Sindicales

21/3/2019|1541

Petroleros: Luego del parazo, asamblea general y plan de lucha

El paro de 24 horas en el gremio petrolero, por el fatal accidente que se llevó la vida del operario Marcelino Ariel Sajama, fue casi total. La burocracia del Sindicato, sin embargo, se encargó de limitar el alcance de la medida, garantizando el no cese de la producción y el carácter dominguero del paro.


Desde principios de 2018 a esta parte, los ‘accidentes’ laborales se han cobrado la vida de seis trabajadores petroleros. La muerte de Sajama, el obrero de la Clear Petroleum, brindando servicios a la operadora Medanito, se inscribe como parte de la escalada de accidentes laborales que han tenido lugar en los yacimientos neuquinos, con la implementación de la famosa adenda flexibilizadora del Convenio Colectivo de Trabajo en enero de 2017. Aquella ofensiva antiobrera, orquestada por las cámaras empresariales (la CEOPE y la CEPH), el gobierno y la burocracia del Sindicato, fue lo que desató, oportunamente, la gran huelga de los obreros de Halliburton. La adenda representó un golpe descomunal a las condiciones de trabajo. A partir de ella se estableció el montaje, traslado y desmontaje (DTM) nocturno; se achicaron las dotaciones por equipo; se recortó el pago de horas extras; y se estableció la continuidad de tareas con ráfagas de viento de hasta 60 Km por hora. De esta manera, se acentuó la fatiga física y psíquica de los trabajadores petroleros.


Junto a la flexibilización laboral, se impuso un régimen de completa evasión de los controles de seguridad. Bajo la amenaza de perder el puesto de trabajo, los obreros no pueden alzar la voz ante la falta de condiciones de seguridad. Hasta los propios inspectores de seguridad e higiene padecen el mismo apriete y funcionan como fusibles. Son apretados por las empresas para hacer la vista gorda ante la violación de las medidas de seguridad. Y son echados cuando, fruto de la evasión de esas medidas, se producen accidentes.


Este esquema de ultra flexibilización laboral y muerte de trabajadores, junto a los tarifazos, ha sido el motor de la tibia reactivación de Vaca Muerta.


La agenda obrera


Poner fin a esta situación plantea el desarrollo de una enorme lucha, no sólo contra las empresas, que defenderán este esquema de flexibilización como una conquista irrenunciable, sino también contra el Estado, que protege a las patronales, y contra la burocracia del sindicato, que ha sido cómplice de todos estos atropellos. Incluso firmando una cláusula de paz social para evitar que los petroleros se plieguen a los paros nacionales y realicen medidas de fuerza en defensa de sus condiciones salariales y laborales.


Guillermo Pereyra, el secretario general del Sindicato, y sus secuaces, convocaron en febrero a una asamblea-acto, que reunió a 15 mil trabajadores, para defender los subsidios que recibe Tecpetrol y para llamar a votar por el MPN. Sin embargo no convoca a una verdadera asamblea obrera para impulsar un plan de lucha por la seguridad laboral, luego de la muerte de seis compañeros, y por el conjunto de las reivindicaciones de los trabajadores petroleros. Luego del paro, es necesario desenvolver a fondo la pelea por una asamblea general del gremio para votar un plan de lucha.


El pliego por el cual hay que impulsar la lucha es muy claro. Hay que pelear por comisiones obreras de seguridad en cada empresa, electas y revocables por los propios trabajadores, con poder de paralización de maniobras. Se trata de una lucha fundamental, sólo los propios trabajadores pueden defender consecuentemente sus condiciones de trabajo, las empresas sólo buscan maximizar sus ganancias.


En segundo lugar, es necesario impulsar la lucha por el cambio de diagrama. Para pasar del 2×1 (dos días de trabajo y uno de descanso), al 1×1, pero sin reducción salarial. De esta manera se reduciría notablemente la fatiga de los trabajadores y se generarían, al mismo tiempo, muchísimos puestos de trabajo. Junto con esto, hay que pelear por la anulación de la adenda al convenio colectivo (CCT), la madre de la flexibilización laboral en el gremio.


Finalmente, hace falta una lucha decidida por la recomposición salarial. El año pasado, los obreros petroleros perdieron 10 puntos porcentuales frente a la inflación. Los que se suman a una pérdida de poder adquisitivo de sus salarios sostenida en los últimos cuatro años. El recorte salarial empuja a los obreros a someterse a una mayor explotación, para redondear un mejor salario, acrecentando de esa manera también la inseguridad laboral.


La Agrupación Obreros del Petróleo anticipó, en octubre de 2016 y enero de 2017, las consecuencias fatales que tendría la implementación de la adenda al CCT. En las últimas campañas electorales, la denuncia de este esquema criminal de flexibilización laboral, fue una bandera excluyente del Partido Obrero en el Frente de Izquierda. En la reunión que realizó el pasado martes por la noche la Agrupación Obreros del Petróleo, en el marco del paro, se lanzó una ambiciosa campaña por los ejes trazados en este artículo.