobierno de CFK hubo 3.200 despidos y en este año, con el gobierno de Macri, ya tenemos 5.000 despidos en toda la industria.


En la cuenca neuquina Guillermo Pereyra (MPN, alineado con Moyano) firmó un acuerdo atado a la productividad, degradando el salario y clausulas convencionales.


En Santa Cruz y Chubut, los sindicalistas, en este caso pro K, acompañan esta tendencia patronal avalando la resolución ministerial 365 que ya implementó el trabajo  de montaje y desmontaje (DM) nocturno, la simultaneidad de tareas, el extremar los controles de boletas médicas, el trabajo aún cuando faltase algún integrante del turno en las cuadrillas de producción o mantenimiento, jubilaciones compulsivas, traspaso de personal de distinto servicio que atenta contra la seguridad en el trabajo. El trabajo con viento ha sido postergado pero en los pozos el control de la velocidad del viento está cada vez más en manos de los jefes de equipo (contratista) y los llamados company man  (de la operadora). En los últimos años han aceptado en paritarias sumas en negro que distorsionan el básico, bajan la jubilación, y abren la puerta para introducir la reducción salarial de las ocho horas.


Con todo este panorama y recogiendo la lucha que tuvo su máxima expresión en las ocupaciones de yacimientos por los obreros de SAI (San Antonio Internacional), tenemos  la necesidad de crear una agrupación que nuclee a los trabajadores contra los monopolios petroleros y a los partidos que gobiernan para ellos, en defensa de los derechos y dignidad de la clase obrera recuperando el sindicato de estos secretarios generales y sus comparsas, y de cualquier recambio funcional al gobierno de turno y las patronales.